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Europa da luz verde al consumo de insectos

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Ya es legal vender, servir y comer gusanos fritos en todos los restaurantes europeos

Rosa Molinero Trias

18 Enero 2018 15:58

Bichos para todos. Así se resume grosso modo una de las nuevas regulaciones respecto a la venta de insectos dentro de la Unión Europea. Mientras que hasta ahora cada país decidía si podía servir grillos horneados o gusanos fritos, a partir del día 1 de enero los países miembro podrán comercializar gusanos, grillos o saltamontes.

Los insectos se incluyen por primera vez en la ley que regula lo que en la Unión Europea se considera un “alimento”, la llamada “Regulación de los Nuevos Alimentos”, cuya última reforma cambia algunos de los criterios establecidos en 1997. En esta regulación se incluyen todos aquellos alimentos que los europeos no consumían de forma global y habitual antes de 1997 (como la jaca o la maca).

Las principales reuniones para definir el nuevo estándar se llevaron a cabo con especialistas en seguridad alimentaria del gobierno tailandés, un país donde las insectos forman parte de la dieta habitual.

Así, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) estará a cargo de controlar el comercio de insectos, que ha causado controversia durante muchos años: unos países los permitían, como Países Bajos y Suiza, otros lo prohibían, como Italia. En cambio, al otro lado del charco, California lidera el mercado de los insectos con marcas como Don Bugito, que los vende en forma de snacks aliñados con lima y chile, por ejemplo.

Sin embargo, no se ha dejado de hablar del potencial de los insectos como alimento del futuro. Su alto valor nutricional y su bajo impacto medioambiental los convierte en el candidato perfecto para alimentar a una población mundial que se prevé que aumente hasta los 9 billones en 2050, según la Organización de las Naciones Unidas.

Marcel Dicke, un científico que investiga las relaciones entre plantas e insectos en la Universidad de Wageningen (Países Bajos), tiene claro que deberíamos estar comiendo gusanos. Y recuerda que el 80% de la población mundial es entomófaga, es decir, que come algún tipo de los 6 millones de insectos distintos que habían el mundo.

Pero hace tiempo que existen los defensores del consumo de insectos en Occidente. En 1885, Vincent M. Holt firmaba un manifiesto titulado ¿Por qué no comemos insectos? (Why not eat insects?), en el que defendía la tesis que el valor nutricional de los insectos era bueno para todos, pero que en especial podían resolver las deficiencias nutricionales de la clase trabajadora. Mencionaba las culturas que los incorporan a su dieta y cuestionaba los remilgos de la occidental, que tiene un tabú importante en llevarse un saltamontes a la boca pero en cambio, con las langostas, no hay problema.

Desde el lobby de los insectos, el Platform of Insects for Food and Feed (IPIFF), recordaron que los insectos son un alimento más eficiente para el ganado y que su cría emite menos gases invernadero que las terneras o los cerdos, lo que junto a su alto valor nutricional los convierte en los candidatos ideales para alimentar un población mundial que crecerá hasta los 9 billones en 2050, según la Organización de Agricultura y Alimentación de las Naciones Unidas.

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