A estos dos cazadores de elefantes casi les cazan sus propias víctimas. Se hallaban de safari en la Reserva Nakabolelwa de Namibia, disparando a una manada de diez elefantes con sus crías.
“Dale entre los ojos”, susurra uno de los cazadores. Los elefantes siguen su camino, lentamente. Incluso parece que se giran a mirar. El otro apunta al blanco y dispara.
El elefante herido empieza a correr y se distancia del grupo. Los cazadores disparan una segunda, una tercera vez hasta que el animal se da de bruces en el suelo.
Pero, ¿alguien se creía que las cosas iban a quedar así? ¿que la familia de elefantes, al presenciar el ataque a uno de los suyos, se iba a quedar de patas cruzadas?
Claro que no.
Los elefantes empiezan a barritar y aceleran el paso, levantando una buena polvareda, en una estampida que se dirige a los cazadores. Estos, muy asustados, empiezan a gritar y a correr, arma en mano. En la grabación puede oírse el gran estruendo que provoca el peso de los elefantes chocando contra el suelo en esta carrera que termina por ahuyentar a los cazadores.
Según Corne Kruger, cazador profesional, explicaba para News24, que el vídeo se había registrado hace tres o cuatro años y que lo que vemos en las imágenes es completamente legal. Solamente se cazan dos elefantes al año en esta reserva, apostillaba.
Pese a todo, la crueldad es innegable. Lo cierto es que escenas como estas, donde cazadores pagan por matar fauna salvaje, convirtiendo un asesinato en algo legal, son muy comunes.
Por ejemplo, recientemente se han encontrado 87 cadáveres de elefante en Botswana, en una zona protegida cerca del delta del Okovango. Se les había arrancado los colmillos para vender su marfil, que se paga a un alto precio en el mercado negro. Lo que había llegado a ser el hogar de más de 130.000 elefantes, que incluso había recibido el nombre de santuario, se ha convertido en otra zona amenazada para la fauna salvaje.
Algo similar ocurrió en Mali. Desde el año 2012 al 2017, los cazadores furtivos consiguieron asesinar a ejemplares. Es por ello que desde el Mali Elephant Project decidieron crear una brigada armada para disuadir y luchar, cuando fuera necesario, por la vida de los elefantes.
¿Cómo es posible que esto ocurra?
Tal vez, como dice el conservacionista Carl Safina, “La gran mayoría de la gente cree que no es conveniente pensar que los animales piensan y sienten, porque entonces verían que estamos causando sufrimiento a los animales con nuestra forma de vida. Eso se convierte en algo muy incómodo. Quieren todas esas cosas que provienen del sufrimiento animal, la carne, el cuero, las pieles, pero no quieren pensar que los animales están sufriendo, no quieren saber realmente cómo sucede ni cómo se hace eso que quieren comprar”.