Es probablemente el planchazo más doloroso que has visto nunca y una muestra más de que la playa está llena de peligros
Estás pasando un tranquilo día de playa y, de repente, este espécimen aparece frente a ti. Con su bronceado UVA y su look playero, se acerca a la orilla. Mira al horizonte concentrado y, cuando creías que nada interesante iba a pasar y estabas empezando a desviar la atención de su persona, el amigo coge carrerilla y salta como una elegante carpa... para estamparse contra la arena. Tiene mérito lo que hace. El hombre os regala el planchazo más doloroso que seguramente veremos jamás.
La persona que compartió semejante salto a través de Twitter localiza la escena en el Puerto de Santa María, en Cádiz. “Ya llegan los sevillanos a nuestras playas”, añadió como comentario jocoso, lo que le ha ganado varios cientos de comentarios reprobatorios.
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A pesar de que para la mayoría la playa es un plan la mar de atractivo, lo cierto es que también puede ser considerada por muchos un auténtico martirio lleno de peligros (como el planchazo que acabas de ver). Veamos por qué:
·Para empezar, estás expuesto a Lucifer, AKA el sol. Y es que por mucho que lo oigamos todos los veranos no nos cansaremos de decirlo: el sol es peligroso, y exponerte a él durante horas nunca es buena idea.
·La playa está llena de niños: con sus pelotas, sus gritos, sus lloros, sus correteos entre las toallas levantando la arena y, en definitiva, sus cosas de niños.
·La playa está llena de niñatos: y es que por si los niños no fueran suficientes, en la playa también tienes que lidiar con sus hermanos mayores, los adolescentes de altavoz reggaetonero a todo trapo que no son capaces de hablar en los decibelios adecuados.
·La crema solar. ¿Hace falta decir algo más?
·La posible combinación arena-viento huracanado que, si has tenido la mala suerte de sufrir alguna vez, sabrás que es una de las sensaciones más molestas (y hasta dolorosas) a las que puedes exponerte.
·Bañarte en una inmensidad cuyos fondos no puedes ver: si tienes la suerte de bañarte en una playa decente, ojo con la fauna que se esconde debajo, y si por el contrario estás haciéndolo en la playa de una gran ciudad es probable que te estés bañando entre compresas usadas, basura y, en definitiva, cosas a las que jamás te acercarías en otra tesitura.
·El menú de playa: ¿alguien es capaz de disfrutar con un bocadillo reblandecido a 35 grados? ¿En serio?
·Los vendedores ambulantes: pueden vender cocos, piñas, mojitos, donuts, cervezas o ofrecer masajes pero siempre, siempre, resultan extremadamente molestos.
·Es complicado realizar cualquier tipo de actividad ociosa más allá de tirarte a no hacer nada. Y es que si intentas leer un libro no encontrarás la posición adecuada o las páginas se pasarán solas por el viento, y si pretendes perderte en Instagram el sol no te dejará ver bien la pantalla del móvil.
¿Todavía necesitas más motivos para quedarte en casa y pasar de la playa?
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