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Entrevista Chuck Palahniuk: “La corrección política es la nueva vaca sagrada esperando su sacrificio” Lit

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Chuck Palahniuk: “La corrección política es la nueva vaca sagrada esperando su sacrificio”

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25 Septiembre 2018 17:44

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El autor de ‘El Club de la Lucha’ dice que su escritura se asemeja a la música punk: “Empieza de forma abrupta, avanza rápido y termina antes de que te hayas dado cuenta”

En 2005, los recitales de Chuck Palahniuk terminaban con buena parte de su público vomitando. Las arcadas no las provocaba Asfixia, ni Monstruos Invisibles, ni ninguna otra de las novelas que el autor venía publicando desde la aclamada El Club de la Lucha. Lo que provocaba mareos en la sala era Tripas, el relato corto con el que se abría Fantasmas. El cuento en cuestión captura el instante en que un adolescente en busca de placer anal se sienta en el desagüe de una piscina que acabará succionándole el colon.

Para sobrevivir, tendrá que deshacerse de su intestino a dentelladas.

“Mi objetivo siempre es atrapar al lector mental, emocional y visceralmente”, me cuenta Palahniuk, trece años después de cubrir librerías enteras con serrín. “Las historias que incluyen enfermedades, violencia, sexo y drogas”, añade, “son capaces de atraparte de ese modo”. El escritor estrella de la cultura del apocalipsis se encuentra en plena promoción de Invéntate algo (Literatura Random House) su primer libro de relatos cortos desde Fantasmas y todo un banquete de ravers asesinados, gatitos en llamas y, claro, male tears rociadas en modo aspersor.

Porque si Palahniuk ha hecho de su bibliografía un recorrido festivo por la crisis de la masculinidad, ciertos pasajes de Invéntate algo nos llevan hasta el peor de sus afters. En El Grandullón de Sultán Rojo, el protagonista, Randall, no se estremece cuando descubre que el semental que le ha comprado a su hija, Lisa, es el protagonista de un viral donde el equino viola hasta la muerte a un hombre, sino cuando entiende que Lisa quiso comprar dicho caballo precisamente porque violó hasta la muerte a un hombre.

“Es como ver a la Madre Naturaleza vengarse por todo el calentamiento global que el patriarcado blanco le ha infligido al medio ambiente”, le dice Lisa a Randall. “No te lo tomes como algo personal, papá. Simplemente has elegido un mal momento histórico para ser un hombre blanco, hetero y cristiano”. Según Palahniuk, El Grandullón de Sultán Rojo “trata sobre ese instante en el que te das cuenta de que tus hijos tienen su propia personalidad, y de que su personalidad no tiene por qué gustarte”.

A vueltas con las relaciones paternofiliales y en sintonía con El Grandullón de Sultán Rojo, Invéntate algo ofrece Se abre el telón como perturbador warm-up. En este relato de apertura, el protagonista trata de arrancarle una última carcajada a su padre en el lecho de muerte cuando tiene un momento de lucidez: “Por primera vez desde que era un Pequeño Chiflado plantado en aquella barbería diciendo «maricón» y «coño» y «negro» y «judío», me doy cuenta de que yo no había estado contando chistes; de que el chiste había sido yo”.

Siendo la sátira enfermiza y de mal gusto una de sus herramientas de trabajo, ¿qué significan para Chuck Palahniuk las palabras «corrección política»? “La corrección política es la nueva vaca sagrada esperando su sacrificio”, contesta el escritor. “La juventud que viene la atacará, del mismo modo que mi generación atacó la moral imperante de la época. No es más que una ideología”, considera, “y todas las ideologías acaban expirando”.

“Las historias cortas me permiten probar lenguajes y narrativas inusuales”, apunta sobre el aspecto formal de su nuevo libro. “Hay ciertos experimentos que, si tuviesen la longitud de una novela, resultarían extenuantes para el lector”. Palahniuk, sin embargo, lamenta cómo la cantidad está primando sobre la calidad en la ficción actual. “Hay muchas plataformas en las que te pagan por palabra escrita”, asegura, “cuando no te exigen directamente que tu novela, si quiere verse publicada, tenga una extensión concreta”.

La literatura, defiende Palahniuk, ha de ser directa y electrizante. “Toda mi estética bebe de la música punk: es una narrativa que arranca de forma abrupta, avanza rápido y termina antes de que te hayas dado cuenta. Ésas son cualidades que me cuesta encontrar en la ficción moderna. Las historias de hoy parecen no terminar nunca. Cuando realmente busco inspiración, recurro a clásicos como Shirley Jackson o E.B. White, escritores capaces de cambiar el mundo con tan solo un puñado de páginas”.

Ese poderío transformador, aplicado a la carrera de Palahniuk, no ha encontrado mejor expresión, todavía, que su seminal El Club de la Lucha. Libro de culto primero, película de culto después, la epopeya nihilista de Tyler Durden inspiraría la creación de clubes de la lucha reales; locales clandestinos donde grupos de hombres se reunían para conectar entre sí tumbandose a puñetazos los unos a los otros. Su retórica, sus frases, su división masculina entre alfas y betas, han sido inspiración involuntaria para el movimiento incel.

“Ten en cuenta”, puntualiza Palahniuk, “que el movimiento antifascista también ha generado multitud de memes alrededor de El Club de la Lucha. Cuando le dieron un puñetazo al supremacista blanco Richard Spencer, alguien resubió el vídeo añadiendo un audio del momento en que Edward Norton golpea en la oreja a Brad Pitt en la película. Mis historias ofrecen una visión deformada del mundo, pero una con la que gente de signo muy diferente ha sido capaz de empatizar”.

Relatos como Expedición o Por qué cerdo hormiguero nunca aterrizó en la luna, ambos conviviendo bajo las solapas de Invéntate algo, amplían y parodian el universo del primer libro de Palahniuk, mientras orbitan, como el resto del volumen, alrededor de unas toxicidades masculinas que el propio autor no considera como tales. “Pese a que, hoy día, cierta crítica no encuentra dificultades en declarar que esto o aquello es tóxico”, expresa Palahniuk, “ese es un juicio que yo particularmente rechazo”.

“Si consideramos que existen todas esas toxicidades, si consideramos que los hombres están rotos, quizás esas taras tengan que ver con el hecho de que mutilemos sus genitales nada más nacer”, reflexiona. “Quizá tenga que ver con el hecho de que les droguemos para que sean obedientes en la escuela, con que les obliguemos a matar y a morir en el frente, con que les neguemos modelos de conducta sanos. Quizás sea porque les avergonzamos cada vez que tienen un comportamiento mínimamente natural”.

“Después de ese proceso, les culpabilizamos por su comportamiento antisocial. Reparar la masculinidad implicaría dejar de hacer todo lo que acabo de enumerarte. Buena suerte”.

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