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Artículo Disney, alt-right y chistes sobre pedofilia: ‘Guardianes de la Galaxia’ está en peligro Culture

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Disney, alt-right y chistes sobre pedofilia: ‘Guardianes de la Galaxia’ está en peligro

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Getty Images
 

¿Puede trabajar en Disney alguien que hizo bromas sobre pedofilia?

víctor parkas

23 Julio 2018 15:34

“Las declaraciones y las actitudes ofensivas descubiertas en el Twitter de James son indefendibles e incompatibles con los valores de nuestro estudio”, sostenía Alan Horn en un comunicado, “por lo que hemos decidido cortar nuestras relaciones laborales con él”. Horn, presidente de los Walt Disney Studios, anunciaba así la salida de James Gunn de la franquicia Guardianes de la Galaxia, una saga de la que Gunn había dirigido las dos primeras entregas y que estaba llamada a convertirse en tríptico, de nuevo, con su firma.

El viernes, con el comunicado de Horn, esos planes se truncaban: Gunn era cesado por Walt Disney Studios después de que la web de extrema derecha The Daily Caller sacase a la luz tweets que el director había publicado una década atrás.

¿Algunos de esos mensajes? “Me encanta que niños pequeños me toquen la cosita, ¡shhh!”, por ejemplo. “Voy a hacer una adaptación hollywodiense de The Giving Tree con un final feliz: el árbol vuelve a crecer y le hace una mamada al chaval”, por ejemplo. “Lo mejor de que te violen es cuando acaban de violarte y piensas: wow, ¡es genial que no me estén violando!”, por ejemplo. Jack Posobiec, tweet-star y troll de la alt-right, recopiló algunos de ellos en su cuenta, con el hashtag #Lárgate.

“La gente que ha seguido mi carrera sabe que, cuando empecé en la industria, me veía a mí mismo como un provocador, haciendo filmes escandalosos y contando chistes tabú”, escribía en Twitter James Gunn, un día antes de su despido. “Como he expresado públicamente en numerosas ocasiones, he evolucionado como ser humano, de la misma forma que han evolucionado mi trabajo y mi sentido del humor. No diré que sea mejor persona, pero sí una muy diferente de la que era años atrás”.

“Hoy, intento centrar mis trabajos en el amor y la conexión, no en la ira”, dejaba claro el realizador. “Mis días diciendo algo provocativo para obtener una reacción se acabaron”.

Tras su despido, lanzaba un nuevo comunicado dónde ahondar en su perspectiva sobre los códigos de humor que explotó en el pasado: “Esos chistes tienen cerca de una década y, en su momento, fueron desafortunados y fallidos intentos de ser provocativo. He pedido perdón por ellos durante muchos años, no sólo porque fuesen chistes estúpidos, sin gracia, insensibles, y no tan provocadores como yo creía, sino porque en ningún caso reflejan la persona que soy actualmente”.

“A cualquier persona de dentro de la industria y de fuera de ella: os ofrezco de nuevo mi más profundas disculpas”, terminaba el director. “Os quiero a todos”.

El amor, loco o no, volvió a Gunn como un boomerang: los fans de Guardianes de la Galaxia, indignados con la decisión de Disney, creaban una petición en Change.org para que la productora readmitiese a Gunn. En el momento de escribir estas líneas, la iniciativa suma más de 155K firmas. “No soy tan idiota como para pensar que esto cambiara nada”, escribía su impulsor, Chandler Edwards, “pero, con suerte, servirá para que Disney se dé cuenta de un error que no deberían volver a repetir en el futuro”.

En su columna de El Periódico, la crítica Desirée de Fez se hacía eco hace un par de semanas de un caso que, aunque sin chistes de humor negro de por medio, recordaba a las reacciones del fandom para con el gunngate: unos admiradores de J.A. Bayona habían auspiciado una recogida de firmas para que el director español sustituyera a Colin Trevorrow en la dirección del filme Jurassic World 3, aduciendo que “Bayona había dado, a los mandos de la franquicia, un gran paso en la dirección correcta”.

“Algunos están convencidos de que, si les hicieran caso, las películas serían mucho mejores”, escribía Desirée en la columna, titulada Diseña tu propia película.

“En la era de la primera persona, en la que opinar públicamente es lo más fácil del mundo, y en tiempos de elige tu propia aventura, no es sorprendente que pasen estas cosas. Lo que sería sorprendente —y terrible— es que los estudios y los productores se tomaran más en serio de lo normal esas rabietas y peticiones, algo que cruzo los dedos para que no suceda porque, una cosa es tomarle el pulso al fandom y otra, muy diferente”, concluía la crítica, “ser absurdamente servil”.

No hay que perder el foco: en el caso de Gunn, los primeros en sufrir “rabietas” y lanzar “peticiones” (#Lárgate) fueron destacados miembros de la alt-right, conjurados contra el realizador por su conocida beligerancia contra Donald Trump. Disney, sacando a Gunn de Guardianes de la Galaxia Vol. 3, no hace otra cosa que dejar su agenda de contenidos en manos, no ya del fandom, sino de la extrema derecha más envilecida y organizada que Estados Unidos haya sufrido en décadas.

¿Por qué ceder ante el chantaje? Pese a que Gunn ha sido penalizado por sus contenidos, no por sus acciones, el cese de Disney parece coincidir, en motivación, con el que enfrentase a Woody Allen y Amazon.

“Si Amazon, que es la quintaesencia del capitalismo en nuestro tiempo, se plantea romper su relación con Woody Allen, no es porque la empresa sea un vergel de progresismo, derechos humanos y buenas intenciones; es porque valora un impacto negativo en sus cuentas de resultados”, escribía Antonio J. Rodríguez aquí mismo. La reflexión es homologable al caso Gunn: Disney no está valorando el impacto artístico de su decisión, sino capeando una crisis de marca.

Eso no hace que las excusas de Alan Horn tengan menos consistencia: los chistes sobre violaciones y menores toqueteando genitales adultos, no importa el contexto, son “incompatibles con los valores” de un estudio dedicado al entretenimiento infantil. Guardianes de la Galaxia, a mucho que la disfrute un fandom adulto, es una película cuyo público objetivo son niñas y niños pequeños. Gunn, incluso sintiéndose hoy otra persona, es tan consciente de ello que en ninguno de sus comunicados ha puesto en cuestión a Disney.

De hecho, sería el propio director quien desgranó, tweet a tweet, los mecanismos del enfant terrible: dices algo provocativo y esperas una reacción. Lo provocativo se expresó hace diez años. La reacción llegaba, tarde o no, justa o no, el pasado viernes.

El empleo es un derecho; dirigir producciones multimillonarias e impactar con ellas a espectadores de todo el mundo en plena formación, un privilegio; James Gunn ha perdido, no un derecho, sino un privilegio. Su carrera sólo terminará, como están terminando las carreras de tantos popes en Hollywood, no cuando lo decida un estudio, sino cuando lo decidamos los espectadores. Yo veré la próxima película de James Gunn; mi decisión es ésa. Es la tuya si Guardianes de la Galaxia Vol. 3 merece pagar el precio de una entrada.

De Gunn, más que llorar su marcha, quizás merezca la pena celebrar la disrupción que su mera presencia ha supuesto en un entramado como es Disney. Educado en la productora de gore y eróticofestiva Troma, dónde imaginó clásicos trash como Tromeo y Julieta, James alcanzó prestigio con su libreto-zombie para el sangriento remake de Amanecer de los Muertos que acabaría dirigiendo Zack Snyder. ¿Algún título superheroico antes de saltar a Guardianes de la Galaxia? Super, una parodia del género con Rainn Wilson y Ellen Page.

Pero, si hay un trabajo de James Gunn que hoy toma un cariz especial, ése es el de las cápsulas de humor PG Porn, unas piezas audiovisuales en las que, como su propio nombre indica, ofrecen material pornográfico para todos los públicos.

Co-protagonizadas por pornstars hoy retiradas, como Sasha Grey o Belladonna, PG Porn utilizaba la retórica del porno mainstream para sacar el sexo de la ecuación; sólo tiene malos diálogos y peores disfraces. James Gunn no se estaba dirigiendo realmente a “todos los públicos” con sus cápsulas, sino poniendo en evidencia lo ridículas que son ciertas dinámicas cuando las aíslas de su contexto natural. La alt-right, Disney, incluso la fanbase de Gunn, llevan pecando de ese aislacionismo contextual desde el viernes. Bien obviando un proselitismo político. Bien obviando el talento y primando el mercado.

Bien obviando, no hay nada que cueste más, el privilegio.

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