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Artículo Intentó destruir las pruebas de su adulterio, pero su verdad acabó sabiéndose Lit

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Intentó destruir las pruebas de su adulterio, pero su verdad acabó sabiéndose

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Una historia de cuando Charles Dickens quemó todas sus cartas de amor

Alberto Del Castillo

17 Octubre 2017 06:00

De poco le sirvió a Charles Dickens quemar toda la correspondencia recibida durante 48 años: una carta, igual que cualquier otra forma de diálogo, está compuesta por dos partes y si una de las dos personas conserva la otra parte de la correspondencia, la conversación sólo se pierde parcialmente.

Receloso de su vida privada como aseguran sus biógrafos que era, Dickens cortó por lo sano, no esperó a que otros —a diferencia de Kafka, por ejemplo— cumplieran sus voluntades y acabó quemando todas sus cartas en la resaca de la separación con su esposa Catheryn, el 3 de septiembre de 1950. 

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Lo hizo para evitar suspicacias y cualquier tipo de habladuría: se decía que estaba enamorado de su cuñada. Y, aunque fuera cierto, en este caso la verdad era otra. Dickens se había separado porque rozando el medio siglo de vida se enamoró de Ellan Ternan, una actriz de teatro de dieciocho años.

Una figura, la de Ellan Ternan, que fue rescatada primero por la autora de dos de sus biografía, Claire Tomalin a través de un libro llamado The Invisible Woman. Y después por el actor y director Ralph Fiennes que, años más tarde, en 2013, dirigió una película de título homónimo.

Era tan feroz la rumorología alrededor de la vida privada de Dickens —cabe tener en cuenta que era una celebritie de la época—, que tuvo que escribir un comunicado que habría de ser portada en uno de los periódicos de entonces.

“Algunos de mis problemas domésticos —sobre los cuales no haré más observaciones, ya que son de naturaleza privada— se han ido arreglando poco a poco. Con la maldad, la locura o el salvajismo como base —o los tres quizás— han surgido ciertas tergiversaciones que son groseramente falsas, monstruosas y crueles”, escribía Dickens.

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Así pues, con el fin de evitar que otras personas actuaran con maldad, Dickens consideró apropiado encender una hoguera en el patio interior de su nueva casa y lanzar a ella toda la correspondencia.

Una medida desesperada de errático resultado: los académicos siguen recibiendo cartas escritas por él. Y estas cartas ayudan a esbozar con mayor precisión un perfil de Dickens casi 150 años después de su muerte.

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