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Cat Person: el cuento sobre relaciones íntimas que está cabreando a los hombres

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La historia que Kristen Roupenian ha escrito para The New Yorker es un íntimo retrato de la masculinidad heterosexual hegemónica que ha enfadado a muchos hombres

Eudald Espluga

12 Diciembre 2017 19:12

¿Por qué 'Cat person', el cuento que ha escrito Kristen Roupenian para The New Yorker, se ha vuelto viral?

Empecemos por la respuesta rápida: porque no puedes leer este cuento sin preguntarte si eres un ser repugnante en la cama, que no sabe ni besar, además de totalmente incapaz de entender qué pasa por la cabeza de tu pareja —aunque creas estar absolutamente seguro de estar dominando la situación en todo momento—. En otras palabras, 'Cat Person' te obliga a tener una opinión radical sobre lo que cuenta, a someterte a un profundo autoanálisis o a desechar su contenido por completo. Te interpela como actor social que despliega un rol de género en sus relaciones interpersonales. Y, especialmente si eres hombre, te hace sentir como una mierda.

Su efecto no puede reducirse al típico comentario de "no te dejará indiferente". Un puntapié en la espinilla o el gif de un oso panda haciendo la croqueta no te dejan indiferente, pero tampoco reclaman que tengas una opinión formada, ni que te posiciones con ellos o contra ellos. El éxito no radica solo en lo impactante de las imágenes que nos regala: una lengua deseada pero asquerosa revolviéndose en nuestra boca o las ganas de querer suicidarte después de follar. La viralidad de 'Cat person' funciona según otros parámetros.

El cuento que ha escrito Roupenian traza en muy poco espacio una afilada radiografía de los motivos, expectativas, silencios, concesiones y desilusiones con los que tejemos nuestras relaciones amorosas. De hecho, ni tan solo puede decirse que sea una (dudosa) historia de amor en tiempos de internet o en la era de Tinder. En realidad se trata de un relato bastante convencional sobre dos personas que se conocen, empiezan a enviarse mensajes, se gustan suficientemente como para tener una cita y acaban acostándose de forma bastante insatisfactoria.

'Cat person' escenifica la fragilidad de las convenciones heterosexuales que han regido nuestro imaginario sexual durante muchos años, devolviendo una imagen execrable pero terriblemente verosímil de la masculinidad hegemónica y de cómo nos relacionamos con ella.

Insatisfactoria para Margot, la narradora, puesto que es desde su punto de vista que vamos conociendo los hechos. No es una historia autobiográfica, pero como Roupenian ha explicado en una entrevista, está basado en un desagradable encuentro que tuvo con un chico que conoció en internet y que le sirvió como excusa para escribir sobre algunos temas sobre los que había estado reflexionando durante muchos años: la relación entre sexo, poder, género y consentimiento.

De modo que la respuesta no tan rápida, para entender su virialidad, sería la siguiente: porque 'Cat person' escenifica la fragilidad de las convenciones heterosexuales que han regido nuestro imaginario sexual durante muchos años, devolviendo una imagen execrable pero terriblemente verosímil de la masculinidad hegemónica y de cómo nos relacionamos con ella. Porque el cuento de Roupenian es en el fondo una investigación literaria sobre los ambiguos límites del consentimiento y el abuso de poder, mediados por las expectativas y lo que se espera de nosotros, especialmente de las mujeres.

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Por ello, todos aquellos miedos que han asaltado al varon blanco heterosexual tras el #metoo —un espanto que tiene que ver principalmente con su autoestima herida, con la desorientación que conlleva la potencial pérdida del privilegio y el cambio de las reglas del juego—, dejan de ser una amenaza abstracta y futura para convertirse en un escrito donde todos los hombres podemos reconocernos: Robert, el chico protagonista, no solo es un tipo brusco e inoperante con nula habilidad para el sexo, sino que su incapacidad para percibir los deseos y necesidades de su compañera ejemplifican con una brutalidad inusitada la banalidad del abuso de poder —un comportamiento normalizado y tolerado que nuestra cultura sexual ha invisibilizado sistemáticamente—.

No sorprende, entonces, que el efecto que ha creado entre el público masculino sea tan enorme que ya exista incluso una cuenta de Twitter que se dedica a recoger las reacciones de los hombres al cuento. Para ellos, claro, Robert es la víctima de una sociopata egocéntrica que juzga en exceso el comportamiento del pobre chico y 'Cat person' el síntoma de una moda perversa que antepone la seguridad de las mujeres a los sentimientos de los hombres.

Sin embargo, quizá lo más destacable del cuento de Roupenian sea que a diferencia de otros relatos virales que utilizan las posibilidades que ofrecen las redes sociales para crear una narración transmedia, como fue el caso de Bartual, o que se sirven del costumbrismo millennial para parodiar lo absurdo de nuestro día a día, como es el caso de las historietas de Querido Antonio, el fenómeno generado por 'Cat person' es estrictamente literario. Se trata de un cuento que consigue aquello que el novelista Milan Kundera la pedía a la literatura: que nos presente una imagen más compleja y ambigua de nuestra realidad inmediata.

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