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Artículo La ultraderecha hace tambalear el Statu quo de la política institucional sueca Now

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La ultraderecha hace tambalear el Statu quo de la política institucional sueca

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Las elecciones en Suecia pueden convertir al partido ultraderechista de Jimmie Åkesson en árbitro del futuro gobierno: ¿Qué es Demócratas Suecos y por qué ha irrumpido con tanta fuerza?

Martí Renau

10 Septiembre 2018 18:53

La atalaya del Estado de Bienestar de la Unión Europea, Suecia, ha votado en unas elecciones generales y los resultados han puesto de manifiesto una realidad que durante años se ha ido cocinando a fuego lento y a la sombra de las instituciones europeas, pero que ahora viaja a ritmo feroz de comicios en comicios. Igual que ocurrió en Italia, Austria, Alemania, Hungría o Polonia, la extrema derecha ha irrumpido con fuerza en Suecia. Y lo ha hecho para quedarse.

La semana antes de la votación, los sondeos pronosticaban que el partido populista y xenófobo de Jimmie Åkesson, Demócratas Suecos, se convertiría en la segunda fuerza del panorama político, por detrás del todopoderoso Partido Socialdemócrata liderado por el actual Primer Ministro Stefan Lövfen y por delante de los conservadores del Partido Moderado. No ha sido así, pero casi.

Como preveían las encuestas, los socialdemócratas se han proclamado vencedores de los comicios con un 28% de los votos -3 puntos menos que en las elecciones de 2014-, pero han ido seguidos de los moderados, con un 19,8%. El binomio conformado por la coalición de izquierdas y la alianza de centro-derecha sigue a la cima, pero la ultraderecha acecha desde una tercera posición que llama a la puerta de la toma de decisiones gubernamentales.

Un 17,6% de los votos son poco más de un millón de personas de las 10 que viven en el país escandinavo. Son pocas si lo comparamos con los cerca de 3 millones de personas -casi un 50% de los votos- que el pasado mes de abril hicieron revalidar el mandato de Viktor Orban en Hungría, pero son muchas si se tiene en cuenta que hace dos legislaturas la formación ultraderechista sueca sólo consiguió hacerse con un 5,7% de los votos. ¿Qué ha cambiado en Suecia en estos últimos 8 años?

Si un factor puede haber alterado la política institucional en favor del partido anti-establishment es la crisis de refugiados del año 2015. Estas son las primeras elecciones después de que el gobierno socialdemócrata de Lövfen sacara pecho de su política de asilo que facilitó que en solo un año recibieran más de 160.000 solicitudes de asilo.

No hay datos que relacionen un aumento de la criminalidad con la llegada de personas refugiadas, de hecho Suecia no recopila datos estadísticos sobre el origen étnico de los delincuentes, pero la extrema derecha ha basado su discurso en convertir a la inmigración en el foco de todos los problemas del país. Se trata de una idea que tomó fuerza después del atentado de Estocolmo de 2017, en la que un simpatizante de Estado Islámico arrolló a una multitud con un camión y mató a 5 personas, y que ha calado hondo entre los votantes del partido ultraderechista.

Tras haberse convertido en el estandarte de la política sueca gobernando 70 de los 100 últimos años y ganando 30 elecciones en el último siglo, la socialdemocracia ve tambalearse su trono. Sí, ha vuelto a ganar estas elecciones, pero desde hace 30 años el porcentaje de votos desciende, igual que ocurre con la coalición de izquierdas. Para seguir gobernando tiene ahora dos posibilidades: o ponerse de acuerdo con Ulf Kristersson, líder del Partido Moderado y, al más puro estilo alemán, buscar una gran coalición con la alianza de centro-derecha, o esperar a que los partidos menos derechistas del bloque conservador se desvinculen del proyecto político de Kristersson y le den respaldo si el líder del Partido Moderado se dispone a negociar con la ultraderecha para intentar formar gobierno.

De entrada, Kristersson ha anunciado que esto no va a pasar: “hemos sido completamente claros durante toda la campaña. La alianza no gobernará ni discutirá cómo formar gobierno con los Demócratas Suecos”. Pero hay dudas. Por su parte, Jimmie Åkesson le ha tendido la mano. Justo después de que se publicara el recuento -casi definitivo- de los votos anunció que estaba preparado para cooperar con todos los partidos, pero en particular el que lidera Ulf Kisterrson.

Y, precisamente, Åkesson lleva años preparándose. Su ultraderecha ya no es la ultraderecha de brazos alzados y esvásticas tatuadas porque el líder de Demócratas Suecos se ha encargado de borrar el pasado neonazi de la formación desde que en 2005 se convirtió en líder nacional del partido.

Demócratas Suecos nació 1988 como resultado de la unión de varios partidos ultraderechistas y entre sus fundadores contaba con históricos de la ideología fascista y neonazi, tales como Leif Ericsson -fundador del partido Conservad la Suecia sueca- o Gustaf Ekström -antiguo miembro de las SS-. Ahora ya no hay ni rastro de ellos. En cuestión de poco más de una década, el partido abiertamente neonazi se ha edulcorado para convertirse en un partido que abre los brazos a la política institucional y seduce a más de un millón de personas.

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