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Literata y buscona: la musa de Versalles que se acostó con más de 5.000 nobles

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Un retrato de Ninon de Lenclos, la cortesana que conquistó a más de 5.000 hombres gracias a su fogosidad y su sabiduría

18 Enero 2017 17:00

Desde que Luis XIV se empeñara en hacer del Palacio de Versalles la capital de la nobleza francesa, la residencia pasó a convertirse en un hervidero de orgías e infidelidades. Con tanto tiempo libre como tenían, los nobles no dudaban en utilizarlo para satisfacer sus ambiciones sexuales, que estaban lejos de ser tan refinadas como las culturales.

Como recoge el libro Un historia erótica de Versalles (Ediciones Siruela), fueron muchas las aventuras de faldas que se vivieron en la corte francesa desde el siglo XVII en adelante.

Mujeres como la Madame de Maintenon o la Madame de Montespan se alzaron como figuras eróticas, veneradas como poco menos que diosas. Pero, de entre todas ellas, una dama sin raíces nobles pero admirada por todos se alzó como el mayor símbolo erótico de la historia de Francia: Ninon de Lenclos.

De Ninon se cuentan multitud de leyendas. Se dice que se acostó con más de 5.000 personas; que probó a cada uno de los hombres de la Corte a excepción del rey; que provocó suicidios de jóvenes que se enamoraban de ella; o que sirvió de musa para el mismísimo Molière.

La mayoría de estas historias parecen haberse exagerado para realzar la figura de una de las mujeres más revolucionarias de su tiempo. Sin embargo, la fascinación por Ninon no está infundada.

Nacida en una familia acomodada y bastante tradicional —su madre se pasaba el día rezando mientras que su padre, un gentilhombre del duque de Turena, se paseaba por los mejores burdeles de París—, Ninon nunca mostró interés por la vida de cortesana aburrida para la que estaba destinada. Por el contrario, se vio atraída por la cultura y los excesos de su figura paterna, por lo que pronto comenzó a leer la mejor literatura de la época para parecerse a él.

Ninon tenía 17 años cuando se quedó huérfana, heredando a su paso una fortuna que sabría administrar con más sabiduría que la mayoría de nobles de la época. Cualquier mujer hubiera decidido entonces buscar un marido rico con el que poder llevar una vida tranquila. Pero la parisina no tenía las mismas pretensiones que el resto, así que adquirió una casa que pronto convirtió en uno de los mejores salones de París.

En el salón comenzaron a concentrarse nobles de alta categoría para debatir sobre temas literarios y políticos. No obstante, la singularidad de las reuniones es que solían acabar con inolvidables muestras eróticas de una Ninon que no enamoraba tanto por sus pechos –citados hasta la saciedad por los textos que hablan sobre ella– como por su elocuencia y sabiduría.

Al contrario de lo que decían sus rivales, Ninon no era una puta.

Como cita el libro, “las rameras trabajan dentro de tugurios, tabernas, cabarets, garitos y otros malos lugares donde se concentra casi siempre toda la miseria sexual del mundo carente de mujeres. Ninon dirige un salón literario de altos vuelos formidablemente bien frecuentado, donde las mentes brillantes hacen cola”. En definitiva, más que una prostituta era una mujer que aprovechaba su reputación y su buen hacer en la cama para escalar posiciones.

Ninon acabó convirtiéndose en un símbolo del que todo hombre intentaba apropiarse (incluso Voltaire), lo que le costó multitud de enemistades. La señora de Sévigné era la que más calumnias esputaba sobre ella. Aunque no es de extrañar si tenemos en cuenta que Ninon fue amante primero de su marido y después de su hijo –cuando ya tenía más de 50 años–.

Al final, sus ideas revolucionarias sobre el papel de las mujeres acabaron recluyéndola en un convento durante un año, por orden estricta de Ana de Austria. Allí, eso sí, descubrió que el sexo lésbico también era muy atrayente.

Pero, si bien provocó envidias en muchas cortesanas, otras tantas cayeron rendidas ante sus encantos. La veían como un ejemplo a seguir, de manera que se convirtió en una especie de sexóloga que aconsejaba y enseñaba trucos a las mujeres para iniciarse en la conquista de los nobles. La mismísima Madame de Maintenon fue una “alumna” asidua de Ninon, lo que provocó una gran reticencia por parte del rey de Francia.

Sus consejos eran casi más valiosos que las noches de pasión que seguía ofreciendo cuando tenía más de 60 años. De hecho, guardaba los secretos de homosexuales que solo se atrevían a contarle sus fantasías a Ninon, cuyos discursos rompían de raíz con el pensamiento tradicional de los nobles.

Aun así, por más que muchos la consideren un icono feminista, poco se movía para mejorar los derechos de las mujeres de la época.

Ninon miraba siempre por sí misma. Sabía cómo engatusar a los hombres para que cumplieran sus deseos, pero nunca movió un dedo por las demás sin recibir algo a cambio. Ninon no enseñaba a ser una revolucionaria, sino a ser una "diosa durante el día y una puta durante la noche". Una excelente sumisa del irrebatible poder masculino.

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