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Descubren una carpa mutante con dos cabezas

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¿Es la radioactividad la culpable de este monstruo?

PlayGround

29 Noviembre 2018 15:51

Una carpa mutante circula por las aguas turbias de internet. Dos bocas y dos ojos le deforman la cara y muchos usuarios han deducido que esta extraña anatomía se debe a que el pez ha habitado un río de aguas radioactivas de ubicación desconocida.

¿Es verdad que la carpa es un ejemplar mutante, fruto de los materiales radioactivos vertidos en su hábitat?

La carpa que aparece en el vídeo es del tipo carpa cabezona (Hypophthalmichtys molitrix). Como todas las carpas y muchos otros peces, tiene un par de una especie de fosas nasales. Cada una tiene un agujero de entrada y otro de salida y, en su interior, unas complejas estructuras olfactivas llamadas rosetas, cubiertas de hasta 500 mil células sensoriales por milímetro cuadrado. Porque, sí, los peces también tienen sentido del olfato, especialmente la familia de las carpas. ¿O cómo te pensabas que se orientan muchos peces para encontrar pareja y alimento?



De este modo, queda descartado el segundo par de ojos. Solamente posee un par de grandes ojos en la parte inferior de la cabeza.

Pero, ¿qué hay de esa segunda boca? Desde Earth Touch News señalan a una posible herida antigua como causa de esa segunda abertura, ya que ambas bocas conectan en una misma garganta. “En algún momento de su vida, un corte habría separado los tejidos que conectan la mandíbula con la lengua y las estructuras de las branquias. Este mismo tipo de desfiguración por culpa de un anzuelo se ha visto antes en las truchas y otros peces populares en la pesca deportiva”.



Tampoco descartan que la desfiguración haya sido causada durante su desarrollo por factores medioambientales: vertidos, proliferación de algas o cambios en la salinidad y la temperatura podrían tener la culpa. “Unos vertidos en California causaron una proliferación de algas dañina y, por ejemplo, docenas de tiburones leopardo terminaron con meningitis”.

La hipótesis de la contaminación radioactiva que se hizo popular es la menos probable. El biólogo Timothy Mousseau, de la Universidad de Carolina del Sur, contestaba que los animales que han sufrido radiación suelen vivir durante tan poco tiempo que no llegamos a descubrirlos.

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