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"Soy un hombre mayor con anorexia, pero para los médicos soy invisible"

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Los jóvenes que normalmente sufren anorexia podrían ser sus nietos. Pero esta vez el enfermo es él

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04 Julio 2018 14:39

Una enfermera mira los resultados de sus pruebas.

El diagnóstico no da lugar a la duda: sus células no obtienen suficiente energía de los carbohidratos y su cuerpo ha comenzado a usar sus propias grasas. Es un síntoma familiar en personas con diabetes o con un trastorno alimentario severo, como la anorexia.

"No soy diabético, así que… ¿en qué situación me deja eso?”

Así empieza el texto que ha enviado una persona anónima a Metro. Su objetivo es dar a conocer lo que pasa con muchas personas mayores con trastornos alimentarios. A ojos de los profesionales de la medicina todos sus problemas tienen que ver con su edad avanzada. Y nadie se cree de buenas a primeras que puedan tener anorexia, un trastorno alimentario siempre vinculado a las personas jóvenes.

"¿Cómo va a preocuparse tanto por su imagen alguien de edad avanzada? ¡Y aún más siendo hombre!". Y lo más importante: "¿Cómo puede padecer este trastorno alguien que tiene la edad para ser abuelo de las personas anoréxicas?" Este puede ser el proceso mental por el que pasa un profesional de la medicina. Mil respuestas médicas lógicas pasarán por sus diagnósticos antes de que la verdad asome la cabeza.

La cuestión es que el caso de este hombre es sintomático. Su vida debería ser un camino de rosas hasta el día de su muerte. Tiene un trabajo estable que le motiva. Es feliz con su mujer. Y sus tres hijos son mayores y autosuficentes. Pero algo falla. Sufre anorexia y lamentablemente tiene todas las papeletas para ser invisible porque no da con el retrato robot de una persona anoréxica. No importa que su discurso pida auxilio a gritos con cada palabra: “simplemente no como lo suficiente. Creo que estoy gordo”.

Si ve una foto de si mismo ve a un viejo gordo. No se mira a los espejos porque el reflejo duele. Todo lo opuesto a la película El curioso caso de Benjamin Button donde Bradt Pitt pasa de viejo decrépito a joven fortachón.

Aún recuerda la primera vez que un médico le dijo que tenía “un poco de sobrepeso”. Hace 15 años de eso, pero no lo ha podido borrar de su mente: “decidí que el médico tenía razón y que realmente necesitaba bajar de peso, así que comencé a reducir el consumo de alimentos”. El desayuno se podía evitar, un snack ligero de almuerzo y una pequeña comida por la noche.

Este severo régimen empeoró las cosas. Se veía a si mismo como una persona repugnante. Sus visitas al médico siempre seguían el mismo curso. Cuando se enteraban que tomaba antidepresivos, los problemas de falta de alimentación pasaban a segundo plano. Cuando se decidía a pedir ayuda, una pregunta le quitaba la idea de la cabeza: “¿qué diablos hace un hombre de sesenta años apareciendo en una clínica de trastornos alimenticios?”

Sin la ayuda necesaria ya no recuerda la última vez que tuvo una relación "normal" con la comida. “Tendría que retroceder décadas para recordar la última vez que comí una comida de tres platos y ciertamente no podría imaginarme haciendo eso ahora, ni siquiera en una ocasión especial”. Su familia evidente mente se preocupa por él: “Mis hijos mayores me instan a comer más (y beber menos) y mi esposa hace todo lo posible para que termine de comer”. Tampoco como con mis compañeros de trabajo porque notan que como cantidades muy pequeñas: “todos los demás hombres comen cantidades tan grandes.”

Cuando cree que ha comido demasiado se castiga durante el resto del día. “beberé alcohol en lugar de enfrentarme a los alimentos”. Bebiendo su apetito desaparece. Su estado de salud empeora, pero cada vez que va a un medico nadie le hace la pregunta que espera desde hace años: ¿Por qué comes tan poco? Es culpable por no decirlo él mismo, pero no puede. Espera una ayuda que no llega.

La última vez que acabó en el hospital se armó de valor y le dijo al médico a una enfermera que no había comido nada durante los dos últimos días. "¿Eres diabético?", preguntaron ambos. "Les dije que no y ese fue el final”.

Debe ser frustrante e incluso descorazonador.

Notar que tu enfermedad no existe.

Asumir que eres invisible.

[Vía METRO]

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