PlayGround utiliza cookies para que tengas la mejor experiencia de navegación. Si sigues navegando entendemos que aceptas nuestra política de cookies.

C
left
left
Reportaje ¿Cuánto tiempo perdemos haciendo filas? Life

Reportaje

¿Cuánto tiempo perdemos haciendo filas?

15 Agosto 2019 23:09

H

 

En América Latina, el encontrarse con una fila pareciera más bien un simple acto de magia.

Si buscamos el significado de la palabra “fila” en el diccionario de la Real Academia Española, la definición con la que nos vamos a topar es corta y concisa: “Serie de personas o cosas colocadas en línea”. Una explicación breve, directa y bastante alejada del agobiante trajín que conlleva formar una simple hilera de seres humanos, sobre todo en Latinoamérica.

La realidad no miente: las filas o colas en nuestra querida región son un martirio de nunca acabar. Son esa relación tóxica de la que –aparentemente– nunca nos podremos deshacer. Una especie de síndrome de Estocolmo colectivo que nos arropa sin escape alguno, encontrando una belleza cautivante en la línea de personas más cercana.

En América Latina, el encontrarse con una fila pareciera más bien un simple acto magia. No importa la hora, si es de día o es de noche, si el sol está picante o la lluvia cae sin parar: si vas al banco, hay fila; si vas al cine; hay fila; si vas a un partido de fútbol, hay fila. Incluso, si compras un tiquete de avión con varios meses de anterioridad, pensando que este traerá de vuelta la paz interior que has perdido recientemente, lo primero que vas a ver una vez llegues a la puerta de embarque del aeropuerto, es un kilómetro infinito de personas haciendo fila para subirse al avión, a pesar de tener entre sus manos el pasabordo con su respectiva silla.

Pero, ¿a qué se debe esta particular manía de estar los unos detrás de los otros sin la más mínima muestra de incomodidad?

Una primera reflexión puede inferirse de las dinámicas de espera asociadas al particular mundillo del streetwear, donde miles de jóvenes esperan con fervor la llegada de nuevos productos a sus tiendas favoritas en ciudades como Nueva York, París o Tokio para comenzar su peregrinación de ensueño. Según comenta Jeff Carvalho, editor ejecutivo de Highsnobiety –una de las revistas más respetadas dentro del ámbito del streetwear–, “estos chicos no vienen para entrar en la tienda: solo quieren estar en la fila. La fila es la nueva comunidad, quieren ser parte de algo”.

People in line in front of Supreme store

Para nadie es un secreto que la infame burocracia juega un papel importante en las extensas colas de Latinoamérica, donde se puede gastar hasta medio día tratando de resolver un trámite administrativo. Según un estudio realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) a mediados de 2018, un ciudadano del común en Bolivia puede llegar a tardar hasta 11 horas en completar una diligencia frente a una ventanilla, mientras que los chilenos muestran ser los más eficaces de la región, demorándose en promedio dos horas para completar un trámite.

Asimismo, en el libro El fin del trámite eterno: ciudadanos, burocracia y gobierno digital, publicado por la editorial del BID en junio de 2018, se realizó un estudio comparativo entre los distintos países de América Latina con respecto al tiempo malgastado en los trámites “formales” del día a día. Con un promedio de 2,2 horas para efectuar un trámite, Chile vuelve a quedarse con el podio, seguido de Costa Rica y El Salvador con 3,1 y 3,2 horas, respectivamente. Por su parte, los países en los que la palabra trámite se convierte –literalmente– en todo un dolor de cabeza son Bolivia (11,3 horas), Perú (8,6) y Colombia (7,4).

Borregos-en-fila

Otra pregunta que nos puede dejar todo este embrollo burocrático es la siguiente: ¿acaso los bancos no tienen sucursales virtuales? De acuerdo con un informe presentado por la firma digital colombiana VeriTran en octubre de 2017, una persona pierde hasta 52 horas al año por culpa de las diligencias realizadas en las sucursales físicas de los bancos. Un poco más de cuatro horas al mes, sin contar el tiempo que le tome a la persona desplazarse hasta la entidad financiera.

De acuerdo con VeriTran, si esa persona hubiera optado por realizar esas mismas operaciones a través de las plataformas digitales de los bancos, se hubiera gastado solo una hora al mes, en lugar de las cuatro horas y media que refleja el promedio del estudio. “El usuario digital, aquel que hace un uso intensivo de la banca móvil o de la banca en línea, invierte solo 60 minutos por mes. Esto equivale a un ahorro de 3 horas de filas en los bancos”, asegura Marcelo Fondacaro, vocero de VeriTran.

De igual manera, hay quienes creen que esta especie de magnetismo que nos lleva a ubicarnos en hilera por pura inercia tiene cierto componente esotérico. Por ejemplo, según los expertos en interpretar los sueños, quien sueña con estar de primero en alguna fila está reflejando su seguridad para alcanzar el éxito total, mientras que aquel que se encuentra atrás o de último muestra la falta de confianza que tiene para poder cumplir sus responsabilidades, previendo un periodo de mala suerte donde estará expuesto al fracaso.

Estos análisis oníricos seguro han influido en otros estudios ligados a esta singular manía del ser humano. La psicología de la espera, por ejemplo, es una rama dedicada a explorar los procesos físicos, mentales y emocionales de las personas que pasan por el proceso de esperar en una fila o cola. Los investigadores de la psicología de la espera buscan constantes soluciones para minimizar al máximo el tiempo de espera, aplicando también estrategias para “engañar” a la persona afectada, creándole así una falsa percepción de que va a perder menos tiempo en dicha fila.

Por ejemplo, dos observaciones que han detectado estos estudios psicológicos es que una fila larga siempre será mejor que varias filas cortas, dado que al ver varias hileras de personas a su alrededor, la persona tiene la sensación que su fila es la que menos avanza. Algo similar pasa con el tráfico de vehículos, pues se ha comprobado que la espera se soporta con mucha más tranquilidad cuando se conoce el motivo del embotellamiento.

Fila-louis-vuitton-melanie-pongratz-unsplash

Las filas forman parte de nuestra cotidianidad y de nuestro folclor, pero eso no significa que debamos ceder ante su engañosa costumbre. Hoy en día existen miles de opciones virtuales que pueden ahorrarte la incómoda e innecesaria acción de pararte detrás de un grupo de personas por horas eternas. Así que la próxima vez que estén haciendo una fila, ojalá recuerden estas palabras cuando alguien se acerque para preguntarles: “¿esta fila es para qué?”.

share