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“A las que leéis mis novelas eróticas: parad, por favor”

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Mujeres jóvenes e inseguras, millonarios castigadores y una lucrativa industria editorial... La novelista Camille Emmanuelle tiene algo que decir

Xaime Martínez

16 Marzo 2017 18:35

"El hombre es blanco, dominante, rico, musculoso, muy sexual y penetrante. La mujer es igualmente blanca, pobre, penetrada y espera que un hombre la llene sexualmente (y si es posible, también con regalos)".

Según la periodista y escritora francesa Camille Emmanuelle, este es el argumento de la inmensa mayoría de las novelas eróticas que se están publicando por cientos de miles ahora mismo en Francia (y en todo el mundo).

Emmanuelle sabe esto de primera mano: ella misma fue la encargada de escribir bajo pseudónimo una novela al mes durante muchos tiempo para completar una exitosa saga de sex-sellers.

Ahora ha redactado un "panfleto" llamado Lettre à celle qui lit mes romances érotiques et qui devrait arrêter tout de suite ('Carta a aquellas que leen mis novelas eróticas y que deberían parar ahora mismo'). En él explica lo peligrosos que pueden resultar los rancios estereotipos presentes muy a menudo en este género literario, y cómo está controlado con mano de hierro por una industria preocupada exclusivamente por las cifras de ventas.

Estas ideas le han merecido a Camille Emmanuelle una airada respuesta por parte de la comunidad de lectoras —en femenino, porque este es el target exclusivo de las editoriales— pero también una notable recepción por parte de medios y de otras lectoras.

Aunque la novelista no se queja en ningún momento de las condiciones económicas del trabajo (que, por otra parte, dice haber aceptado "para poder pagar el alquiler" y que le reportó bastantes ganancias), sí que lo hace respecto a la manera que tenían en la editorial de entender la literatura.

No tanto por su funcionamiento industrial y en cadena, que es hasta cierto punto característico de la novela popular, sino por la forma en que los jefes trataban de perpetuar unos estereotipos muy sexistas y clasistas a través de las sagas de chicas inocentes y hombres todopoderosos que las redimen con su pene.

Emmanuelle, nos dice, estaba más o menos de acuerdo con escribir una novela al mes (cada quince días en verano), pero le costaba mucho aceptar las correcciones que le hacían continuamente en cuanto a la caracterización de los personajes: aquí la jovencita debe ruborizarse, aquí él debe soprenderse por su osadía, no utilices la palabra "semen", no digas nunca que ella está "mojada"...

Camille Emmanuelle no tiene nada en contra de la literatura erótica. De hecho, es fan de Anaïs Nin, de Françoise Rey, de Virginie Despentes, como ha declarado en una entrevista con Actualitté. Pero no quiere que se reduzca esta al elitismo-sado-machista de E.L. James y de sus 50 sombras de Grey, que ha inaugurado una corriente muy peligrosa en la novela popular.

Así que ya lo sabes, si sospechas que puedes tener entre tus manos una obra erótica escrita por Emmanuelle —pero atribuida a una muchacha sexy que vive en California— hazle caso a la novelista francesa.

Y suelta esa mierda.




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