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El hombre que nos enseñó a comer es un fraude

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Han retirado 13 artículos de Brian Wansink, el científico de la alimentación más leído del mundo

Rosa Molinero Trias

20 Septiembre 2018 17:39

“El gran experto sobre cómo nos alimentamos”. Así se conocía a Brian Wansink, profesor de la Universidad de Cornell y director del Food and Brand Lab al que se le han retirado 13 estudios de revistas académicas. La investigación que han llevado a cabo científicos y periodistas revela que Wansink, que ha sido citado más de 20 mil veces y cuyos artículos han ocupado miles de titulares en los medios, tiene un historial de publicaciones elaboradas de manera fraudulenta.

Estos son algunos de las hipótesis que no habrían sido probadas de manera científica:

1. Los niños comen más vegetales si se les da nombres atractivos como “la zanahorias que te hace tener visión de rayos X”.

2. La comida más cara siempre sabe mejor.

3. Los niños elegirán comer fruta en lugar de galletas si esta lleva una pegatina atractiva, como de Barrio Sésamo.

4. Conocer los beneficios de la soja motivan al consumidor a comerla.

5. Las personas comeremos toda la sopa que nos vayan rellenando.

6. No importa que la comida sea rancia y mala si se sirve en grandes cantidades, porque la gente la comerá igual.

En total, más de 250 artículos académicos durante 20 años de ciencia corrupta que han llevado a Wansink a tener una presencia continuada en los medios, a recibir financiación pública y privada, a influir en la industria alimentaria y en las políticas públicas de los Estados Unidos. Por ejemplo, dirigió el comité sobre directrices alimentarias del Departamento de Agricultura de EE.UU y suyos son los consejos para que los aperitivos se empezaran a empaquetar en formatos de 100 calorías que los fabricantes creyeron a pies juntillas. Su mensaje que caló más hondo: el entorno afecta a lo que comemos y cómo lo comemos, es decir, que tiene mayor impacto en nuestro peso que nuestra dieta o la actividad física.

Por el momento, a parte de los 13 estudios que han sido despublicados (6 de ellos en la prestigiosa Journal of the American Medical Association), 15 han sido corregidos y 52 de sus publicaciones han sido puestas en entredicho contener errores que son entre graves y menores, como manipulaciones de estadísticas y planteamientos erróneos de estudios. Todos ellos se han recopilado en el llamado “Informe Wansink”, en el que han trabajado los últimos 14 meses científicos de todo escépticos con sus investigaciones.

Además, los investigadores han hecho constar las indicaciones, valoraciones y otros mensajes sospechosos que figuraban en los correos de Wansink a los que han tenido acceso y que corroborarían el fraude: en ocasiones habla de hacer “ajustes” para que los resultados brillen, en otras “de hacer un poco más de magia” o de “reinventar el mundo de la estadística para una revista de impacto”. En palabras de Stephanie M. Lee, periodista para BuzzFeed News que participó en la investigación, Wansink desarrollaba “lecciones alimentarias que tuvieran un gran titular para que pudieran ser pasto de las masas”.

En resumidas cuentas, el profesor ofrecía solamente los datos más favorables de la investigación y los hacía encajar en una hipótesis intuitivamente lógica y jugosa que habría formulado a posteriori. Prácticas flagrantemente dudosas como esta, que él mismo sugería en un post de 2016 en su blog en el que trataba de dar consejo a los investigadores para triunfar en el mundo de la ciencia, fueron las que terminaron por incriminarle. Pese a todo, Wansink defiende su inocencia para BuzzFeed News y afirmaba: “Defiendo y estoy inmensamente orgulloso del trabajo que he hecho en el Laboratorio”, a la vez que reconocía que atraer la cobertura de los medios es una parte central del Food and Brand Lab para ser “accesible y tener impacto”.

Para los científicos críticos con el modelo actual de publicaciones y el mundo científico, el caso Wansink es un ejemplo de que cuantos más papers publiques, más publicidad, más financiación y más fama, no importa a qué precio. En palabras de Nick Brown, el estudiante de la Universidad de Groningen que ha diseccionado el trabajo de Wansink durante un año: “Lo que hacen es que una cantidad muy pequeña de ciencia llegue muy lejos cuando la distribuyen y la cortan con agua y almidón modificado. El producto resultante, que es el artículo, está diseñado y publicitado antes de que se lleve a cabo”.

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