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Este ridículo ladrón decidió disfrazarse de fantasma para robar cuadros

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Intentó confundir a los ancianos a los que robaba con su look pero el vídeo de su fechoría parece un sketch cómico

PlayGround

03 Diciembre 2018 13:43

Supongo que cuando eres ladrón intentas adaptarte a cada situación. Si tienes que robar en el monte, te vistes con ropa de camuflaje. Si tienes que atracar un banco, cuantas más armas mejor. Y si tienes que robar un diamante rodeado por mil alarmas, leggins negros, jersey de cuello alto y tus mejores movimientos de yoga. ¿No? Tal vez las películas nos hayan confundido un poco. Pero al que han confundido hasta el extremo es a este ladrón italiano, que para robar unos óleos en una residencia de ancianos se disfrazó de fantasma con una tela blanca. Eso sí, se dejó el pasamontañas negro puesto en la cabeza, lo que le daba un aspecto de ladrón-fantasma bastante cómico.

En el vídeo podemos verlo entrando en la residencia Servizi alla Persona, en Pavia, Italia. Se pone el pasamontañas negro en la misma puerta, se envuelve con la tela blanca y sale corriendo como puede, abrazando un gran objeto que no le cabe bajo la tela, que le arrastra por el suelo. No sabemos si su idea era que, al verlo, cualquier residente se diera un susto de muerte que permitiera terminar el robo con éxito. Pero la verdad es que el vídeo parece casi un sketch de humor por las risas que provoca.

El ladrón-fantasma cometió los robos entre julio y octubre de este año. En todas las ocasiones, su botín que escondió bajo su disfraz fue el mismo: unas valiosas pinturas religiosas del siglo XVIII.

Se ha acusado del robo a un trabajador del servicio de mantenimiento, de 50 años, y también a un hombre jubilado de 61 años, que sería el autor intelectual de este y otros robos de antigüedades. Sin embargo, la operación 'Cazafantasmas', como se llamó al caso, terminó el 27 de noviembre con los principales sospechosos siendo puestos en libertad mientras se examinan más pruebas.

La historia de los robos de piezas de arte ha dejado algunos capítulos muy sonados. A continuación, la historia de tres ladrones que sorprendieron al mundo con unos hurtos más que peculiares.

Robo con abrigo

Corría el año 1911 cuando Vicenzo Peruggia, empleado del Louvre, fue asaltado por un impulso de robar La Mona Lisa, de Leonardo Da Vinci, cuando se dio cuenta que el guarda no estaba vigilando la sala. ¿Cómo lo hizo? Separó la pintura del marco y se la guardó dentro del abrigo, para luego salir del museo, como quien se va del supermercado con un folleto de ofertas. Peruggia fue pillado dos años más tarde, intentando vender el cuadro: el anticuario que iba a comprarle la obra lo delató a la policía.

Ladrones chapuceros

El 25 de febrero de 1965, Dalí había acordado viajar a la prisión de Rikers Island, en Nueva York, convencido por Anna Moscowitz Kross, comisaria del Departamento Correccional, de dar una clase de arte para los reclusos. Sin embargo, el ampurdanés se despertó con fiebre aquel día y decidió que no acudiría a la prisión. Como el acto había sido anunciado a bombo y platillo por las autoridades penitenciarias, quiso compensar su falta: rápidamente, hizo un dibujo de una crucifixión y se lo entregó a su representante, Nico Yperifanos, que lo llevó hasta el centro. En poco tiempo, el cuadro cayó en el olvido, hasta que en 2003 fue robado de la forma más chapucera posible: se robo la pintura con el marco y se remplazó por otra que hicieron los guardias, de forma más pequeña y, como no la enmarcaron, pintaron un marco en la propia tela. Los ladrones no supieron muy bien cómo colgar su obra y, con las prisas, la graparon de cualquier forma al soporte de madera de la caja de cristal que había protegido todo aquel tiempo la obra de Dalí. Pocas horas después, dos guardias se dieron cuenta del estropicio.

Un bibliotecario con dotes artísticas

Si alguna cualidad debe tener un buen ladrón es la paciencia. No debe tener prisa sino esperar hasta el momento oportuno y debe perseverar en su objetivo por mucho tiempo que pase. Y, si no, que se lo digan a Xiao Yuan, director de la biblioteca de la Academia de Bellas Artes de Guangzhou, que entre 2004 y 2006 fue reemplazando de forma gradual 140 pinturas con las suyas propias. Por supuesto, el plan no terminaba allí: fue vendiendo las obras por un total de 6 millones de dólares. Cuando fue detenido, tenía 11 millones de dólares de arte robado en su posesión. Se defendió diciendo que esa práctica era muy común entre la comunidad artística y dijo, incluso, que otros ladrones habían robado sus falsificaciones, que habían sido reemplazadas por otras.

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