PlayGround utiliza cookies para que tengas la mejor experiencia de navegación. Si sigues navegando entendemos que aceptas nuestra política de cookies.

C
left
left
Artículo Una advertencia: que no os sorprenda ni os avergüence su sinceridad Lit

Lit

Una advertencia: que no os sorprenda ni os avergüence su sinceridad

H

Imagen: Familia Markón
 

La ejecutaron a los 29 en una cárcel soviética: Yevguenia Yaroslávskaia-Markón fue una intelectual, una revolucionaria y una finísima escritora tal y como demuestra 'Insumisa'

Luna Miguel

27 Junio 2018 13:24

“Fui niña hasta los seis años… Entre los seis y los doce se formaron los tres puntos principales de mi ideario, dos de los cuales aún profeso. El primero es el vegetarianismo. El segundo: el egoísmo absoluto. El tercero es que los hombres son universalmente inocentes”.

Así se presenta Yevguenia Yaroslávskaia-Markón.

Así, aunque otros también la llamaron “insumisa”. “Estudiante llena de sueños”. “Joven intrépida”. “Insolente y libre”. “Sin partido, sin Dios y sin amo”. Una mujer de esas que se fue demasiado pronto, y que de haberse quedado podía habernos dado tanto...

Quizá sí.

O quizá debamos conformarnos con lo que ya nos ha dado: Markón escribió el libro de su vida a los veintinueve años y como respuesta al encierro y la muerte. Lo hizo en unos folios que robaba de la biblioteca de la prisión soviética en la que estaba encerrada por rebelde, y lo hizo también con la convicción de que iba a morir ejecutada.

Era hija de burgueses judíos y esposa de un poeta desde muy joven, pero lo que definió toda su existencia fue su insumisión: “la misma noción de revolución congelada en la victoria es tan ridícula como la de un movimiento inmóvil: si se detuvo, ¡ya no es una revolución! La revolución, en esencia, «es un movimiento destinado a derribar el régimen vigente»”. Yevgenia llevó esta idea hasta el límite. No le importaba ser “esposa, de clase pudiente, intelectual y viajera”. Se metía en líos. Hacía trabajos pesados. Salía a emborracharse. Maldecía a Dios. No se conformaba.

“La misma noción de revolución congelada en la victoria es tan ridícula como la de un movimiento inmóvil: si se detuvo, ¡ya no es una revolución!

El prefacio y el postfacio del libro aclaran estas intuiciones sobre lo que ella fue. Pero también un montón de preguntas. Incluso si ella escribió con una claridad pasmosas, son muchos los cabos por atar sobre su condena o sobre qué la llevó a la muerte, pues parte de sus expedientes están desaparecidos. El libro Mi autobiografía —que la editorial Armaenia publica en español como Insumisa y con traducción de Marta Rebón— pertenece precisamente a esos papeles descubiertos por Irina Fliegue en 1996 y en los archivos del Servicio Federal de Seguridad de la región de Arjánguelsk.

No deja de resultar irónico que un texto que comienza con “una advertencia: que no os sorprenda ni os avergüence mi sinceridad” haya pasado tanto tiempo en la sombra. Tampoco deja de resultar irónico que siendo Mi autobiografía un texto tan bien construido y narrado, buena parte de la información que Fliegue recopilaría de su autora fuera a través de la sentencia, de los testimonios transcritos de un guardia, y de los archivos fotográficos familiares.

Casi como si su presencia por el mundo estuviera hecha de los fragmentos de quienes acabaron con su vida. O como si ella misma supiera que de no llamar la atención con una buena prosa, su historia habría desaparecido entre archivos polvorientos, como la de una presa más: “Otra advertencia: esta autobiografía no es para vosotros, investigadores”.

No será para nosotros, Markón. Pero tu rebeldía nos interpela. Gracias.

A post shared by Luna Miguel (@lunamonelle) on

share