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Instagram prohibe los filtros que imitan los efectos de la cirugía estética

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Un estudio sugiere que podrían tener efectos negativos en nuestra salud mental

PlayGround

24 Octubre 2019 21:18

Puede que los filtros de perros y gatos nos parezcan inofensivos, pero cuando estos efectos nos estiran la cara, redondean nuestras mejillas o nos inyectan los labios con silicona digital la broma se vuelve algo más siniestra.

Diversas investigaciones sugieren que los filtros que alteran nuestro rostro pueden tener efectos negativos en nuestra autoestima y salud mental. Por eso Instagram ha anunciado que eliminará todos los filtros de realidad aumentada que representen o promueven de alguna forma la cirugía estética.

"Estamos reevaluando nuestras políticas, queremos que nuestros filtros sean una experiencia positiva para las personas", dijo un portavoz de la plataforma propiedad de Facebook.

Cuando la Academia Estadounidense de Cirugía Plástica y Reconstructiva Facial encuestó a sus miembros en 2017, el 55% de los cirujanos dijo que la motivación principal de los pacientes era verse mejor en selfies, en comparación con solo el 13% en 2016

Cada vez son más los efectos que cambian de forma virtual las características físicas de nuestras caras para que parezca que nos hemos sometido a algún tipo de tratamiento estético. Esta tendencia empezó en Snapchat y siguió con la última actualización de Instagram, que permitió a sus usuarios crear sus propios efectos virtuales, desde animaciones a filtros faciales personalizados, que pueden superponerse en imágenes y vídeos.

Entre los efectos más populares se encuentra Plastica, un filtro que imita de forma extrema los efectos de la cirugía estética, o FixMe, que incluso marca las “áreas problemáticas” de las caras con líneas y dibujos parecidos a las que usaría un cirujano antes de la intervención. Pero a pesar de su éxito, a partir de ahora será imposible volver a usarlos.

Una prohibición nada caprichosa

Un informe científico publicado el año pasado en la la revista médica estadounidense JAMA Facial Plastic Surgery sugería que las imágenes filtradas que "desdibujan la línea de la realidad y la fantasía" pueden desencadenar un trastorno dismórfico corporal (BDD), una condición de salud mental donde las personas se obsesionan con defectos imaginarios en su apariencia.

En los últimos años, psicólogos y cirujanos plásticos vienen alertando sobre una peligrosa tendencia: personas que solicitan procedimientos de cirugía estética para asemejarse a su imagen digital filtrada. Es decir, hay adolescentes operándose para conseguir la cara que tienen con filtros de Snapchat o Instagram. Es lo que se conoce como ‘dismorfia de Snapchat’ o 'selfie dismorfia' o ‘social media dismorfia’.

Aún así, en el caso concreto de los filtros que imitan los efectos de la cirugía estética, parece que las intenciones de sus creadores eran muy diferentes a los efectos que han acabado provocando. "Se suponía que era una crítica de la cirugía plástica, mostrando lo poco atractivo del proceso con las marcas y los moretones”, explicó el creador de FixMe, Daniel Mooney, a la BBC. Para él, el problema de fondo es otro. “Mientras las cuentas más seguidas en Instagram sigan siendo de personas mejoradas quirúrgicamente, eliminar los filtros no cambiará tanto las cosas”.

Este no es el primer paso que toma Instagram en esta dirección. El mes pasado anunció que empezaría a restringir todo el contenido relacionado con productos para perder peso, marcas de dietas y otros procedimientos cosméticos.

Del mismo modo, la plataforma anunció en febrero que eliminaría todas las imágenes gráficas de autolesiones de la plataforma como respuesta a la muerte de Molly Russell, de 14 años, que se suicidó en 2017 tras encontrarse con este tipo de contenido en la plataforma.

Todas estas decisiones pretenden minimizar el daño que pueda causar el contenido de las redes sociales en la salud mental de sus usuarios, especialmente en personas jóvenes o vulnerables. No obstante, son muchos los especialistas que señalan que estas consecuencias psicológicas parecen formar parte de un problema mucho más estructural.

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