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Una gran huelga campesina amenaza con dejar sin vegetales a la India

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REUTERS
 

Hoy es el séptimo día que los huelguistas no permiten la entrada de alimentos frescos a las grandes ciudades

Rosa Molinero Trias

07 Junio 2018 16:56

Hoy se cumple una semana de la huelga de campesinos que se ha levantado a lo largo y ancho de la India. Estrangulados por la deuda, la pobreza creciente y el olvido del gobierno, de los medios y de sus compatriotas, el campesinado indio ha dicho basta y estará hasta el día de 10 junio reivindicando unas peticiones cruciales para su supervivencia, a saber, la condonación de las deudas contraídas, la fijación de unos ingresos mínimos y unos precios más altos para sus cultivos y la seguridad de que no se les usurparán sus tierras.

Rajanish Kakade/AP

Hasta el momento, las protestas están siendo pacíficas, pero con un recuerdo muy vivo de los 5 manifestantes que murieron disparados por la policía en un enfrentamiento en Mandsaur (en el estado de Madhya Pradesh). Sin embargo, la tensión escala día por día ante el aumento de los precios de los vegetales. Por ejemplo, las cebollas han pasado de costar 601 por quintal a 880 en el principal mercado del país, que vio como su suministro caía en un 97%. Las directrices del Rashtriya Kisan Mahasangh (el Gran Sindicato Nacional de Campesinos, que aglutina a más de 130 organizaciones campesinas) para esta huelga han sido claras: durante diez días, los campesinos no irán a los mandi (mercados) de las ciudades a vender sus productos, pero sí podrán hacerlo en sus pueblos.

“Estamos distribuyendo la leche y los vegetales a los pobres y necesitados, pero hemos decidido no venderla. La idea básica es subrayar la situación de los campesinos que han sido ignorados por el gobierno", explicaba para Reuters Ramandeep Singh Mann, un campesino del Punjab que se ha sumado a la huelga. Sin embargo, la mayoría de medios locales, tal vez por el temor de que la huelga se expanda a 22 de los 29 estados indios, como prevé la organización, se han hecho eco de algunas acciones muy marginales, como el vertido de leche en la carretera o el volcado de vegetales en Fardikot para desacreditar a los huelguistas señalando el desperdicio de comida en el segundo país del mundo donde más personas pasan hambre.


Hoy en Madhya Pradesh, Maharashtra, Punjab, Rajasthan, Uttar Pradesh, Karnataka, Haryana y Chhattisgarh se protesta por una crisis que hace 20 años que dura, tal y como manifestaba Vandana Shiva ante la noticia de la huelga. También se hacía eco de la situación tan sólo hace dos meses P. Sainath, fundador de People’s Archive of Rural India, en una columna de opinión en The New York Times pronosticaba la debacle: “En la India, los campesinos enfrentan una crisis aterradora”, donde recordaba cómo en la huelga del marzo pasado, en la que 40 mil granjeros y campesinos sin tierra protagonizaron una marcha a pie de 180 kilómetros, algunos descalzos o con los pies envueltos en cinta aislante por no poderse permitir un calzado.

Las razones son múltiples. Las más recientes, la subida del precio del diésel y los pagos atrasados a los campesinos de la caña de azúcar en Uttar Pradesh, donde el mes pasado moría el jornalero Udayveer en huelga de hambre ante la pasividad del gobierno.

“Reto a cualquiera del partido Sangh (RSS) o del BJP (Bharatiya Janata Party, actualmente en el poder), a que nos diga una sola medida favorable para los campesinos implementada durante sus 15 años de mandato en Madhya Pradesh”, proclamaba Kakkaji para The Times of India, un campesino de 67 años que llamaba a la huelga a sus compañeros.

Pero, como decíamos, la tormenta se viene gestando desde la mitad de los años 90, ya que cultivar es cada vez más caro en la India, mientras que los beneficios y jornales se han estancado o reducido. El gran agronegocio convirtió el país en su laboratorio y, a día de hoy, todos los ingredientes para poder comer están en sus manos: semillas, fertilizantes, pesticidas. Tal y como explicaba P. Sainath: “Los sucesivos gobiernos han actuado en connivencia con las corporaciones y se han apresurado a secuestrar la agricultura India, anteponiendo los beneficios de unos pocos sobre muchísimos".

A esto se le suma la deuda acumulada por los campesinos y las reticencias de los bancos a seguir financiándolos desde finales de los 90, por lo que se ven forzados a pedir préstamos a acreedores que les imponen más de un 60% de interés anual, según contaba Sainath.

Pradeep Gaur/Mint

Es por eso que una de las principales demandas es la condonación de esta deuda, que costaría al estado unos 5.23 billones de dólares, es decir, unos 758 dólares por cada uno los 6.9 millones de campesinos que tiene el país. La falta de capital es esencial en un país afectado por sequías frecuentes, puesto que el acceso a los recursos hídricos también es una cuestión de recursos.

Las dificultades crecientes han causado el traslado de grandes masas de población del campo a la ciudad en busca de un trabajo que no existe para ellos, algo que ha derivado en una epidemia de suicidios, que se contabilizan en 300 mil entre 1995 y 2015 según el National Crime Records Bureau.

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