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Artículo Los 18 mejores libros de lo que llevamos de 2018 Lit

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Los 18 mejores libros de lo que llevamos de 2018

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Imagen: Arte PG
 

En PlayGround nos gusta mucho leer, y a veces ser crueles con los escritores que no nos gustan, y otras veces muy entusiastas con voces que nos enamoran. Desde la sección de Libros, Ideas y Ficciones del medio, Luna Miguel y Eudald Espluga seleccionan algunas de las mejores lecturas de lo que llevamos de 2018, mientras tiemblan pensando en lo cerca que está ya la rentrée, ¿se les caerán, finalmente, las torres de libros que amontonan sobre los escritorios de nuestro cuartel?

PlayGround Books

20 Junio 2018 06:01

1. El libro del mar, de Morten A. Stroksnes (Salamandra)

«El tiburón de Groenlandia es una de las especies más grandes de este animal en todo el mundo. Su tamaño ronda los siete metros. Dicen que algunos de estos tiburones han llegado a vivir más de 400 años. La mayoría de ellos, por cierto, están ciegos. Aprendo estas cosas en una página de Wikipedia, pero más tarde profundizo en la historia del animal con más longevidad de nuestro planeta cuando consigo comprar la edición francesa de El libro del mar, publicada en Gallimard en 2017. Morten A. Strøksnes cuenta las curiosidades del enorme bicho marino en una crónica en primera persona, cuya escritura surge durante el año en que el escritor decidió reunirse con su amigo Hugo —un artista que expone gatos muertos, y colecciona cachos de barcos que encuentra en sus expediciones en solitario por los mares del norte— para dar comienzo a la caza del tiburón boreal». (Luna Miguel)

2. Conversaciones entre amigos, de Sally Rooney (Literatura Random House)

«Cuando el editor de Faber llamó a Sally Rooney "la Salinger de la generación Snapchat", probablemente no sabía muy bien qué era Snapchat. Era sólo la etiqueta, una coletilla atractiva que significaba: adolescentes atribulados + tecnología, con el subtexto erótico que siempre ha siempre ha rodeado la fugacidad de Snapchat. Y sí. En Conversaciones entre amigos (Literatura Random House), la novela debut de Rooney, aparece una dickpick. Pero el sexting importa mucho menos que los pellizcos que la protagonista se da en el antebrazo; o que las referencias a las leyes irlandesas contra el aborto; o que el epígrafe de Frank O'Hara con el que se abre la novela: “en tiempos de crisis, todos debemos decidir una y otra vez a quién queremos”». (Eudald Espluga)

Portada española y anglosajona de Sally Rooney

3. Papeles de Pandora, de Rosario Ferré (La Navaja Suiza)

«Para odisea la de leer Papeles de Pandora. Hacerlo es como ir en un barco, atado al mástil, mientras cantan las sirenas. Pero aquí sólo hay una sirena y es Rosario Ferré, entregándonos un estilo finísimo y al mismo tiempo repleto de patadas en el estómago. Delicado y bruto. Contradictorio, como la sociedad que en su estilo misceláneo retrata. Con poemas que muestran calles oscuras, con cuentos sobre niñas suicidas que ya quisiera Jeffrey Eugenides haber ideado, con reclamos de libertas para una sociedad en la que precisamente a las niñas que no se suicidan y que pasean por calles oscuras las matan, Ferré idea una mitología propia. Lo que Pandora escondía en sus papeles secretos era la sutilieza de una venganza femenina. Las instrucciones para quitarse las cadenas. Un manifiesto para ser libres sólo, y al fin, a través de la violencia literaria». (Luna Miguel)

4. Un destello de libertad, de Keenga-Yamahtta Taylor (Traficantes de Sueños)

«Probablemente, lo más significativo del Black Lives Matter es que surgiera bajo el mandato demócrata de Barack Obama. Significativo no por la supuesta contradicción de que un movimiento por la "liberación negra" se produjera contra el gobierno del primer presidente afroamericano de la historia de Estados Unidos, sino por lo que explica Keeanga-Yamahtta Taylor en otro libro de reciente publicación, Un destello de libertad (Traficantes de Sueños): porque el triunfo de Barack Obama rubricaba un discurso cultural que llevaba años ganando fuerza, el de la "sociedad posracial"». (Eudald Espluga)

5. Miss Hokusai, de Hinako Sigiura (Ponent Mon)

«Miss Hokusai existió hace muchos años, sí, pero el manga de Miss Sigiura hizo entender al mundo que sin una reivindicación como aquella, sus flores y sus múltiples nombres quedarían ocultos para siempre. Porque después de una ola viene otra ola. Y porque después de otra ola viene la siguiente, y así. Si el mar embravecido y el cielo de calimas japonés es capaz de esconder a veces la dureza del monte Fuji, ¿cómo no iba a tener la fuerza suficiente para llevarse por delante el trabajo de dos mujeres que trabajaron desde las sombras?» (Luna Miguel)

6. GB84, de David Peace (Hoja de Lata)

«Poner en palabras lo indecible: un año de huelga.Escribir hoy este sintagma resulta difícil, por lo impensable de la situación. Un-año-de-huelga. Pero es lo que hace David Peace en GB84: poner en palabras los hechos ocurridos en Inglaterra entre el 6 de marzo de 1984 y el 3 de marzo de 1985. GB84 es la crónica de una derrota, escrita desde la angustia veinte años después: supone exhumar nuestra desmemoria desde la ficción y bombear el dolor desde el fondo de la realidad». (Eudald Espluga)

7. Te encontraré, de Joanna Connors (Errata Naturae)

«Veinte años después de ser obligada a mamársela a un extraño. Veinte años después de ver un proceso largo para que ese hombre ingrese en prisión. Veinte años después de empezar a ser débil, temblorosa, paranoica y protectora, Joanna Connors decide que ya está bien, que es hora de investigar y de entender. Que la única manera de combatirlo es contarlo en voz alta, con el noble aunque improbable deseo de que nunca otra mujer se vea obligada a vivirlo». (Luna Miguel)

Joanna Connors en dos épocas de su vida. También su violador

8. Sexo y mentiras, de Leila Slimani (Cabaret Voltaire)

«Una vez Leila Slimani acudió a un acto público a defender la despenalización de las relaciones sexuales fuera del matrimonio en Marruecos. En medio de aquel acto —explica la autora en Sexo y mentiras, un magnífico reportaje sobre el tabú del sexo en su país de nacimiento—, un hombre se levantó de la sala y le acusó de querer generalizar la homosexualidad, y de convertir Marruecos en un inmenso lupanar. A la mayoría de lectores la anécdota le parecerá fruto de una estupidez estridente: existe una diferencia bastante apreciable entre una mujer que lleva una vida corriente mientras experimenta relaciones fuera de la institución matrimonial, y un país sumido en el caos y la anarquía. Las mujeres libres no producen crisis sociales; en todo caso, las evitan». (Antonio J. Rodríguez)

9. En la confidencia, de Eloy Fernández Porta (Anagrama)

«"El arte de la entrevista", dice Eloy Fernández Porta, "consiste en obligar a alguien a abordar 'objetivamente' ideas tales como 'el ruido mediático', 'las opinionenes de los diarios' o 'lo que se dice de ti' como si el medio entrevistador no tuviera nada que ver con ello". Precisamente esto es lo que me propongo hacer cuando le mando un correo para plantearle la posibilidad de charlar sobre su nuevo libro, En la confidencia. Tratado de la verdad musitada. Quiero hablar de la publicación, claro, pero también quiero preguntarle por Trump, por el #metoo, por los debates sobre feminismo, puritanismo y prostitución, por las inacabables peleas en Twitter que con suerte me dejarán un titular jugoso. El libro, que habla de cómo la confidencia se configura en nuestro medio cultural, se presta especialmente a este tipo de proyección hacia la actualidad. No se lo digo, por supuesto». (Eudald Espluga)

10. Cuadernos de Medusa, de Varias Autoras (Amor de Madre)

«“Sin duda, nuestro objetivo está claro: publicar obras donde la diversidad sea la norma, tanto en la trama como en la autoría”, nos cuentan. “Queremos difundir un mensaje feminista, queremos que los colectivos LGBT+ recuperen su espacio en lo cotidiano, queremos publicar ficción donde las mujeres sean las que se diviertan, donde se interroguen todas las normatividades, donde se huya de la homogeneización”. Una prueba de que Inmaculada y Victoria ya están en la primera línea de esta apasionante batalla es su breve catálogo, y especialmente la publicación reciente de una antología de relatos titulada Cuadernos de Medusa. En este libro hay de todo: desde ciencia ficción hasta diarios personales, cartas, o simplemente cuentos en los que los protagonistas hablan tal y como son y muestra sus preocupaciones tal y como son. Probablemente, Cuadernos de Medusa sea una de las pocas publicaciones en España donde se da voz a escritores transgénero. Aquí circulan voces nuevas y reivindicativas como las de las escritoras Cassandra Vera o Elizabeth Duval, quien además es una de las autoras más jóvenes de nuestro panorama, nacida en pleno siglo XXI». (Luna Miguel)

11. Cesto de trenzas, de Natalia Litvinova (La Bella Varsovia)

«Desde aquel otoño de 2010 en el que intercambiamos inquietudes han pasado demasiadas cosas con el nombre de Litvinova. Sus libros, decenas de ellos, se publicaron alrededor del mundo. Llevaron a la poeta a posar con el pelo al viento para el objetivo de Daniel Mordzinski. La acunaron en festivales de América Latina y España, publicó y fue publicada, tradujo y fue traducida, creó una comunidad de lectores de esas que se mueven en secreto y pero que consumen vorazmente sus versos a veces prologados por Andrés Neuman, otras veces reseñados por las mejores y los mejores críticos de cada país, otras veces ilustrados, reproducidos, tatuados, voceados, cantados, por quienes cayeron rendidos a los pies de una escritura que se caracteriza por el frío y por la pasión. Por la memoria y por la familia. Por la belleza más dura. ¿Y ahora? Y ahora: Natalia Litvinova, casi una década después de que su primer libro saliera a la luz, publica en La Bella Varsovia su último y más ambicioso trabajo, Cesto de trenzas. Un poemario que es casi la consecuencia de dos viajes: el de la autora a su memoria familiar, y el de la autora a los países frescos del este de Europa, donde imagina una vida que no fue y donde evoca todo lo que la vida no puede curar, pero la literatura sí puede homenajear». (Luna Miguel)

Detalle de portada de Cuaderno de Medusa

12. Grandes éxitos, de Antonio Orejudo (Tusquets)

«El novelista y profesor Antonio Orejudo nos cuenta cómo la literatura tiene un poder brutal —y a veces espantoso— sobre nuestra manera de concebir el mundo. Y en este caso, cómo a través de cierta poesía amorosa, hemos acabado por asumir la verdad de que la mujer es un objeto cuyo único destino es el de ser adorada por los entregados hombres que quieran poseerla. Grandes éxitos, que en apariencia es una antología de los fracasos y las neurosis de su autor, acaba convirtiéndose en una magistral clase de literatura, pero también en una invitación a la autocrítica y a la revisión de nuestras letras en clave feminista». (Luna Miguel)

13. Contra los hijos, de Lina Meruane (Literatura Random House)

«“El 8 de marzo no voy a estar aquí, pero estaré en huelga" me dice Lina Meruane antes de empezar la entrevista. "Me pillará de viaje, pero no contestaré mails ni nada que tenga que ver con el trabajo". Meruane es una escritora chilena, aunque actualmente reside en Nueva York. Ha venido a Barcelona a presentar la edición ampliada de Contra los hijos, un ensayo que se inscribe en el género de la diatriba y que discute —de manera divertida y con descaro— la relación entre maternidad y capitalismo: "los hijos, lejos de ser los escudos biológicos del género humano, son parte del exceso consumista y contaminante que está acabando con el planeta”». (Eudald Espluga)

14. Sin reglas, de Anna Freixas (Capitán Swing)

«Freixas quiere alumbrar una zona oscura y silenciada: la erótica femenina posmenopáusica. La sexualidad de las mujeres mayores sigue siendo un tabú. Aunque la edad no supone ninguna dificultad para el disfrute sexual de las mujeres, seguimos negado su visibilidad cultural. El libro no solo quiere abrir los canales de información para romper con el tabú, sino también presentar la erótica madura como una promesa: si, como dice la autora, siempre es importante conocer nuestro cuerpo, nuestros deseos y nuestros límites, en la edad madura es mucho más fácil conseguirlo: “la sexualidad en la madurez es una experiencia múltiple y diversa en la que no hay reglas”». (Eudald Espluga)

15. Los fantasmas de mi vida, de Mark Fisher (Caja Negra Editora)

«Tradicionalmente el suicidio se ha visto como una realidad estática que escapa a la voluntad de los sujetos. A los suicidas se les niega su libertad; cuando la muerte entra en escena, su voluntad desaparece. Sólo en casos excepcionales como el de Levé estamos dispuestos a aceptar que se trata de un acto libremente elegido. Y lo hacemos porque pensamos que sus razones son las correctas. Pero, ¿por qué el malestar no puede constituir también una buena razón? Esta es la pregunta que nos lanza Los fantasmas de mi vida. Mark Fisher no habría "fracasado", no habría sido "derrotado". La infelicidad es política precisamente porque el bienestar tiene una historia y una ideología. Al final, el suicidio es un rechazo salvaje del estado de cosas presente, la elevación del resentimiento a un plano existencial». (Eudald Espluga)

Jessa Crispin / Arte PG

16. Riquete el del Copete, de Amélie Nothomb (Anagrama)

«El clásico de Perrault, por cierto, se llama Riquete el del copete, un título ridículo y misterioso que la escritora Amélie Nothomb ha recuperado para recrear la fábula en una novela corta. El Riquete el del Copete de Nothomb, sin embargo, tiene algo en su trama y en sus personajes que le ha hecho convertirse en una historia más humana y ambiciosa. En su versión los protagonistas no son poderosos, ni tienen castillos, ni sufren sólo por un montón de fuerzas mágicas y siempre externas. Al contrario, aquí los personajes de Déodat y Tremière sólo resultan feos e idiotas a ojos de los demás, sólo sufren cuando los otros creen que deben sufrir y sólo triunfan cuando se encuentran el uno al otro y comprenden que las opiniones ajenas no importan». (Luna Miguel)

17. El complot de las damas muertas, de Jessa Crispin (Alpha Decay)

«Aunque se ha traducido más tarde, Crispin escribió El complot de las damas muertas en 2015. En el prólogo, explica que una noche tuvo un impulso suicida, se lo contó a una amiga y esta llamó a la policía, que se presentó en su casa. "No estaba tratando de romper un tabú al escribir sobre este período de mi vida. Simplemente estaba tratando de explicar lo que sucedió". Sin embargo, este episodio —y el consiguiente viaje por Berlín, Trieste, Sarajevo, Sant Petersburgo o Londres, entre muchas otras ciudades— le sirve para explicar la importancia de entender tanto la felicidad como la infelicidad desde una perspectiva colectiva, relacional». (Eudald Espluga)

18. El salto del ciervo, de Sharon Olds (Igitur)

«Desde el sexo en la adolescencia y el reto directo a la figura del padre, hasta su manera crudísima de tratar la muerte y el duelo, pasando por su libro sobre el divorcio —una especie de revisión más punk de lo que ya supuso La belleza del marido, de Anne Carson— y hasta el repaso en Odas a una sexualidad en la menopausia, a una belleza y un placer pocas veces mirado, no ya por la literatura, sino por la propia sociedad. Sharon Olds lleva toda la vida escribiendo desde los márgenes, para lanzar lo marginal al centro y convertirlo en tema de debate. En su penúltimo libro, de hecho, El salto del ciervo los temas tabú que la autora aborda son muchos. Cada poema esconde algo casi inédito en la poesía, algo que, lejos de ser sugerido, es puesto encima de la mesa quizá con la voluntad de que nunca jamás vuelva a darnos vergüenza». (Luna Miguel)

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