PlayGround utiliza cookies para que tengas la mejor experiencia de navegación. Si sigues navegando entendemos que aceptas nuestra política de cookies.

C
left
left
Artículo “Cuando disparábamos a ISIS les hacíamos saber que éramos mujeres. Para ellos es la mayor deshonra" Now

Now

“Cuando disparábamos a ISIS les hacíamos saber que éramos mujeres. Para ellos es la mayor deshonra"

H

 

Hablamos con Hanna Böhman, la canadiense que combatió a ISIS en Siria uniéndose a unas milicias kurdas

clara gil

10 Marzo 2018 06:00

"Temednos a nosotras, vosotros enemigos de la humanidad porque moriréis en nuestras manos y arderéis para siempre en el infierno". Escrito en árabe y en kurdo, Hannah Böhman, 50 años, se tatuó la frase en el antebrazo cuando regresó de Siria.

Su tatuaje da nombre al documental Fear Us Women que relata los meses en los que la canadiense luchó, en primera línea de fuego, contra ISIS. Las imágenes están grabadas por la propia Hanna.

"Los vídeos era para mis amigos. Quería que supieran lo que estaba ocurriendo en Siria y cómo cientos de mujeres valientes estaban dispuestas a morir por defender los derechos de las mujeres en Oriente Medio", explica la canadiense a PlayGround.

El productor Diego Traverso la acompañó en su travesía.

"Los vídeos era para mis amigos. Quería que supieran lo que estaba ocurriendo en Siria y cómo cientos de mujeres valientes estaban dispuestas a morir por defender los derechos de las mujeres en Oriente Medio"

Böhman tenía 46 años cuando descubrió quién era ISIS. Fue en el verano de 2014. Mientras se recuperaba de un accidente de moto, topó con un vídeo propagandístico de los yihadistas que llamaban a otros occidentales a viajer a Siria. Ella decidió que también viajaría, pero no para acabar en sus filas precisamente.

"Empecé a investigar y no podía creer lo que estaba sucediendo en Siria. Nadie estaba haciendo nada para evitarlo y cada vez más jóvenes se unían a la causa yihadista", sostiene. "Si hay gente que se une a ISIS también debe haber gente que luche contra ellos, pensé. Y fue cuando descubrí las YPG y las YPJ".

Las YPG y las YPJ son las milicias populares de hombres y mujeres que en efecto cumplen la función de ser el brazo armado del gobierno kurdosirio. Son kurdos y kurdas que lucharon - y siguen luchando- contra ISIS en el noroeste del país. Pero desde que el gobierno turco comenzara hace unas semanas la operación "Rama de olivo" contra los kurdos, a los que considera terroristas por sus vínculos con el partido turco PKK, su enemigo ya no es solo ISIS.

"Llevaba tiempo buscando algo que le diera sentido a mi vida. En Canadá solo hacía trabajos que no me llenaban simplemente para pagar las facturas. No tardé ni dos meses en decidirme"

Hanna Böhman

"Vi que un canadiense se había alistado en las YPG y me puse en contacto con él. Mi primera idea era ayudar a la gente, no pelear. Nunca había matado a nadie. Pero una vez allí cuando conocí a mis camaradas y empezaron a matarlas mi vida cambió y decidí luchar junto a ellas", relata.

Primero voló hasta Irak y luego cruzó la frontera de forma ilegal, por el paso que utilizan periodistas y voluntarios internacionales. "Siria estaba sitiada. Era casi imposible acceder así que nos recogieron en un punto fronterizo y atravesamos el campo hasta llegar a Siria", explica.

Llegó a Rojava, la zona kurda de Siria, en otoño de 2014.

"Llevaba tiempo buscando algo que le diera sentido a mi vida. En Canadá solo hacía trabajos que no me llenaban simplemente para pagar las facturas. No tardé ni dos meses en decidirme".

Böhman fue una de las primeras voluntarias occidentales de las YPJ así que no sabían muy bien qué hacer con ella. Los milicianos kurdos le dieron un entrenamiento de 4 horas que consistió básicamente en aprender a montar y desmontar un rifle. Después los pusieron a disparar. Para no haber disparado nunca, a Böhman se le daba bastante bien así que la designaron al puesto de francotiradora.

Los primeros meses fueron muy duros. Se alimentaban de arroz y tomates podridos. Dormían y comían en el suelo, pero las batallas que iban ganando valían la pena. En solo cuatro meses la canadiense ya había perdido 15 kilos.

"Estaba agotada físicamente y mentalmente. No tenía fuerzas para continuar así que decidí volver pensando que mi contribución allí había terminado".

Me dieron un entrenamiento de 4 horas que consistía básicamente en aprender a montar y desmontar un rifle. Después nos pusieron a disparar. Para no haber disparado nunca se me daba bastante bien así que me designaron el puesto de francotiradora"

Hanna Böhman

Pero la vuelta a Canadá tampoco fue fácil. Los medios de comunicación pusieron su foco en ella pero desde una dirección completamente equivocada. "Lo que más me jodió es que se referían a mi como la exmodelo canadiense que dejó su casa para luchar contra el ISIS. Ni una mención a las mujeres kurdas que están muriendo y acabando con una amenaza mundial. Por no mencionar la sexualización de verme como "exmodelo" y no como combatiente", lamenta Hanna.

Para ISIS morir a manos de una mujer es el peor inslulto. La peor deshonra. Creen que si una mujer les mata no irán al paraíso.

Una de las cosas que peor gestionó a su vuelta fue, precisamente, la sexualización.

"En los cinco meses que estuve en Rojava jamás me sentí sexualizada, ni objetivizada, ni acosada. Cuando volví me había olvidado de lo que era ser una mujer en Occidente. Es muy paradójico cómo nos llenamos la boca de palabras como democracia y feminismo y estamos a años luz de conseguir una igualdad real y una democracia como las que están llevando a cabo las kurdas en el noroeste de Siria".

Cuando se recuperó recuerda que una noche estaba cenando en un restaurante. "Me vi allí, comiendo un filete y bebiendo vino, mientras mis hermanas estaban muriéndose de hambre y jugándose la vida. No podía quitármelas de la cabeza así que decidí volver".

"Lo que más me jodió es que se referían a mi como la exmodelo canadiense que dejó su casa para luchar contra el ISIS. Ni una mención a las mujeres kurdas que están muriendo y acabando con una amenaza mundial. Por no mencionar la sexualización de verme como "exmodelo" y no como combatiente"

Hanna Böhman

A su vuelta a Siria, se llevó consigo una cámara para documentar todo el proceso de la guerra. Con ella grabó también a las mujeres que eran rescatadas de ISIS. "Cuando llegábamos lloraban de alegría. Las mujeres se quitaban el burka y lo quemaban. Los hombres fumaban (los yihadistas les prohibían fumar) y las más jóvenes nos pedían alistarse y combatir junto a nosotras".

Las propias kurdas no tenían ni idea de que el mundo estaba hablando de ellas. La peor batalla fue la de Kobane, donde 740 combatientes de las YPJ perdieron la vida.

Uno de los peores recuerdos que conserva de esos meses es el de la masacre que vivieron los yazidíes. "Las jóvenes eran vendidas como esclavas sexuales. El precio dependía de lo jóvenes que fuesen, de su belleza o incluso de lo bonitos que tuvieran los dientes. Cuando se cansaban de ellas volvían a venderlas". Hannah tuvo que ver cómo cientos de jóvenes les pedían ayuda para abortar.

Las jóvenes eran vendidas como esclavas sexuales. El precio dependía de lo jóvenes que fuesen, de su belleza o incluso de lo bonitos que tuvieran los dientes. Cuando se cansaban de ellas volvían a venderlas

Para ISIS morir a manos de una mujer es el peor insulto. La peor deshonra. Creen que si una mujer les mata no irán al paraíso. "Cuando disparábamos a ISIS les hacíamos saber que éramos mujeres las que los estaban matando. Era nuestra venganza personal".

Zaghareet es el sonido que utilizaban para que los yihadistas supieran que eran las YPJ. Es un sonido muy particular. Las mujeres utilizan la lengua y el sonido es sinónimo de alegría y festejo. "Por desgracia nunca aprendí a hacerlo", bromea Hannah.

"Cuando disparábamos a ISIS les hacíamos saber que éramos mujeres las que los estaban matando. Era nuestra venganza personal".

Hanna Böhman

La liberación de Al Atiad fue batalla que la unió de forma incondicional con sus camaradas. "Éramos 6 camaradas mujeres frente a 100 hombres del ISIS. Conseguimos cruzar el puente pero ellos estaban atrincherados en lo alto de una colina y protegidos tras un muro. Recuerdo ver a otro francotirador, apuntándome. Nuestros objetivos se cruzaron. Era de noche y casi no se veía nada, tan solo la luz verde de los láseres que apuntaba a nuestras cabezas".

"En ese momento tienes que hacer las paces contigo misma y ser consciente de que vas a morir. Luego ves a tus compañeras, a tu lado, apoyándonos las unas a las otras. Es un vínculo más grande que uno mismo".

Al final llegaron los refuerzos y tras más de 24 horas de batalla salieron vencedores.

"En ese momento tienes que hacer las paces contigo misma y ser consciente de que vas a morir. Luego ves a tus compañeras, a tu lado, apoyándonos las unas a las otras. Es un vínculo más grande que uno mismo".

Hanna Böhman

La canadiense volvió a Canadá el 2016 para ayudar a una de sus camaradas a escapar porque estaba amenzada de muerte. Ella también recibió amenzas de muerte. Regresó de nuevo en 2017 pero, la situación cada vez era más caótica. Se quedó cuatro meses en Irak ayudando a los refugiados y finalmente volvió a Canadá.

La canadiense recibió varias amenazas de muerte a través de las redes sociales

"Quiero volver. Mi cabeza ahora mismo está en Afrin. El gobierno turco está bombardeando a mis hermanos y hermanas, las únicas que han luchado por defender los derechos de las mujeres en Oriente Medio. A pesar de la guerra han conseguido llevar a cabo un proyecto democrático que incluye a todas las etnias y donde las mujeres tienen un papel clave en todas las esferas".

Pero Hanna no va a volver. Al menos de momento. Inmersa en difundir el documental para que Occidente abra los ojos, la canadiense tendrá que esperar para volver a Siria. "Ahora estoy intentando que varias familias de refugiados puedan llegar a Canadá. En cuanto consiga asegurarme que han sido acogido, volveré a luchar con ellas. Nuestra sociedad sigue dormida y entretenida con falsos héroes y celebrities con vidas de lujo que jamás podrán tener. Aunque suene extraño, los últimos tres años han sido los mejores de mi vida".

share