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De entre todos los villanos, ahora él parece el menos malo

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De entre todos los villanos, ahora él parece el menos malo

Así está aprovechando el líder del país con más periodistas encarcelados en todo el mundo el asesinato de Khashoggi para limpiar su nombre

Con un acto heróico lo bastante importante, nadie recordará mi pasado ruin.

Esto es lo que debió de pensar el presidente turco Recep Tayyip Erdogan cuando el 2 de octubre se enteró de la desaparición del periodista saudí Jamal Khashoggi en el consulado saudí de Estambul. Khashoggi entró en el recinto para arreglar unos papeles para su futura boda y nunca volvió a salir del lugar. Sí lo hicieron sus restos, recién desenterrados en el jardín del cónsul de Arabia Saudí en Turquía. Mutilado y descuartizado en un crimen brutal que se sospecha que fue ordenado por las más altas instancias del reino de los Saud, nada más que el príncipe heredero Mohammed bin Salman.

No importa que sea el líder del país con más periodistas encarcelados si puedo demostrar que hay alguien más déspota.

"Turquía será persistente en el seguimiento de este incidente en nombre de la comunidad internacional y como representante de la conciencia de la humanidad", dijo al principio de esta semana Erdogan ante el Parlamento turco. Turquía aunque no ha querido señalar directamente con el dedo al príncipe heredero sí ha declarado que estamos ante “un asesinato político”, “un asesinato planificado”, un asesinato donde de los 18 principales sospechosos, 15 se reunieron la noche del 2 de octubre en el consulado y pertenecen a “miembros de la Seguridad, de la Inteligencia y forenses” de Riad. “¿Para qué se reunieron?”, pregunta Erdogan a Riad sabiendo que la respuesta de Riad ante la pregunta será el silencio. Sabiendo que mientras él pregunta, occidente contiene la respiración aparentando que tienen las manos atadas por sus propios intereses ante un hecho tan grave que en cualquier otro momento, con cualquier otro país implicado, las sanciones habría volado aún sin aparecer el rostro desfigurado de Khashoggi.

Viñeta de Steve Bell para The Guardian

Hasta el acto más despreciable puede ser una buena oportunidad para conseguir mis objetivos.

Si el país que más está presionando a Arabia Saudí es Turquía no es porque Erdogan sea un activista de la libertad de prensa. Solo en 2017, en Turquía fueron encarcelados 73 periodistas pero los beneficios para el presidente de aumentar el desprestigio del príncipe heredero son evidentes. La animadversión existente entre ambos también. Mohammed se refirió a Turquía como un ángulo más del triángulo del mal. Los otros vértices son Irán y los grupos islamistas. Para Erdogan, el vilipendio público de Riad es una oportunidad de oro para abrir una brecha entre los sauditas y la administración estadounidense, tal y como apuntan los periodistas Kareem Fahim y John Hudson en el Washington Post, medio para el que también trabajaba Khashoggi. Aunque eso sí, por el momento Trump no parece dispuesto a romper el contrato de 110.000 millones de dólares de venta armas que tiene con los saudíes. En vez de criticar el asesinato, lo que el presidente estadounidense ha hecho es decir que “lo pusieron en práctica muy mal y el encubrimiento fue el peor en la historia de los encubrimientos”.

Ahora yo soy vuestro único garante de justicia.

A pesar de que tanto la ONU como Amnistía Internacional hayan pedido poder investigar de manera independiente el asesinato de Khashoggi, Erdogan mantiene el monopolio absoluto de las pesquisas. Y solo va soltando la información gota a gota. El gobierno turco ha conseguido crear una expectación absoluta del público y el resto de los países. Cada nueva revelación sube el precio de la siguiente. La ironía de que Turquía sea garante de algún derecho o libertad ha quedado aplacada. Erdogan está barriendo su nombre a conciencia, tirando a la basura, a ojos de la comunidad internacional, todo rastro de tiranía, autoritarismo, desprecio por las libertades y la vida. El asesinato de Khashoggi le está proporcionando a Erdogan un respiro. De entre todos los villanos, ahora él parece el menos malo.

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