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Artículo El nuevo corto de Pixar y "los 10 minutos más confusos de mi vida" Food

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El nuevo corto de Pixar y "los 10 minutos más confusos de mi vida"

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Un dumpling logra que el espectador no sepa si reir o llorar: “Este corto no estaba hecho para ti"

Marc Casanovas

02 Julio 2018 13:04

Quizás será lo mejor que le ha pasado a la gastronomía en lo que se refiere al cine en 2018, pero el primer corto de Pixar dirigido por una mujer tiene algo muy desconcertante para la mayoría de espectadores.

Y curiosamente ese "ALGO" es lo que más está enamorando al resto.

“Los 10 minutos más confusos de mi vida”

'Bao' es el cortometraje previo al visionado de 'Los Increíbles 2'. Diez minutos sublimes llenos de sentido y sensibilidad donde cada detalle se trata con mimo para honrar a la cocina china, una cultura gastronómica milenaria resumida en un dumpling que cobra vida para rellenar el síndorme del nido vacío de una madre.

Las primeras reacciones de los espectadores con el estreno en Estados Unidos dejan bien a las claras el bloqueo. La gente no sabe si reír o llorar. Evidentemente esto no es nada nuevo ni malo. Demuestra que el mensaje es más complejo de lo que se espera para una producción con público mayoritariamente infantil. El problema viene cuando puede parecer que no sabes si reír o llorar porque no eres el público al que va dirigido.

“Este corto no estaba hecho para ti"

Es la polémica respuesta al tuit de una chica adolescente que decía: “Los 10 minutos más confusos de mi vida”. Como si la confusión fuera mala...

¿Pueden 10 minutos de un corto de Pixar excluir voluntariamente a una comunidad? ¿Emocionan sólo a la comunidad china y se olvidan del resto de espectadores? Por supuesto que no y aún menos si se utiliza la comida como puente para conectar los espacios en blanco.

Pero algo está pasando en las redes cuando el debate racial asoma la cabeza:

“Durante este corto, las personas blancas de mi alrededor no paraban de reírse y pensar en lo estúpido que era mientras yo pude volver a experimentar mi relación con mi madre durante 10 minutos”.

Lo que introduce la queja de este tuit es el factor cultural heredado. Lo que para algunos puede ser una experiencia vital, para otros pasa a ser un momento incómodo: “es desconcertante que empiecen a caerte lágrimas silenciosas en el cine cuando las personas que te rodean se ríen y comentan en las redes sociales lo "tonto" que fue el corto .Cuando tú lo único que quieres hacer es compartirlo con tu madre”, dice Petrana Radulovic para Polygon. Esta periodista sintió una conexión especial con el corto por ser hija de dos inmigrantes asiáticos. Una conexión que se agrandó al ver que el resto del cine no conectaba con la trama de la misma forma.

"El público blanco consume todo el arte como si fuera la única audiencia prevista"

Pero, ¿por qué ha pasado esto? “Existe la expectativa en muchas comunidades asiáticas de que los niños permanezcan con sus familias hasta el matrimonio, una elección de estilo de vida que a menudo se yuxtapone con la noción occidentalizada de niños que salen de la casa a los 18 años y no regresan. Es una lucha de dos normas culturales que a menudo tienen que enfrentar los hijos de inmigrantes de todos los orígenes, y verla en la pantalla fue una experiencia emocional para muchos”, dice Petrana.

Es ese deber de protección familiar que entra en juego a través de la comida y que se agranda si marchas a vivir a un país desconocido. Este choque cultural ha traspasado la pantalla y algunos no han sabido gestionarlo:

"Otro problema con falta de representación: el público blanco consume todo el arte como si fuera la única audiencia prevista porque el arte fue hecho por y para los blancos y cuando finalmente no lo es, lo ridiculizan o no pueden apreciarlo porque no pueden empatizar".

PlayGround habló en la sede de Pixar con Domee Shi, la directora del corto, donde ejemplifica el poder del simbolismo cultural a través de la comida: “Mamá, siempre preocupada de que estuviese a salvo, me trataba como si fuera su pequeño y precioso dumpling. Mi familia había migrado de China a Toronto y, como mi padre trabajaba mucho, la mayor parte de tiempo la pasaba con mi madre: íbamos juntas a la escuela, hacíamos juntas los deberes, pasábamos las vacaciones juntas. Cuando empecé a crecer, la notaba tan presente en mi vida que me resultó sofocante. Es ese tipo de amor de madre, dulce y malrollero a la vez, el que quise trasladar al corto”.

Es precisamente esto lo más emocionante de 'Bao'. Un dumpling relleno de capas de subtexto de digestión compleja. Esa incomodidad de muchos y esas lágrimas de otros demuestran la clarividencia del mensaje de la directora que ha apostado por darle a la comida todo un bagaje cultural e histórico mezclado con emociones. Y esto es algo que nunca hay que teñirlo de problemas raciales inventados de la nada. Tan solo es cuestión de empatía y curiosidad por conocer lo desconocido. No entrar en el juego es como ir a un restaurante chino y pedir unos macarrones con tomate y queso.

Solo así el simbolismo de la comida puede hacer la debida magia.

"Este corto de Pixar nos habló a mí y a mi familia. Muy conmovedor. No lo siento si obligaba a la gente a reconocer que existe otro matiz cultural aparte del suyo."

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