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Artículo Ni trap ni reggaeton: el country está más de moda que nunca Culture

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Ni trap ni reggaeton: el country está más de moda que nunca

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Una nueva perspectiva feminista y queer está reinterpretando el tradicional viejo oeste

Gemma Cuadrado

02 Enero 2020 17:58

Parece que el country ha vuelto para quedarse. Hace un par de años que se está cociendo una nueva escena alejada de los estereotipos blancos, hetero patriarcales y conservadores que solían asociarse al género, incluso de algunos de sus sonidos más distintivos. Aunque esta nueva conversación no se hizo evidente hasta que el rapero afroamericano Lil Nas X consiguió llegar al número uno de la lista country de Billboard con su tema Old Town Road, una canción que mezcla elementos del country pero también del rap y que, por ello, fue retirada de la lista unos días después. Los puristas del sonido Nashville aplaudieron la decisión, pero otros la consideraron una prueba más del racismo que todavía impera en esta industria. Sea como sea, en cuestión de meses la versión de la canción junto a Billy Ray Cyrus ha acumulado más de 200 millones de visitas. Lo que evidencia que el público está más que preparado para que los artistas revisiten este género.

Además de Lil Nas X, otros músicos están empezando a experimentar con el country, dotándolo de variadas, frescas y contemporáneas perspectivas. Kacey Musgraves (declarada como “best new music” por Pitchfork), Sarah Shook (activista precursora del cowpunk), Nikki Lane (“una reina de carretera que no necesita rey”), Jessica Lea Mayfield (su pelo rosa y su tierna voz esconden unas letras sobrecogedoras) o Ashley Monroe (de la banda femenina Pistol Annies) son algunas de las nuevas reinas del country y sus letras hablan sin pudor de independencia, de relaciones casuales, de pansexualidad, de empoderamiento femenino, de adulterio, de violencia doméstica o incluso de la experiencia de ser madre soltera. “700.000 rednecks son los que tengo que superar para poder triunfar y ninguno de ellos va a pararme”, canta Nikki Lane en uno de sus alegatos subversivos.

Pero si hablamos de romper con los antiguos valores asociados al country, sin duda la nueva conversación queer, capitaneada por Orville Peck, también ha tenido mucho que decir. Con sus botas de lentejuelas, sus exuberantes flecos y una máscara que oculta su rostro, este cowboy misterioso ha conseguido darle una nueva voz a un género tradicionalmente retrógrado. Aunque su sonido es profundamente de la vieja escuela (a menudo comparan su voz con la de Roy Orbison), su visión del lejano oeste está lejos de los clásicos estereotipos: sus letras hablan de relaciones con otros vaqueros, en sus actuaciones a menudo le acompañan drag queens y su estética es marcadamente camp. "La música country siempre se ha encontrado en una encrucijada entre la sinceridad y la teatralidad. Lo que yo hago no es tan diferente a Dolly Parton con una peluca o Johnny Cash con un traje negro diciendo que es un forajido", asegura a LA Times.

See you soon Austin City Limits 🌹

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Pero lo más fascinante de Orville Peck es que no solo ha conseguido colocar el country en el punto de mira de las nuevas generaciones, también ha logrado unir a los viejos fans del género. Su música gusta tanto a personas queer que han encontrado en él una voz que les representa como a padres de familia sureños, blancos y heterosexuales que le escuchan en el coche con su familia. “Estas dos personas tienen algo en común, y soy yo”, señala el cowboy urbano, culpable de acercarse como nadie a un género conservador desde un punto de vista progresista. “De pequeño escuchaba más voces femeninas que masculinas dentro del country porque me sentía más identificado con su perspectiva de género, probablemente porque era mucho más marginal que escuchar a alguien como Johnny Cash, que tenía sus problemas de salud pero que básicamente era un hombre heterosexual blanco”, explica a Now This.

En este último par de años, el resurgimiento del country también ha inundado la industria de la moda. Raf Simons debutó en Calvin Klein con una colección que revisaba el imaginario vaquero con camisas de colores satinadas, botas camperas de charol y mucho estampado vacuno. Las botas de montar también llegaron a Balenciaga gracias a Denma Gvasalia y Kim Jones ha relanzado la versión masculina del mítico bolso en forma de sillín de Dior, además de vestir de pies a cabeza a Orville Peck. Pero esto no es todo, dos de las series más populares de los últimos años también reinventaron este universo: primero fue la versión futurista del western de West World y después Godless y su mirada feminista del género. Lo que demuestra que una perspectiva contemporánea está reinterpretando el viejo oeste desde diferentes disciplinas.

Pero esto no quiere decir que sea la primera vez que se desafían sus valores tradicionales. El country siempre ha tenido voces subversivas: desde la banda abiertamente homosexual Lavender Country (que en su día pasaron sin pena ni gloria pero que están más activos que nunca en la actualidad), hasta leyendas como Dolly Parton, Loretta Lynn o Patsy Cline, que durante toda su carrera siempre dieron la espalda a cualquier convención social. “Ellas derribaron las puertas primero, cuando Loretta cantó The Pill fue mucho más controvertido que cualquier cosa que haya hecho yo, lo que pasa es que se ausentaron del country mainstream durante mucho tiempo”, confiesa Ashley Monroe a The Guardian.

Lo que sí que ha cambiado es que nunca antes el gran público se había interesado por todas estas voces como ahora. “La gente busca mucha más diversidad de lo que los sellos discográficos o las emisoras de radio pueden ofrecerles en este momento”, asegura Orville Peck a Billboard y continúa: “El resurgimiento de la cultura vaquera está mostrando la verdadera pluralidad del country. Diferentes perspectivas y sonidos están siendo aceptados y llegando al primer plano, y eso es emocionante". Lo que demuestra que los fans empedernidos del género son mucho más abiertos de lo que creíamos y que, además, las nuevas generaciones, contra todo pronóstico, también están más abiertas a los sonidos sureños de lo que nadie se imaginaba.

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