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Así funciona el estrés, la gran epidemia de este siglo

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Los tiempos han cambiado y preparar constantemente nuestro cuerpo ante amenazas inocuas puede derivar en enfermedades cardiovasculares, insomnio, diabetes o depresión.

Maria Jose Santiago

14 Febrero 2020 11:18

Te diriges a una entrevista de trabajo y, de camino, notas un nudo en el estómago. Tu corazón se acelera, tu respiración se entrecorta y las manos te empiezan a sudar. ¿Pero por qué tu cuerpo reacciona de esta forma?

El estrés es una respuesta adaptativa que generamos para huir de un peligro y proteger nuestra vida, el problema es que, a menudo, nuestro cuerpo no distingue con claridad si la amenaza es real o imaginaria.

Según el Instituto Americano del Estrés (AIS), esta dolencia se define como una “tensión física, mental o incluso emocional” que se activa cuando percibimos algún riesgo. Ante cualquier posible amenaza, nuestro hipotálamo se activa y envía una señal a todo nuestro cuerpo para que se prepare para huir, o en el peor de los casos, para luchar. Es entonces cuando liberamos hormonas como la adrenalina, el cortisol o la noradrenalina.

La función de la adrenalina y la noradrenalina es acelerar el ritmo cardiaco, liberar células inmunológicas y enviar sangre desde el sistema digestivo hasta los músculos. Vamos, que preparan nuestro cuerpo para salir corriendo en cualquier momento de la entrevista. El cortisol es la propia hormona del estrés y, al ser liberada, se encarga de reducir la capacidad del cuerpo de sentir dolor y curar heridas, lo que genera un extra de energía para poder combatir la amenaza en cuestión.

Pero aunque este circuito, a priori, puede parece bastante “benévolo” en episodios de estrés moderados, el problema llega cuando pasamos de tener estrés puntual a pasarnos la vida estresados. Y eso ocurre porque estamos activando un circuito ancestral de respuesta a la supervivencia en una simple entrevista de trabajo.

En una situación de estrés normal, las hormonas que libera nuestro cuerpo afectan a nuestro sistema inmunológico, digestivo y cardiovascular. Una vez pasada la amenaza y tras el sobreesfuerzo de nuestro cuerpo para combatirla, volvemos a un estado basal, es decir, que nuestro nivel de energía es muy bajo. Por lo que si activamos constantemente este mecanismo, nuestro organismo puede sufrir desequilibrios que acaben generando ciertas enfermedades.

Diversos estudios han demostrado la relación entre el estrés y el desarrollo de problemas cardiovasculares, diabetes, insomnio, y depresión, así como problemas de memoria, disfunción sexual, pérdida de pelo, acné, fatiga y dolores de cabeza.

Que el estrés tenga un efecto antiinflamatorio significa que suprime nuestro sistema inmunitario, de modo que, a la larga, estamos más expuestos a contraer todo tipo de afecciones. Además, la sangre es más propensa a coagularse cuando activamos este mecanismo de defensa, por lo que el riesgo de sufrir una enfermedad del corazón aumenta si la situación se prolonga.

El estrés es la gran epidemia del siglo XXI. Lo que ha generado un boom de Apps para ayudar a relajarnos mediante la meditación, además de muchísimos libros de autoayuda. Llevar una dieta equilibrada, hacer algún tipo de deporte o ejercicio, y dormir lo suficiente son tres elementos clave para tratar de mantenerlo a raya. Otra técnica muy eficaz es plantear cualquier situación amenazante como un reto. Esto no significa que se elimine el estrés de la ecuación, pero solo así generaremos una tipología más “benévola” que nos ayudará a desarrollar nuestra resiliencia. Pero probablemente lo más importante sea no dejar que el estrés nos sobrepase durante un periodo de tiempo demasiado largo. Es entonces cuando no debería darnos miedo acudir a un especialista.

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