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Artículo Venom, Superlópez y el cómic como medio “infilmable” Culture

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Venom, Superlópez y el cómic como medio “infilmable”

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Las dos películas superheroicas más importantes del otoño comparten potenciales y asperezas: ¿Qué tienen en común ‘Superlópez’ y ‘Venom’?

víctor parkas

04 Octubre 2018 19:57

En 1988, Terry Gilliam hizo algo que no acostumbra a hacer: darse por vencido. El productor Joel Silver había encargado al ex-Monty Python adaptar al cine Watchmen, la miniserie de Alan Moore y Dave Gibbons que marcaría un antes y un después en la industria del cómic de superhéroes. Gilliam, debido a la complejidad que entrañaba adaptar una obra como Watchmen, concluyó que la única forma de llevar el universo de Moore y Gibbons a la pantalla grande era con una película que tuviese un metraje de 8 horas.

Joel Silver, consciente de que Warner Bros no iba a estrenar un filme que durase lo que contemplativa Sátántangó, aparcó el proyecto durante más de 20 años.

Decía Alan Moore, sobre su producción de los ochenta en adelante, que estaba diseñada de manera en que fuera “infilmable”. Esa negación de lo profílmico, la apuesta por lo “infilmable”, no es patrimonio del novelismo gráfico: los cómics de kiosko y portada de papel satinado también son capaces de resistirse a las digestiones narrativas de un medio que no sea el suyo. Superlópez es uno de esos cómics. The Amazing Spider-Man, en el que surge y se desarrolla un personaje como Venom, es uno de esos cómics.

Creerás que un español puede volar

Superlópez, el último intento del Grupo Zeta por explotar en pantalla grande sus propiedades tebeísticas, llegará a los cines el próximo mes avalada por la solvencia de su equipo técnico. Dirigida por Javi Ruiz, que ya hizo carne a otro mito del cómic como Anacleto, Agente Secreto, y escrita por Diego San José y Borja Cobeaga, responsables de romper tantas taquillas como tabúes con películas como Ocho Apellidos Vascos, Fe de etarras o Negociador, el desastroso superhéroe creado por Jan no podía haber caído, a priori, en mejores manos.

Aunque la diatriba es excitante, Superlópez acaba siendo presa de su propia premisa: la congoja del personaje, de tan nueva, acaba desnaturalizándolo y convirtiendo la película en una mera spoof movie cañí de Superman.

La posibilidad más sugerente de la película, así como su mayor aportación original con respecto al material base, es el conflicto fundacional del protagonista: Superlópez debe esconder sus poderes al mundo porque, en España, la única opción para prosperar es ser mediocre. Aunque la diatriba es excitante, Superlópez acaba siendo presa de su propia premisa: la congoja del personaje, de tan nueva, acaba desnaturalizándolo y convirtiendo la película en una mera spoof movie cañí de Superman.

La cinta de Javi Ruiz arranca tal y como lo hace Las Aventuras de Superlópez, el primer número seriado del personaje de Jan: con el nacimiento y el exilio de su planeta natal Chitón, primero, y con la adopción en la Tierra y las primeras manifestaciones de superpoder, minutos más tarde. Lo que el cómic salda con un giro de página —la última viñeta del López infante empalma con otra en la que ya aparece, de facto, como un superhéroe orgulloso de serlo—, en la adaptación cinematográfica de Ruiz, San José y Cobeaga durará la totalidad del metraje.

Las Aventuras de Superlópez

Como un veneno que se apodera de nosotros

Si para el desembarco en cartelera del superhéroe bigotudo todavía queda un mes, Venom llega a los cines esta misma semana. Protagonizada por un taquicárdico Tom Hardy, la película del simbionte más voraz del Universo Marvel hace sus apuestas en un casino muy semejante al que frecuentan los responsables de Superlópez: el viaje del (anti)héroe que el periodista Eddie Brock (Hardy) ha de emprender hasta aceptar y bendecir la simbiosis que le une al pegote alienígena, la práctica totalidad del filme, es completamente ajena a su versión en cómic.

Si Watchmen marcaba un antes y un después, llenando de sombras un género popularmente asociado al color, Venom fue uno de los monstruos, una de las perversiones nacidas al calor de ese nuevo paradigma: concebido como un producto de explotación grim and gritty del imaginario Spider-Man, la naturaleza del personaje dejaba poco lugar al soliloquio y la autoreflexión. Apenas hay trauma en su unión con Brock, queThe Amazing Spider-Man #229 saldó con tres viñetas: en apenas una página, Venom ya se desplaza, sonriente, por el skyline neoyorquino.

Venom necesitaba cualquier cosa, excepto psicodrama: en el filme, Hardy entabla conversaciones profundas con su parásito, como si éste fuese la calavera de Hamlet.

Venom, la película, resulta excesiva por los motivos equivocados: como en Superlópez, es el recreo en un background que no es tal lo que acaba desmereciendo el conjunto. Hijo de su tiempo, vástago de los noventa, Venom necesitaba un traslado de medio que respetara su anacronía: esa sensación de tener una pastilla de éxtasis con un logo arácnido en el cielo del paladar. Venom necesitaba cualquier cosa, excepto psicodrama: en el filme, Hardy entabla conversaciones profundas con su parásito, como si éste fuese la calavera de Hamlet.

Como si éste fuese la tenia de Irvine Welsh y su Escoria.

The Amazing Spider-Man #299

Lady Gaga no tenía la culpa

A principios de esta semana, se generaba un clima de tensión entre los partidarios de dos películas que llegan a los cines esta semana: los fans de Venom acusaban a los de Ha nacido una estrella, protagonizada por Lady Gaga, de estar orquestando una campaña para desprestigiar la película del villano Marvel mediante bots. Paradójicamente, sí es el automatismo el peor enemigo del filme, pero es un enemigo que duerme en casa: Venom, con un guión que se asume formulaico desde el principio, se abandona al patrón marcado por una Marvel Studios que ni siquiera le acogerá —los derechos de Spider-Man y sus satélites están en manos de Sony.

Lo infilmable no sólo lo es por extensión: también lo es por la imposibilidad de imaginar narrativas y estructuras que se alejen del cánon superheroico actual.

Tanto en su caso, como en el de Superlópez, son los anticlímax y las escenas postcréditos dónde mejor brillan tanto las bondades de Ruben Flesicher, director de Venom, como la pericia del cineasta Javi Ruiz. Dónde se revela su condición de fans absolutos del material con el que están trabajando. Dónde la fórmula ya no computa, porque sendas películas están llegando a su fin. ¿El celuloide que resta? Ojalá fuera algo más que el espacio en blanco entre viñeta y viñeta. Algo más que un salto de página hecho cine.

Una elipsis, sí, pero una para la que se han presupuestado millones.

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