"La categoría 'urban' es una manera políticamente correcta de decir n*****".
Tyler, the Creator ha ganado su primer Grammy gracias al excelente IGOR. Pero sus sensaciones tras la ceremonia eran agridulces. El motivo es que su disco ganó el premio a Mejor Álbum de Rap cuando de disco de rap tiene más bien poco. ¿Se debe esto a que la Academia considera automáticamente que su disco es rap solo porque es negro? Para el artista la repuesta está clara.
Estas fueron sus palabras en la rueda de prensa posterior a la gala:
“Por un lado, estoy muy agradecido de que lo que hecho pueda ser reconocido en un mundo como este. Pero también, apesta que cada vez que nosotros, y me refiero a chicos con mi aspecto, hacemos cualquier cosa que mezcla diversos géneros... siempre lo ponen en una categoría de 'rap' o 'urbano'”.
"No me gusta esa palabra 'urban', agregó. "Es solo una forma políticamente correcta de decir la 'palabra-N'. Entonces, cuando escucho esto me pregunto: '¿Por qué no podemos estar en el pop?'. La mitad de mí siente que la nominación en 'rap' es un cumplido ambiguo".
“Es en plan, 'mi primo pequeño quiere jugar. Vamos a darle el controlador desconectado para que se calle'. Esto es un poco lo que siento. Pero otra parte de mí está muy agradecida de que mi arte pueda ser reconocido a un nivel como este cuando no hago música para la radio. Estoy en un mundo completamente diferente de lo que escucha mucha gente de aquí”.
Poco se puede añadir a sus palabras. Tiene toda la razón. En IGOR el rap es un ingrediente más, no la receta. Tanto a nivel sonoro como conceptual el disco está en las antípodas de cualquier disco de rap que se haya editado este año. Es un trabajo sobre un triángulo amoroso homosexual que bebe del R&B, la psicodelia, el funk y el pop. Su sonido deslavazado y crudo tiene más que ver con las obscuridades setenteras que publica un sello como People's Potential Unlimited que no con las producciones de hip-hop contemporáneo que se encuentran en las playlists de Spotify.
Tyler, the Creator nunca quiso ser un rapero al uso. Nunca encajó en los estereotipos del género y aun cuando firma su trabajo más alejado del mismo tanto la Academia de Grabación sigue encasillándole en el mismo cajón. Y lo peor es que el motivo es su color de piel. En otras palabras: el racismo institucional sigue campando a sus anchas en la industria de la música. Bien por Tyler. Por el Grammy y por la denuncia.