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Artículo La madre del español que murió combatiendo en Siria: “Ojalá hubiera más chicos como él” Now

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La madre del español que murió combatiendo en Siria: “Ojalá hubiera más chicos como él”

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Archivo familiar
 

Samuel murió por una bomba en Afrín en el marco de la ofensiva “Rama de Olivo”, iniciada por los turcos en el norte de Siria para evitar que los kurdos controlen esta área fronteriza. Sus padres recuerdan la historia de Samuel

Núria Segura Insa

24 Febrero 2018 06:00

Era sábado 17 de febrero cuando un grupo de kurdos procedente de Francia llegó al restaurante Greco de Andorra. “Llevaban un ramo de flores y una foto gigante de Samuel”, cuenta Beatriz Prada, la madre de un joven español residente en el Principado, que murió en Siria. Prada añade: “yo no hablo francés, pero él sí —dice señalando a su pareja—y cuando vi que se le desencajaba la cara, lo comprendí todo”.

Samuel Prada León, de 24 años, partió el 23 de julio del 2017 hacia Siria para luchar con las milicias kurdas de las Unidades de Protección Popular (YPG) que combaten al Estado Islámico. El pasado 10 de febrero, Samuel murió por una bomba en Afrín en el marco de la ofensiva “Rama de Olivo”, que han iniciado los turcos en el norte de Siria para evitar que los kurdos controlen esta área fronteriza. El joven, de origen gallego, es el primer español que ha muerto mientras combatía con los kurdos en este conflicto.

Beatriz Prada llegó a Andorra procedente de Orense hace unos 20 años. Fue al país de los Pirineos a “buscarse la vida”, ya que en Galicia no había empleo. Un año después, cuando ya tenía trabajo estable, llegó su hijo Samuel, que había estado un año viviendo con su abuela. En Andorra, Prada conoció a su actual pareja Francisco Luís Travesset. Entre los dos llevan el restaurante Greco y el Corinthia, un famoso pub en la parroquia de Escaldes-Engordany.

Samuel hizo toda la escolarización en el Principado y después trabajó en los dos negocios familiares como camarero. “Él aquí no era feliz”, dice su madre. “Mientras que otros jóvenes quieren ganar dinero para tener ropa de marca o el coche más bonito, a Sam no le preocupaba eso”, dice Beatriz. Por su parte, Travesset afirma que “era un joven muy noble, que nunca causó ningún problema”. Los dos coinciden: “tenía un afán para ayudar siempre a los demás”.

Precisamente, estas ganas de ayudar a otra gente es lo que le motivó hacer la maleta e irse a Siria el verano del 2016. En un primer momento, se fue como voluntario para dar comida a los niños o ayudar a las personas necesitadas y que estaban viviendo en sus carnes las consecuencias del conflicto contra el Estado Islámico. Una vez ahí, Samuel cambió y volvió a Andorra, pero con la idea de regresar a Siria para combatir y estar en la primera línea del conflicto. “Quiso dar un paso más”, dice su madre.

«Mientras que otros jóvenes quieren ganar dinero para tener ropa de marca o el coche más bonito, a Sam no le preocupaba eso»

Señala Prada que no es tan sencillo irse a luchar con los kurdos. “Él hizo la petición y estuvo un año esperando”, cuenta. La mujer desconoce exactamente los procedimientos que se tienen que realizar para poder ingresar en las filas del YPG, pero sabe que hacen pruebas psicológicas para ver si la persona está preparada para combatir.

Finalmente, el chico partió al país árabe el 23 de julio del 2017. Con él, lo hicieron 400 europeos más. “La noche antes de que se fuera, le pedí llorando que no lo hiciera, pero se marchó”, dice la madre. La única preocupación de Samuel, afirma, era ayudar. “Sentía que en Siria lo necesitaban más porque los niños y las mujeres lo estaban pasando muy mal y eso le causaba dolor”.

A partir de ahí la mujer ignora el periplo que hizo su hijo para alcanzar suelo sirio. Tan solo sabe que antes de entrar a este país estuvo en Estambul, ya que hizo un pago con tarjeta bancaria. Tampoco sabe mucho de lo que hizo en Siria porque Samuel no quería explicarle nada para no preocuparla. De hecho, afirma, se ha ido enterando de la vida que llevaba su hijo una vez ha muerto, y después de ponerse en contacto con kurdos que están en este país o personas que han luchado con ellos.

«Sentía que en Siria lo necesitaban más porque los niños y las mujeres lo estaban pasando muy mal y eso le causaba dolor»

Por lo que ha podido descubrir, Samuel, el único andorrano que estaba en las filas del YPG, hizo entrenamiento militar durante un mes; después empezó combatir y hacía de francotirador.

Prada también desconocía que su hijo estaba entre los combatientes que lucharon en Deir Ezzor y Raqqa, donde el Estado Islámico instauró su capital. Después de una guerra que duró cuatro meses, los kurdos se hicieron con el control de esta ciudad el pasado mes de octubre.

Uno de los combatientes que acompañaron a Samuel en la batalla fue el valenciano alias Simón de Monfort y con el que Prada habla, prácticamente, a diario. Según le ha contado este miliciano, en Raqqa es “donde pasaron más miedo”, ya que el enemigo llevaba más de tres años en la zona y por tanto se la conocía perfectamente. “Le llamaban el enemigo invisible porque podía aparecer de cualquier lado”, afirma la mujer.

Después de liberar Raqqa, Samuel se trasladó a Afrin. Las misiones con los kurdos se terminan a los seis meses, por lo que este joven tendría que haber regresado a Andorra el 23 de enero, pero decidió quedarse más tiempo porque sentía que en Siria le necesitaban y aún podía aportar más. Dieciocho días después de la fecha que tenía programado volver, murió.

Su madre ya sospechaba que alguna cosa no iba bien ya que normalmente cada dos o tres días hablaban por WhatsApp o Facebook, y la última comunicación que mantuvo con él fue el 8 de febrero. A partir de ahí, unas largas jornadas de inquietud hasta que el grupo de kurdos apareció en su restaurant, una semana después de la muerte de su hijo, para comunicarle la fatal noticia.

“Para ellos, Samuel es un mártir y lo único que les preocupa es su familia. Por eso, me avisaron a mi antes de comunicarlo en su web”, explica Prada, que en todo momento reitera que recibe apoyo de personas del pueblo kurdo o su entorno, que le llaman cada día. También, dice, ha recibido ayuda del Gobierno andorrano y del español.

«Ha hecho lo que quería. Ha muerto por una causa y por ayudar mujeres y niños»

Repatriar a Samuel

Prada se muestra muy orgullosa de su hijo. “Ha hecho lo que quería. Ha muerto por una causa y por ayudar mujeres y niños. Ojalá hubiera más samueles en el mundo”, apunta esta madre para la cual ahora empieza su batalla más dura: traer el cuerpo de su hijo de vuelta a Andorra.

Después lo quiere llevar a Galicia donde tiene toda su familia y su abuela. “Samuel era gallego hasta la medula”, dice con una leve sonrisa en la boca. Una buena muestra de ello es que el nombre que escogió como miliciano fue Baran Galicia (Lluvia de Galicia).

Por lo que sabe Prada, el cuerpo de su hijo está en Siria. Ahora bien, no sabe cuánto podrán tardar en repatriarlo porque Turquía continúa bombardeando el norte del país. Es por eso por lo que, ahora mismo, solo le queda esperar porque el YPG no quiere poner en riesgo los cuerpos que hay ahí —junto a Samuel murieron el francés Olivier François Jean Le Clainche y el holandés Sjoerd Heeger— ni la vida de los milicianos que los tienen que transportar. “¿Cuánto pueden tardar? Un mes, dos... No sé, hasta que puedan sacarlo de ahí y traérmelo”, lamenta la madre.

La sala de su restaurante está vacía. En las paredes lucen las fotos de Samuel y en la puerta un cartel con su rostro donde se advierte que el local está cerrado. La mujer confiesa que no se siente con ánimos para abrir, pero pese la crudeza de la situación muestra una gran entereza. “No me puedo derrumbar hasta que me traigan a Samuel. Luego ya veremos”, sentencia.

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