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Cómo Europa ha logrado convertir a Brasil en su colonia alimentaria

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Un informe demuestra que Europa esconde en el aire, los ríos, los suelos, las casas y las venas de todos los brasileños lo que está prohibido en el viejo continente

Rosa Molinero Trias

19 Diciembre 2017 16:12

De todas las verdades, las más peligrosas son las que incomodan: nunca sabes cómo va a reaccionar el receptor. Y menos cuando esa verdad debería avergonzar a toda Europa. Lo sabe Larissa Mies Bombardi, profesora del Laboratorio de Geografía Agraria de la Universidad de São Paulo, que ha analizado cómo Europa importa productos cultivados con agrotóxicos en Brasil que están prohibidos en suelo europeo.

Esto no solamente significa que tus compras puedan tener residuos de pesticidas. Significa también que Europa está aplicando la misma lógica que se establecía entre las colonias y la metrópoli en un imperio. Es decir, que aprovechando la legislación más laxa de Brasil, compra productos cultivados por empresas que están contaminando gravemente la tierra y los acuíferos, que han desplazado forzosamente a sus habitantes, que causa conflictos sociales y que emplea mano de obra en condiciones de esclavitud.

En el estudio que ha llevado a cabo la científica, Geografía del uso de los agrotóxicos en Brasil y conexiones con la Unión Europea, se indica que, en total, Brasil autoriza el uso de 121 pesticidas y herbicidas diferentes, 30 de los cuales están prohibidos por la Unión Europea. Y eso solamente en los cultivos de soja. En el caso del café, se pueden usar 150 agrotóxicos y el empleo de 35 de ellos es inimaginable para cualquier agricultor europeo. Lo mismo para los cítricos: 166 agrotóxicos permitidos, 33 de ellos prohibidos en Europa. La mayoría de estos químicos fueron prohibidos por la Unión Europea desde hace 15 años.

Larissa Mies Bombardi

Pero las diferencias no terminan ahí: estos agrotóxicos pueden aplicarse en cantidades mucho mayores en Brasil que en Europa. Igualmente, los niveles de residuos de los mismos son más elevados.

Por ejemplo, mientras que el glifosato en Europa tiene una media máxima de 2 kg por hectárea, en los estados brasileños de Rio Grande Do sul, Paraná, Goiás y Mato Grosso, es de entre 9 y 19 kg por hectárea.

Así, se permite que los residuos en el café sean 10 veces mayores (0,1mg frente a 0,25 mg), en la caña de azúcar 25 veces mayores (0,05mg/kg frente a 1mg/kg) y en la soja, 200 veces mayores (0,05 mg/kg frente a 10mg/kg).

Larissa Mies Bombardi

Lo mismo sucede con otros agrotóxicos y con otros productos que importamos de Brasil, principalmente cacao, celulosa, uvas, almendras, naranjas, soja, café, azúcar de caña, tabaco, plátanos, algodón, arroz, piñas y manzanas.

Pero es que incluso las judías, el feijão, símbolo por excelencia de la gastronomía brasileña y plato nacional, se ve afectado por unas cifras terroríficas: la malationa es el insecticida más empleado en su cultivo y se permiten cantidades de residuos 400 veces mayores que en la UE (0,02 mg/kg frente a 8mg/kg).

Larissa Mies Bombardi

Como dicen en el prefacio, el estudio de Larissa Mies Bombardi, que ha transformado los datos analizados en una serie de mapas que configuran un atlas, permite “apuntar una verdad muchas veces intangible, escondida y evasiva. Una verdad que no está bien, que se filtra en nuestro aire, nuestros ríos, nuestros suelos, nuestras casas, nuestras venas y puede ser nombrada".

"Se puede distinguir. Es comercializada y su venda se impone a los agricultores pobres. Sus diferentes nombres están en inglés, francés y alemán. Esos nombres son infiltrados por los laboratorios en Washington, Londres, París y Berlín, a partir de los corredores abiertos haciendo la vista gorda por los gobiernos y científicos sin escrúpulos entrenados para concentrarse en problemas inmediatos y no en crisis globales”.

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