Te levantas cansado. Sales de casa y sientes como si tus pulmones fueran ganando peso con cada paso. Tratas de obviar esa sensación, pero... imposible esquivarla. Y aún peor: sabes lo que viene luego. Las palpitaciones. Los hormigueos incómodos en cabeza y cara. Los miembros que van perdiendo sensibilidad hasta entumecerse. Los pinchazos en mitad del pecho. Los vértigos. Te paras unos segundos para intentar domar al monstruo pero... hostia joder corre que llegas tarde. Ya habrá tiempo de relajarse mañana. Siempre mañana. Hoy toca apretar los dientes y currar, como sea.

Si has sentido algo parecido de forma recurrente es posible que formes parte de ese 40% de españoles que padece ansiedad o depresión. Y si es así sabrás que esos trastornos pueden llegar a ser, en muchos casos, realmente 'invalidantes'. Para la vida, y para el trabajo.

Por eso cada vez más voces están lanzando una pregunta al aire:

Si la ansiedad incapacita y esa ansiedad tiene su raíz en el trabajo, ¿no sería lógico que fuera reconocida como enfermedad profesional?

Si la ansiedad incapacita y tiene su origen en el trabajo, en sus condiciones, ¿no debería ser considerada enfermedad profesional?

En la sede de la multinacional Honeywell en Barcelona muchos trabajadores llevan tiempo haciéndose esa pregunta, y al menos cinco de ellos creen que la respuesta es sí. Por eso han decidido pasar de las ideas a las acciones. Acciones en forma de demanda colectiva. La primera demanda en el Estado español que reclama el reconocimiento de los trastornos de ansiedad y depresión como enfermedad profesional.

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El caso de estos cinco trabajadores es especial porque su ansiedad está relacionada con un estrés muy concreto: la perspectiva de pasar el resto de su vida lidiando con la amenaza de haber estado expuestos a las fibras de amianto.

Según el comunicado difundido por la cooperativa de abogados Colectivo Ronda, que ha preparado la demanda, Honeywell utilizó amianto para la fabricación de pastillas de freno hasta el año 2002, cuando se prohibió su uso a nivel global. Pero la prohibición no acabó con los problemas. La amenaza para la salud de los trabajadores sigue ahí, latente. Las personas expuestas al asbesto tienen que someterse a exhaustivas revisiones médicas cada año dada su mayor probabilidad de desarrollar patologías como el mesotelioma y cánceres de pulmón, laringe y ovario. Y esa amenaza de por vida pesa. Esa sería la raíz de su ansiedad.

"El peor momento son estas revisiones anuales: esperar el resultado y confiar que será negativo", explica José Luis Gómez, uno de los demandantes y vicepresidente de la Asociación de Víctimas Afectadas por el Amianto de Cataluña (AVAAC).

Gomez asegura que convive "a diario con el miedo". Un miedo alimentado por los compañeros de trabajo que ya han perdido la vida o han sufrido secuelas por su contacto con el amianto.

Los demandantes alegan que su actividad profesional les causó episodios de ansiedad y depresión relacionados con la perspectiva de tener que controlar médicamente su exposición al amianto de por vida

Tras la demanda está la asunción de una supuesta gestión irresponsable por parte de Honeywell, que habría incumplido la normativa específica de protección de la salud de los trabajadores expuestos al amianto. Por eso los trabajadores solicitan una reparación por daños y perjuicios al considerar que su ansiedad nunca hubiera asomado “si la empresa demandada hubiera cumplido sus obligaciones en relación a la prevención y seguridad en el trabajo”.

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Según el Colectivo Ronda, las alegaciones de los demandantes se ven respaldadas por “las 17 sentencias que Honeywell acumula en lo que va de año” y que “hacen responsable a la empresa por las defunciones y enfermedades de ex trabajadores provocadas por la exposición al amianto en condiciones de falta de seguridad”.

La demanda cuenta además con el precedente de un fallo del Tribunal Superior de Justicia de París, que en junio de 2016 se pronunció a favor de los empleados de la empresa Bosch, que absorbió a la división francesa de Honeywell. El tribunal francés obligó a “indemnizar a 80 empleados por lesiones de ansiedad en relación con la exposición al amianto que habían sufrido estos trabajadores”.

Para Àlex Tisminetzky, abogado del Colectivo Ronda, es “perfectamente exigible” que la empresa se haga cargo de indemnizar a estos trabajadores “por el sufrimiento de una vida entera de angustia”. Ya es hora, dice, de “ver reconocidas sus afectaciones psicológicas con el mismo trato que se da a cualquier patología de origen laboral”.