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Las mujeres de Corea del Norte son acosadas y violadas a diario

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El abuso sexual, las violaciones y las agresiones son rutinarias dentro del régimen de Kim Jong Un

silvia laboreo

02 Noviembre 2018 13:48

¿Cómo denunciar un abuso sexual en un país que ni siquiera cuenta con una palabra para definirlo? ¿Cómo hacer un #metoo en uno de los Estados más opacos del mundo? Mientras medio mundo alza la voz contra la violencia sexual, las mujeres de Corea del Norte siguen muy lejos de tener la libertad y las garantías para denunciar la violencia sexual que sufren. Una realidad sobre la que alerta Human Rights Watch en su nuevo informe presentado este jueves.

"La violencia sexual en Corea del Norte es un secreto a voces, no abordado y ampliamente tolerado", explicó Kenneth Roth, director ejecutivo de Human Rights Watch, en un comunicado. "La mujer norcoreana probablemente diría 'MeToo' si pensara que hay alguna forma de obtener justicia, pero sus voces son silenciadas en la dictadura de Kim Jong Un", añadió.

El informe, que lleva como título Lloras por las noches y no sabes por qué, se elaboró en gran medida a partir de las entrevistas a 54 norcoreanos y norcoreanas que abandonaron el país después de 2011 y 8 ex funcionarios norcoreanos.

Los entrevistados reconocieron que el abuso sexual, las violaciones, el acoso y la violencia contra las mujeres son algo cotidiano en Corea del Norte. Sucede en mercados, puestos de control, trenes, centros de detención, bases militares y en las calles. Y lo cometen oficiales, guardias de prisiones, supervisores de mercados, policías, fiscales y soldados.

¿Cómo denunciar un abuso sexual en un país que ni siquiera cuenta con una palabra para definirlo? ¿Cómo hacer un #metoo en uno de los estados más opacos del mundo?

El estudio recoge testimonios como el de Park Young Hee, una ex agricultora de 40 años de la provincia de Ryanggang que abandonó Corea del Norte en 2011 después de un primer intento de huir a China en 2010. En ese momento y tras ser devuelta a Corea del Norte, esta mujer fue interrogada por un oficial de la policía en un centro de detención preventiva. El hombre manoseó su cuerpo y le penetró varias veces con los dedos. También le hizo preguntas sexuales durante el interrogatorio. “Mi vida estaba en sus manos, así que hice todo lo que quería y le conté todo lo que pidió. ¿Cómo podría hacer otra cosa?... Todo lo que hacemos en Corea del Norte puede considerarse ilegal, por lo que todo depende de la percepción o actitud de quién está investigando tu vida”, explica Park Young Hee a HRW.

Funcionarios masculinos del gobierno y mujeres comerciantes sentados en un vagón de ferrocarril. A menudo, las mujeres se enfrentan al acoso por parte de funcionarios del gobierno y oficiales del ferrocarril. Imagen de Choi Seong Guk para Human Rights Watch.

Otro de los testimonios relata como estos abusos también se producen en situaciones cotidianas. “En los días que lo deseaban, los guardias del mercado o los oficiales de la policía podían pedirme que los siguiera a una habitación vacía fuera del mercado, o a algún otro lugar que eligieran. ¿Qué podemos hacer? Nos consideran juguetes [sexuales]. Nosotras [ las mujeres] estamos a merced de los hombres. Ahora, las mujeres no pueden sobrevivir sin tener hombres con poder cerca de ellas”, relata Oh Jung Hee una ex comerciante de unos cuarenta años de la provincia de Ryanggang.

La impunidad ante este tipo de delitos es total. Si intentan quejarse las mujeres se arriesgan a más violencia sexual, a palizas, trabajos forzados o el escrutinio de sus actividades cotidianas. Y muchas veces la única opción que les queda para evitar ser víctima de abusos sexuales es acogerse a la protección de un hombre.

Aunque Pyongyang defiende la igualdad entre hombres y mujeres y según el Gobierno el país es un “paraíso para las mujeres”, se desconoce el número exacto de personas que experimentan violencia sexual en el país.

Además, las mujeres coreanas son socializadas “para sentirse impotentes a la hora de exigir responsabilidad por el abuso sexual y la violencia, y para sentirse avergonzadas cuando son víctimas de abuso”, se lee en el informe de Human Rights Watch. Y añaden: “la falta de un estado de derecho y los sistemas de apoyo correspondientes para las supervivientes hacen que la mayoría de las víctimas permanezcan en silencio, no busquen justicia y, a menudo, ni siquiera hablen de sus experiencias”.

Tampoco se sabe con exactitud cuántos hombres han sido encarcelados por este tipo de delitos. Según el régimen norcoreano, solo nueve personas en todo el país fueron condenadas por violación en 2008, siete en 2011 y cinco en 2015. Estas cifras ridículas evidencian, no la falta de violencia sexual en el país, sino la total ausencia de políticas destinadas a denunciar y condenar eficazmente este tipo de delitos.

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