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Aquí ya van a prohibir las bebidas energizantes a menores de edad

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¿Una medida a exportar a todo el mundo?

Rosa Molinero Trias

03 Septiembre 2018 18:12

Siguiendo la estela de Lituania y Letonia, Inglaterra ha decidido prohibir la venta de bebidas energéticas a niños. Es un paso más en la carrera contra la obesidad infantil que empezó con el polémico impuesto sobre el azúcar y que siguió con los programas de detección de enfermedades metabólicas para mayores de 40, los cursos de alimentación sana y con la retirada de anuncios de comida basura en el transporte público de Londres.

La medida prevé prohibir en Inglaterra (aunque Gales, Escocia e Irlanda del Norte podrán adoptarla si lo desean) la venta de bebidas que superen los 150 miligramos por litro a menores, cuya edad límite (16 o 18 años) todavía está por debatir en la consulta pública que el ministerio de sanidad británico ha abierto esta semana.

Sus grandes cantidades de azúcar (un 65% más que los refrescos convencionales) convierten a las bebidas energéticas en un enemigo de la dieta equilibrada. Pero la mayor preocupación de los expertos tiene que ver con la cafeína. Cada 250 ml de bebida energética tiene de media unos 80 mg de cafeína, pero es habitual que los formatos sean mayores, de hasta 500 ml, o que las latas más pequeñas concentren todo el poder energizante de las grandes. Unos 160 mg de cafeína ya podrían ser tóxicos para un niño de 14 años, en cifras de la British Nutrition Foundation.

“Nuestra preocupación es que no sabemos qué efectos tiene la cafeína en los niños y no lo podemos estudiar. Nos angustia que los niños se tomen dosis enormes de cafeína y azúcar y que sea perfectamente legal”, señalaba Ursula Philpot para la BBC.

Las bebidas energéticas se han vuelto habituales en la dieta de niños y adolescentes, que las consumen mucho más que los adultos. Así lo demuestran las cifras del National Health Service (NHS) británico: el 63% de chicos y el 58% de chicas de entre 16 y 24 años y de un cuarto de los niños de entre 6 y 9 años son sus grandes consumidores.

En ocasiones más baratas que los refrescos pero tan dulces como estos, ofrecen además algo nuevo y deseado: la experiencia de sentirte mayor con solo doblar una chapa, gracias al rush de cafeína y su diseño “adulto”, aunque lleves una bolsa de golosinas en una mano, una lata más grande que tu cabeza en la otra, y los libros de texto en la mochila.

Además, las marcas se han hecho fuertes en el patrocinio de eventos musicales y torneos deportivos, hasta el punto que se las ha asociado como bebida para la fiesta y para hacer deporte.

La queja sobre la impunidad de las bebidas energéticas hace tiempo que se repite. El sindicato de maestros NASUWT lleva desde 2016 trabajando para alertar sobre las efectos que acarrean las bebidas energéticas en el comportamiento de niños y jóvenes, que en la escuela se traduce en clases alborotadas por alumnos sobreexcitados a causa del “colocón legal” de azúcar y cafeína.

Incluso ha llegado a ser común para algunos niños que una lata de bebida energética sustituya al desayuno, tal y como destacaba el chef Jamie Oliver, que a principios de este año impulsó la campaña #NotForChildren para pedir su prohibición.

También causan furor como método para vencer al sueño: “Los niños suelen automedicarse con ellas para quedarse despiertos jugando a videojuegos y ese tipo de cosas”, indicaba Philpot.

Las muertes de Davis Allen Cripe y Justin Bartholomew, relacionadas con el consumo de bebidas energéticas, han sido la última llamada de atención sobre la popularización de las mismas en un público menor de edad que, en un 16% de los casos, las está consumiendo de forma “crónica alta”, según aseguró el último estudio de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA).

La única duda que está generando la prohibición en los propios impulsores es la siguiente: ¿prohibir la venta de bebidas energéticas a menores supondrá que las sustituyan por refrescos azucarados? La respuesta del gobierno es afirmativa: se espera que el 90% de bebidas energéticas sean reemplazadas con refrescos altos en azúcar. De momento, no se ha hablado de una estrategia de un cariz más didáctico que acompañe a la prohibición para que no solamente se consiga reducir la cafeína de la dieta de los niños, sino también el azúcar.

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