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Esto es lo que te pasará si dejas de comer carne durante 3 meses

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"La carne es nuestro dios omnipresente. Cuesta dejarla casi tanto como el alcohol porque el mundo nos quiere más si somos carnívoros"

PlayGround

09 Noviembre 2017 06:00

Cuando salgo me resulta casi imposible no beber alcohol o encontrarme con gente que no beba. Lo mismo me sucede con la carne. No tengo razones de peso para llevar 3 meses sin comer carne, pero estoy seguro que mi cuerpo y mi salud me lo agradecen. Sólo quería probarlo durante un tiempo corto... que ahora veo que va para largo.

Antes cuando me encontraba a alguien que no comía carne le preguntaba por qué. Ahora se me hace raro cuando lo pregunto yo. Me hace sentir un bicho raro, como si fuera sospechoso de un crimen innombrable, de subvertir el sistema establecido, de cuestionar el status-quo y de ser un radical.

Parece que haces algo malo. Como si portaras una enfermedad contagiosa. Hay gente que se lo toma como un ataque a su libertad. Como si el hecho de que yo deje de comer carne implicase que se les prohibirá a ellos atiborrarse a chuletones en un futuro.

Me da la sensación que se parece al imposible debate sobre el control de las armas en los EE.UU., pero esta vez convertido en una lucha por la libertad a escala planetaria. ¡Somos unos comunistas de la ensalada!

Como si el hecho de que yo deje de comer carne implicase que se les prohibirá a ellos atiborrarse a chuletones

Viendo la cantidad de carne que se consume, o se tira a la basura sin consumir, tengo claro que es un problema ambiental de primer nivel. No tengo datos de las subvenciones que recibe la industria cárnica; no solo los ganaderos sino también los agricultores que cultivan el alimento para las ganaderías. Pero ojalá no recibieran ni un euro. Seamos claros: si el valor final de la carne incluyera el coste a nivel personal y ambiental, otro gallo cantaría.

Si además algún animal no muere por mi dieta pues eso que me llevo. No soy un sentimental, no es por los pobres animalillos, aunque la verdad, viéndolos tratados como objetos en vez de como seres animados, le da a uno que pensar.

No hace tantos años la carne era un bien muy escaso que se comía de manera muy puntual. Hoy está en todos lados y la consumimos varias veces al día.

Nunca antes me había planteado dejar de comer carne. Claro que conocía a vegetarianos, pero ni lo contemplaba como opción. Simplemente he decidido no comer nada proveniente de la gran industria cárnica ni nada de piscifactoría. Me permito comer carne de caza aunque en 3 meses aún lo he hecho. Sí que sigo comiendo pescado fresco.

Si el valor final de la carne incluyera el coste a nivel personal y ambiental, otro gallo cantaría.

Dejar de comer carne se convierte en algo muy sencillo y muy complicado al mismo tiempo. Sencillo porque mi cuerpo y mi mente no lo echa de menos. No tengo una ganas irresistibles de recaer en cualquier momento. Si acaso echo de menos mi bocadillo diario matutino de jamón, pero eso es todo. Aclaro aquí que lo echan de menos mis papilas gustativas. Ni mi hígado, ni mi páncreas, ni mi digestión.

Tampoco echo de menos las salchichas, ni el fuet, ni el chorizo, ni el lomo, ni el entrecot, ni el filete… nada. No tengo ni más ni menos energía; no me siento mejor ni peor. Estoy igual diría. Aunque tener digestiones ligeras se nota bastante y mi cuerpo, en general, ha mejorado. Me da la sensación ahora que empiezo con esta “dieta” que antes comía carne de manera abusiva.

Me doy cuenta de una realidad de la que no eres consciente hasta que la ves “desde fuera”: la carne es nuestro dios omnipresente. Vaya donde vaya, si salgo a comer fuera, la carne está sobrerrepresentada. Me doy cuenta que cuesta dejarla casi tanto como el alcohol porque el mundo nos quiere más si somos carnívoros.

La carne es nuestro dios omnipresente. Vaya donde vaya, si salgo a comer fuera, la carne está sobrerrepresentada.

En cualquier bar de mala muerte la oferta principal es siempre carne: bocadillos de lomo, bacon, salchichas, butifarras, frankfurts, pechuga de pollo, hamburguesa o cualquier formato embutido. La cantidad de carne que se ofrece por encima de cualquier otra opción es apabullante. Parece el alimento básico de nuestra sociedad, como si fuera indispensable. Y no lo es.

Pero hasta que no te “quitas” no alucinas con su omnipresencia.

Hay varias razones para probar de reducir el consumo propio y el consumo masivo de carne. Veo una campaña que corre por el muro de Facebook de un amigo. Propone dejar de comer carne un día a la semana, ¡un día!, para salvar el planeta.

Yo lo haría al revés. Una campaña para comer carne sólo un día a la semana. Que llegue el viernes, o el día que hayas escogido, y te abalances sobre tu pieza de carne y la saborees como nunca ¡Argh! Sumérgete en tu sueño de sangre y grasa, ¡disfruta! Muerde y arranca con tus dientes y siéntete cazador por un día. Aunque la hayas cazado comprándola en una bandeja envuelta en plástico del supermercado.

No soy un radical, que cada uno coma lo que le de la gana, pero me pregunto demasiadas cosas. Si no hace falta y es contraproducente para tu salud embutirse a carne muerta proveniente de la industria cárnica, ¿por qué cuesta tanto dejarla? La respuesta la tengo delante, todo el día, a todas horas, todo el rato. Parece que te fuercen a comerla, y no te das cuenta hasta que decides parar un poco y mirar.

La dinámica general es carne, carne, carne. Si comes fuera en bares o restaurantes la mayoría de locales tienen como mucho una opción no cárnica en los segundos. Realmente existen muy pocas alternativas, a no ser que vayas directamente a sitios específicos vegetarianos o veganos, dónde tengan oferta que no sea una ensalada iceberg.

Y si vas a comer a casa de tus amigos directamente no existe la opción sin carne. Me sorprende esa obsesión carnívora, si se puede vivir perfectamente igual con proteína vegetal o con pescado de vez en cuando y comiendo fruta, verdura, vegetales y legumbres, ¿por qué no hay más opciones en los menús y en los bares?

Si vas a comer a casa de tus amigos directamente no existe la opción sin carne.

Falta cultura de cocina vegetariana que sea sabrosa y molona, que existe, yo la he probado. Llevo tres meses sin comer carne y me pregunto por qué cuesta dejar de comerla casi tanto como cuesta dejar el alcohol. Ojalá cambie la cosa y se normalice con el tiempo, a poder ser antes de que se fundan del todo los casquetes polares.

Y si no tendremos que quitarnos la máscara de come hierbas moderados y asesinar a toda la gente que come carne. Que no, que es broma. Dejaremos que os revienten las arterias de forma natural.

Texto: Ferran Capo

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