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Colombia ha vuelto a marcar un récord histórico en la producción de cocaína

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Ni en los mejores años de Pablo Escobar había tantas plantaciones de coca. ¿A qué se debe?

silvia laboreo

20 Septiembre 2018 14:03

Más terreno, más producción, más droga. El cultivo de hojas de coca vuelve a batir récords en Colombia. Así lo indica el último informe de monitoreo de cultivos ilícitos de la UNODC presentado este miércoles. La investigación destaca el aumento de la superficie dedicada a plantación de coca en este país desde el inicio del proceso de paz.

Según las mediciones del Simci, en 2014 había 69.000 hectáreas dedicadas a la coca, 96.000 en 2015 y 146.000 en 2016. El año pasado, la coca volvió a superar sus marcas: en 2017 se cultivaron 171.000 hectáreas de hoja de coca, un 17% más que en 2006.

La distribución de los cultivos ilícitos de cocaína varía por regiones. La mayoría de los cultivos, 65.567 hectáreas, se concentra en Pacífico. A continuación la Andina, con 52.960 hectáreas y un crecimiento del 31%. Putumayo y Caquetá registran un total de 41.382 hectáreas, seguidos de Orinoquía con 774 y Amazonia con 302.

Hectáreas dedicadas a cultivo de coca en Colombia y su variación respecto a 2016

Este aumento tiene un impacto directo en la deforestación de Colombia. “El 33% de estos cultivos de coca se encuentra en zonas aisladas a más de 10 km de cualquier centro poblado. El 34% de los cultivos de coca identificados está en zonas que en 2014 eran bosque”, se puede leer en el informe de la UNODC. Además, el 5% de los cultivos se encuentran en parques naturales y un 27% a menos de 20 kilómetros de áreas protegidas.

Pero no solo han crecido las hectáreas de cultivos, sino también la producción de cocaína. La investigación de la ONU revela que en 2017 se produjeron 1.379 toneladas de coca, un 31 % más que el año anterior.

Nunca antes, ni siquiera en los mejores años de Pablo Escobar, había habido tantas plantaciones de cocaína en Colombia como ahora. ¿A qué se debe?

Producción de cocaína

Tras la firma del acuerdo de paz, diversos grupos paramilitares y disidentes de la guerrilla han aprovechado el vacío que dejó las FARC para instalarse en zonas antes dominadas por la guerrilla. Grupos como las Bacrim, bandas integradas por exparamilitares, desarrollan actividades relacionadas con el narcotráfico al considerar la región como un punto estratégico para controlar las rutas de droga hacia Centroamérica, Europa y EEUU.

El año pasado, la coca volvió a superar sus marcas: en 2017 se cultivaron 171.000 hectáreas de hoja de coca, un 17% más que el año pasado.

Por otro lado, el cese en 2015 de los programas de aspersión por glifosato para eliminar el arbusto de coca desde el aire explicarían este aumento. Recientemente, el ministro de Defensa de Colombia ha vuelto a abrir el debate sobre la posibilidad de volver a este método, pese a que la ONU prohibió el uso de esta sustancia a gran escala de manera preventiva.

También hay una motivación económica. La devaluación del peso frente al dolar aumentó la rentabilidad del kilo de coca y la caída del precio del oro hizo que la minería ilegal (otra de las fuentes de financiación de grupos armados) fuera menos lucrativa.

Además, frente al cultivo de cacao, plátano o coco, la hoja de coca se puede cosechar hasta cuatro veces al año. “Acá a nadie le gusta sembrarla”, contaba Emilse Díaz, a la periodista Astrid Otal en este reportaje sobre el negocio de la cocaína tras las FARC . Sin embargo, no les queda otra opción. La desatención del Gobierno en estas zonas cocaleras ha hecho que los campesinos vean en el cultivo ilícito de coca la única forma de subsistencia.

El informe de 2016 de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) hablaba de un posible cálculo estratégico de los campesinos. "Las expectativas generadas en torno a las negociaciones del proceso de paz podrían haber contribuido a que los agricultores tuvieran mayores esperanzas de beneficiarse de los posibles programas de desarrollo alternativo y podrían haber motivado un auge de los cultivos ilícitos". Pero la realidad es muy distinta. Aunque la administración prevé acabar con 100.000 hectáreas cada año, la mitad mediante programas de transición para los agricultores, estos planes no cubrirán a todos. Solo 50.000 familias se beneficiarán de esto, cuando el propio Gobierno calcula que de la coca dependen más de 82.000.

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