Cristales rotos: antiespecistas atacan comercios en Francia

Aparentemente, Lille es una ciudad tranquila. A los pies de la frontera belga y con la típica economía que ha pasado de depender de la industria automovilística y minera a hacerlo del sector servicios, con excepción de algunas revueltas en 2005 -que sacudieron por otro lado a casi toda ciudad francesa de tamaño considerable-, hay paz social. O por lo menos hasta ahora.

Los antiespecistas han pasado a la acción en la ciudad.

Su última acción fue, hace menos de un mes, pintar el monumento a las más de 20.000 palomas mensajeras que murieron en Francia durante la Primera Guerra Mundial. En la Francia ocupada, los nazis instaban a los ciudadanos a disparar a estos animales como enemigos. El mensaje de la inscripción ahora era conciso: Stop especismo.

Pero no ha sido la más sonada. Antes, colectivos contrarios a la discriminación y explotación animal ya habían atacado varios comercios dedicados a la venta de carne, pescado o queso. Es una práctica que los propietarios están denunciando desde el mes de abril. Se estima que la reparación de los locales, tras haber recibido pintura y haber sido rotos por pedradas sus vidrios, cuesta entre 3.000 y 10.000 euros. También han sido dañados restaurantes como Canard Street, cuyos dueños aseguran no haber recibido amenazas previas.

La tensión ha crecido en Lille hasta el punto de que la Confederación Francesa de Charcuteros ha enviado una carta pidiendo mayor seguridad y protección al ministro del Interior Gérard Collomb.

Por su parte, el colectivo L214, activo en la ciudad, se ha querido desmarcar de estas acciones. "No son los modos de actuar que promovemos. Hacemos sensibilización para el gran público, con stands de información. La estrategia es atraer a la sociedad, no ponerla en nuestra contra", dice Camille Ots, líder de la organización. Subraya además que estos escaparates rotos crean divisiones, incluso en el seno de la propia comunidad animalista.