PlayGround utiliza cookies para que tengas la mejor experiencia de navegación. Si sigues navegando entendemos que aceptas nuestra política de cookies.

C
left
left
Reportaje La dieta del fin del mundo. Platillo 1: los insectos Future

Reportaje

La dieta del fin del mundo. Platillo 1: los insectos

27 Febrero 2020 02:08

H

Ilustración: Mariana Gutiérrez
 

¿Qué comeremos cuando ya no resulte sostenible consumir tanta carne? En esta primera entrega de "La dieta del fin del mundo", hablamos sobre insectos, proteínas... e Instagram

Si diste clic a esta nota es porque seguro ya has considerado que el panorama no es del todo alentador para el planeta y... no, la amenaza no es un meteorito ni una glaciación o una invasión alienígena, sino nosotros mismos: la humanidad.

Los hábitos consumistas —en este caso concentrémonos en la alimentación— están repercutiendo en el deterioro acelerado de todos los ecosistemas. Y sí, los carnívoros tenemos todo que ver con este problema.

Según las proyecciones de la ONU, de comités científicos y ambientalistas, para el 2050 seremos alrededor de 9 mil millones de personas en la Tierra —2 mil millones más que ahora— y eso obligará a que la producción de cultivos aumente entre 60 y 100%. A la par, ahora mismo, la cría de ganado consume el 30% de la masa terrestre (el equivalente al tamaño de Asia).

Al incrementar a este ritmo los espacios para siembra y pastoreo, vivir en 30 años será prácticamente inimaginable.

Entonces, ¿qué vamos a comer cuando nuestro alrededor luzca como escenario de Blade Runner (sin Ryan Gosling)? Hicimos una lista de cómo luciría el menú en un futuro distópico o cómo sería lo que hemos llamado la dieta del fin del mundo.

En esta primera entrega, hablaremos de un manjar antiguo que tiene mucho futuro, particularmente entre los actuales carnívoros en busca de proteínas.

Comeremos insectos, como Timón y Pumba

En México y algunos países de Asia y África el tema de la etnomofagia (comer insectos) no es novedad, pues los gusanos, grillos, hormigas, alacranes, arañas, termitas, larvas, escarabajos, langostas y demás bichos han sido parte de la dieta desde hace cientos de años. Aun así, es visto como una costumbre un tanto exótica porque aún se consume mucha carne, pero cuando ésta resulte incosteable, tendremos que recurrir a viandas viscosas pero sabrosas de insectos que son ricos en proteínas.

La ingeniera civil y ambiental Christine Costello, quien estudia el impacto ambiental de los animales de consumo, señala que más de la mitad de los cereales que se cosechan no son para consumo humano, sino para alimentar al ganado. En el podcast de ciencia Crazy Genius, de The Atlantic, explicó que a su vez, este ganado generan flatulencias y heces que se convierten en la sexta fuente generadora de gases de efecto invernadero.

Para ejemplificarlo mejor: dejar de comer carne ayudaría más a frenar nuestra huella de carbono que dejar de usar el auto.

Hay varias razones para vernos firmemente comiendo insectos como un plato cotidiano en unos 30 años. Criar insectos cuesta menos que criar ganado, consumen menos agua y no dejan una gran huella de carbono como sí lo hacen los rumiantes.

Se estima que hay mil 400 especies que son comestibles y ya se ha probado que no matan. De acuerdo con el doctor Alan Javier Hernández Álvarez, uno de los autores del estudio “Procesamiento de insectos comestibles: tecnologías tradicionales e innovadoras”, de la Facultad de Ciencias de la Alimentación y Nutrición de la Universidad de Leeds y la Universidad Veracruzana, aproximadamente hay 2 mil millones de personas alrededor el mundo que los come regularmente, aunque la investigación sobre el tema es relativamente nueva.

Sí, todas esas personas del "tercer mundo" ya se echaron la tarea de perder el asco y arriesgar la vida comiendo bichos para que el primer mundo ya sólo tenga que decidir ponerlos en una presentación más apetecible e ingerirlos sin riesgo.

Comer insectos de formas cool

En un futuro no creas que comerás —solamente— los insectos así salvajemente de la tierra o buscando bajo las piedras. La química en alimentos ya está haciendo lo propio para servirlos en una presentación más mainstream: snacks, barritas energéticas, la proteína del gym, salchichas o hamburguesas que podrás ver en tu supermercado favorito. O tal vez ya lo hace…

Como muestra, el laboratorio I + D, una empresa de cría de grillos llamada Tiny Farms, cerca de San Francisco (Estados Unidos) que hace comida para gatos y perros basada en grillos e insectos. En un siguiente paso está comenzar a hacer alimentos para humanos.

Holanda es uno de los países donde ya se invierte en investigaciones que digan cómo llevar una dieta basada en insectos y actualmente se hacen alimentos con diversos bichitos. Un ejemplo es lo que ocurre en Nordic Food Lab, que crea dulces con insectos para el famoso restaurante Noma del chef René Redzepi. En este lugar se experimenta con la etnomofagia, se sirven mangostas dentro de la pasta —como si fuese el elemento proteico crocante— y se usa la grasa extraída de las larvas de las moscas soldado negras para condimentar platos. También se prueba ya la harina hecha con insectos. Todo con miras a promover el uso de insectos como comida humana y para animales, para garantizar la seguridad alimentaria.

Estos grupos de investigadores y chefs como Redzepo quieren probar las bondades de los insectos, un recurso repleto de proteínas y rico en micronutrientes esenciales, como el hierro y el zinc. En el Instagram del chef se pueden ver algunos de los insectos que ha probado, como la hormiga mielera, que llega a albergar dulce en su vientre y alcanzar el tamaño de una uva, un postre exótico, sí, pero natural.

Para los habitantes de México, comer chapulines es tan común como encontrarlos como botana dentro del menú de un restaurante en Oaxaca. Lo mismo con los escamoles (hueva de hormiga), que se comen en tacos y son tan preciados como el caviar. Así mismo, el mezcal que ahora está tan de moda, se acompaña con una sal condimentada con gusanos. Restaurantes con los mejores chefs del país usan los insectos dentro de sus platos y bebidas.

Otros ejemplos de cómo se hacen alternativas alimenticias es New Harvest, innovación en agricultura celular que hacen carne con base en células madre, huevo sin gallinas y lácteos sin vacas. O Impossible Foods, que hace alimentos casi idénticos a la carne de puerco, res y cordero pero a base de plantas y suplementos. Sus productos se ven tan apetecibles que visitar su Instagram es babear la pantalla del teléfono.

No obstante los avances a respecto de suplir las proteínas de la carne con insectos, informes hechos por bioquímicos como Adrian Charlton, revelan que sí habría que seguir las investigaciones para llevar una dieta abundante en insectos, “pues estos también tienden a contener virus, bacterias y hongos que colonizan sus pequeños cuerpos”, dijo a la BBC que deben ser probado antes y, de ser insectos enteros, siempre estar limpios, sanos y criados específicamente para el consumo. De no hacerlo, esta que parece una solución maravillosa para una dieta futura, podría convertirse en un foco de enfermedades para humanos y ganado.

En realidad, no tendría por qué asustarnos este cambio de hábito alimenticio. Nos llega a horrorizar pensar en comer insectos no por el sabor (la mayoría de quien les tiene asco ni siquiera los ha probado), sino porque son pequeños y se suelen ver completos, con ojos, patas, antenas y exoesqueleto, pero ¿no sería igual o más horrible ver la cabeza de una vaca en la mesa en vez de un filete?

Lo que sí es posible vislumbrar es que para que sea cool y aceptado comer bichitos habrá que hacerle una campaña tan instagrameable y pinteresteable como con el aguacate.

share