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Un fantasma ayudó a Rio Ferdinand a superar la muerte de su mujer

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Publican el testimonio de Decca Aitkenhead, la escritora fantasma que acompañó al futbolista en el proceso de contar su propia tragedia

Eudald Espluga

31 Octubre 2017 15:38

Fue Homero quien, por primera vez, llamó "sombras" a los fantasmas. Quizá se refería a su incorporeidad, quizá a su oscuridad. Desde muy antiguo, los muertos son representados como espectros, como almas en pena. Tristes y de aspecto miserable, los fantasmas lloran y gimotean, no aceptan su condición.

De hecho, si nos fijamos en la función social que desempeñan, las apariciones de los muertos sirven para canalizar el proceso de duelo. Proyectamos en ellos nuestra pena y nuestro arrepentimiento, nuestra culpa y nuestro miedo. Zona gris entre dos mundos, los fantasmas permiten que negociemos con nuestras emociones: ejercen de interlocutores con las ausencias que nos rodean.

Por ello, no debe sorprendernos que fuera un fantasma quien ayudara a Rio Ferdinand a verbalizar su aflicción. El que fuera uno de los mejores centrales del mundo, y símbolo del Manchester United, quedó viudo a los 36 años. Su mujer, Rebecca Ellison, murió en 2015 a causa de un cáncer de mama, tan solo diez días después de que se lo diagnosticaran. A partir de ese día, Ferdinand se retiró del fútbol para dedicarse a cuidar de sus tres hijos. "Nadie está preparado para una perdida así", dijo en una de las primeras entrevistas que concedió.

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Su recuperación fue posible, en parte, gracias a la aparición de un fantasma: Decca Aitkenhead. Hasta ese momento, ella era simplemente una escritora. Pero en abril de este mismso año, recibió un correo en el que le explicaban que Rio Ferdinand había llegado a un acuerdo con la editorial Hodder&Stoughton y que el ex-futbolista había pedido explícitamente que fuera ella quien escribiera el libro.

En otras palabras: le estaba pidiendo que se convirtiera en su escritora fantasma.

Como explica ella misma en un artículo para The Guardian, en el que relata su experiencia, Aitkenhead no había ejercido nunca como escritora fantasma. De hecho, ni tan solo escribía biografías. Por si fuera poco, las condiciones del proyecto eran intimidantes: el libro tenía que estar terminado en 10 semanas.

Sin embargo, pronto empatizó con la historia de Ferdinand: "mi propia madre murió de cáncer de pecho cuando yo tenía una edad similar a la de sus hijos, o sea que sé lo que es ser una niña huérfana. Yo también enviudé inesperadamente joven y, como Rio, quedé como la única cuidadora de unos niños afligidos y traumatizados. Yo también sabía un poco por lo que tuvo que pasar Rebecca, pues estuve recibiendo tratamiento contra el cáncer de pecho hace dos años".

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Aitkenhead explica que se encontró con alguien con grandes dificultades para hablar de su vida personal; algo que, por cierto, el propio jugador reconocía en el documental que acababa de estrenar, Rio Ferdinand: ser padre y madre. Por todo ello, la escritora y periodista tuvo que convertirse literalmente en una sombra, ejercer como fantasma no solo por la invisibilidad editorial, sino para ayudar al futbolista a comunicarse con sí mismo, con los demás y con su dolorosa ausencia.

Para ejercer correctamente de psicoanalista, y sacar a la luz los sentimientos que Ferdinand reprimía, cuenta Aitkenhead que tuvo que sortear un problema añadido: la curiosa e impenetrable memoria del ex-jugador. Desde muy pequeño se dedicó al deporte de forma profesional, algo que muy probablemente moldeó su mentalidad para focalizarse únicamente en la competición. A causa de esto, aunque el futbolista no tiene problemas para recordar la minucias de un partido contra un equipo de media tabla en 2009, se muestra incapaz de narrar una historia familiar con coherencia.

"El futbol le ha dejado muy poco espacio en la cabeza para nada más. Una mentalidad que le ha llevado a ganar tantas medallas no le sirvió de ayuda cuando se encontró a sí mismo a cargo de una familia", concluye Aitkenhead.

Tener que escribir el libro fue una sensación muy extraña para la periodista, pues le supuso adoptar la voz de otro y robar sus pensamientos para, al final, terminar recreando su historia en primera persona. Visto así, el proceso se parece enormemente a una posesión demoníaca: implica asaltar el cuerpo y la mente de una persona, anidar en su pensamiento y, desde allí, tomar el control.

No es casualidad que The Guardian haya decidido publicar el testimonio de Aitkenhead el día de los muertos vivientes: "ya no es mi proyecto, sino que ahora pertenece a Rio, su propietario legal. Es su historia".

Su nombre no está en la portada, tampoco su foto. Aitkenhead es literalmente un fantasma, una sombra que ejerció de mediadora: no solo entre la memoria y la palabra, sino también entre el dolor y su expresión.

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