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Artículo Las imágenes más sobrecogedoras de Alaska a vista de pájaro Content

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Las imágenes más sobrecogedoras de Alaska a vista de pájaro

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Un impresionante paseo en paramotor por los glaciares de esta tierra indómita

Playground community

08 Junio 2018 14:43

Pocas experiencias deben resultar tan gratificantes como sobrevolar en parapente los casquetes de hielo de Alaska, sobre todo cuando se acaba el invierno y toca esperar el paso de la temporada estival hasta que el paisaje ártico vuelva de nuevo.

Chris Reynolds lo sabe bien y afirma que nunca tiene suficiente. Cada invierno, este intrépido especialista del paramotor de 57 años disfruta desde tierra y desde el aire de la belleza de la región.

Gracias a su hábil manejo del parapente motorizado es capaz de deslizarse por la cima de las montañas Chugach y casi rozar con sus pies el glaciar Knik de 40 kilómetros de extensión y 8 de anchura.

Lo cierto es que a Reynolds le queda poco espacio para errores. A pesar de ser un piloto bastante experimentado, cualquier pequeña distracción puede ser la última. Además, las condiciones cambiantes del viento pueden jugarle una mala pasada, así que pone todo su empeño en controlar sus reacciones ante cualquier fenómeno intimidatorio.

Pero los riesgos merecen la pena. Al parecer este vuelo final antes de que el territorio de Anchorage se llene de pastos verdes fue, en palabras del propio Reynolds, “auténticamente memorable”. Y decir eso después de 800 vuelos, es decir mucho.

"Nunca se puede cansar uno de volar en Alaska”

La fascinación de Reynolds con Alaska, su carácter lejano y su meteorología extrema, lleva siglos inspirando a exploradores y aventureros. Antes de los saltos grabados en parapente, muchos se han dejado la piel, a veces literalmente, intentando explorar la tierra indómita.

Quizás el más famoso de todos estos aventureros sea Christopher Johnson McCandless, más conocido como Alexander Supertramp. Inspirado por las novelas de Jack London y Thoreau, trató de vivir por su cuenta en la tundra de Alaska con fatales consecuencias. Mal equipado y sin los conocimientos oportunos, sucumbió de inanición, encontrándose su cadáver el 6 de septiembre de 1992 dentro del viejo autobús que le había servido de hogar durante 4 meses. Su historia es la que dio lugar a Into The Wild, el libro primero, y la película luego.

Más amable fue el final de la aventura de Silvia Vidal, una española que abrió en solitario una ruta en la cara oeste de Xanadu. Pasó 53 días aislada en el valle de Arrigetch Peaks, cargando con 150 kg de material y sin soporte de ningún dispositivo electrónico. Una vez culminó su desafío, bautizó la nueva vía con el nombre Un pas més (un paso más en catalán), por la profunda autodeterminación que hace falta para afrontar una situación de este calibre.

La motivación de Reynolds, sin embargo, no tiene tanto que ver con probarse a sí mismo. Lo único que quiere es disfrutar de las mejores vistas de esta tierra feroz.

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