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Artículo "Hacerme lesbiana me hizo más libre": cuando el lesbianismo es una decisión política Now

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"Hacerme lesbiana me hizo más libre": cuando el lesbianismo es una decisión política

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¿El deseo es cambiable? ¿Puedo elegir ser lesbiana? Mujeres lesbianas nos cuentan cómo encontraron en el lesbianismo una forma de resistir al patriarcado

anna pacheco

24 Noviembre 2017 06:00

Hace algunos días que mis amigas y yo acabamos de cervezas hablando del hipotético fin de nuestra heterosexualidad. No aguanto más a los hombres. Qué pereza volver a Tinder y encontrarme a otro igual. Mi paciencia se está agotando. Ni siquiera los que parecen feministas, en realidad lo son. Todo esto son frases que escucho con frecuencia. Nos asentimos y nos damos la razón y nos planteamos si no estaríamos mejor queriéndonos entre nosotras. También he visto en los últimos años como algunas parejas heterosexuales de mi entorno se desintegraban y, luego, ella, empezaba una relación con una mujer. Supongo que no es que busquemos a hombres feministas porque sí o porque es lo que toca. Estamos entendiendo que el feminismo se ha convertido en algo clave —político— en nuestras vidas. Y que estamos mejor así, ahora que entendemos y que sabemos lo que queremos.

Tengo dos frases clavadas respecto a este tema: una de Lady Gaga extraída de su documental Gaga: Five Foot Two: “Creo que mi límite para aguantar chorradas de los hombres está… Ya no tengo. No sé si es porque tengo 30 años o qué”. Y otra más: la de la autora francesa Virginie Despentes en esta entrevista en su casa de París. Despentes interpela directamente a una periodista y le dice: ‘¿Eres hetero? ¿Duermes con tu opresor?’. Lesbianismo político.

“El lesbianismo político es aquel que no es vivido como una orientación sexual que venga dada, sino que se llega al mismo por cuestiones que tienen que ver con el convencimiento de que la implicación feminista con las mujeres tiene que ser total y alcanzar el plano afectivo y sexual”, explica Beatriz Gimeno a Playground, activista, feminista y autora de Historia y análisis político del lesbianismo.

"Yo escogí ser lesbiana y viví mi lesbianismo como una liberación personal. Hacerme lesbiana me hizo más libre y me gustaría que muchas mujeres entiendan que esa posibilidad existe y que está abierta"

Gimeno es de las pocas autoras en España que ha hablado de este fenómeno político y social surgido a mediados de los 70, durante la segunda ola del feminismo. La tesis central del libro es que todas las mujeres pueden optar por una estilo de vida y una sexualidad lesbiana. Y que es probable que todas vivamos menos oprimidas así. “Yo escogí ser lesbiana y viví mi lesbianismo como una liberación personal. Hacerme lesbiana me hizo más libre y me gustaría que muchas mujeres entiendan que esa posibilidad existe y que está abierta”, apunta Gimeno en el libro.

Lady Gaga: Five Foot Two

Esta activista asegura que ella siempre tuvo relaciones heterosexuales, pero que llegó un momento en el que le costaba mucho relacionarse afectivamente con los hombres. “Esa relación me quitaba mucha energía. El patriarcado no es solo teórico. Se clava en las vidas y en la parte afectiva y sexual”, explica. La autora, que afirma seguir sintiendo atracción hacia el sexo masculino, sostiene que “es complicado ser feminista y después, en el plano más íntimo, abdicar y entregar a los hombres energías afectivas, sexuales o de cuidado que no nos son devueltas en la misma medida. A mí personalmente hacerme lesbiana me hizo más libre", sostiene.

“Siento que mi lesbianismo no ha sido una apuesta política, pero mi deseo lésbico o mi identidad lesbiana sí que han sido cuestiones clave a la hora de politizarme”, explica Andrea Momoitio, periodista y coordinadora en el portal feminista Píkara. En su caso, Momoitio nunca tuvo relaciones heterosexuales, entiende que no podría tenerlas por una cuestión estrictamente ideológica.

"Creo que las mujeres que se acuestan con hombres tienen que ser plenamente conscientes de que se están follando al enemigo y que están manteniendo relaciones sexuales con un hombre que si no él, cualquier otro, podría matarlas porque tiene la legitimidad moral y social para hacerlo"

“Mirando a mi entorno cada vez tengo más claro que la heterosexualidad, no sé si es el germen, pero sí forma parte de la estructura que hace que todavía hoy nos sigan matando en todo el mundo. Creo que las mujeres que se acuestan con hombres tienen que ser plenamente conscientes de que se están follando al enemigo y que están manteniendo relaciones sexuales con un hombre que si no él, cualquier otro, podría matarlas porque tiene la legitimidad moral y social para hacerlo”, argumenta. Ella misma explicó esta idea que a muchos igual escandaliza en este post de su blog.

“No es que las relaciones lésbicas sean idílicas”, apunta Gimeno. “Pero sí se libran de ese componente machista. Ya no tienes que discutir, por ejemplo, por quién de las dos friega los platos porque las dos sois mujeres y entonces es un debate que queda más abierto”.

Le explico a Gimeno que en mi entorno igual (y no siempre) se han superado algunos de esos machismos que vivieron nuestras madres, como la injusta repartición de las tareas del hogar. Pero que, a veces, nos escuchamos a nosotras mismas quejándonos de las mismas cosas: hombres que no prestan atención cuando les hablamos de nuestro trabajo o de nuestras cosas, que solo piensan en ellos mismos o que no valoran nuestras ideas de la misma forma que lo hacemos nosotras de las suyas. “Es eso mismo. Creo que hay muchos feministas de puertas para afuera, pero en plano íntimo es muy difícil porque implica una forma de estar socializados. Es una forma de escuchar de otra manera, de comprender, la convivencia del día a día, el apego o, por supuesto, la sexualidad. Yo siempre digo que la verdadera revolución se hará de puertas para adentro”.

"Creo que hay muchos hombres feministas de puertas para afuera que no lo son en el plano íntimo. Es muy difícil. Están socializados de otra manera. Es una forma de escuchar, de comprender, la convivencia del día a día, el apego o la sexualidad"

Ahí tiene algo que contar Marta* (nombre ficticio), una barcelonesa de 27 años y arquitecta profesión. Ella se considera bisexual aunque empezó a mantener relaciones lésbicas hace solo tres coincidiendo con su época de madurez. “Las últimas relaciones largas que he tenido siempre han sido con mujeres. De vez en cuando sí tengo alguna esporádica con hombres, porque soy bisexual y en realidad me siguen atrayendo los hombres. Pero tengo claro que para una relacion larga me quedaría con una mujer siempre. Estoy más a gusto. Es lo que me compensa más a la larga. ¿Es una apuesta política? Supongo que sí”, explica Marta. Este testimonio reconoce que no conocía nada del lesbianismo político, pero admite que es probable que ella pueda encajar dentro de ese marco.

Marta me cuenta dos experiencias recientes con hombres que refuerzan si cabe aún más su lesbianismo. “Tuve una relación esporádica con un compañero de trabajo y mientras estábamos practicando sexo me pregunto si yo iba siempre así de 'no depilada'. O la última vez que quedé con mi ex, el hombre con el que he estado más tiempo. Estuvo toda la noche hablando de él mismo con su habitual condescendencia. Apenas preguntó por mí. Le pregunté a qué se dedicaba su novia, con la que se va a casar, y dijo que ella estaba por casa o en la playa sin darle más importancia. Cambió de tema y siguió hablando con él. Igual ella era pintora, pero nunca lo sabremos”, comenta entre risas. Es en esos momentos cuando se ratifica y asegura que está "mucho mejor con mujeres y que no hay comparación posible".

“Creo que hay cosas que simplemente ya no acepto o admito y en ese sentido siento que mis relaciones con mujeres siempre son más iguales”, apostilla.

Manifestación pro derechos de las lesbianas en Nueva York (1969)

Todas éramos lesbianas en los 70

En los años 70 el lesbianismo político se entendía de otra forma. El yugo patriarcal era más fuerte, así que es probable que la radicalidad de hacerse lesbiana estuviera más presente en muchas feministas. Las mujeres siempre han estado en el margen y las lesbianas en el margen de los márgenes: tal vez solo en esa marginación más absoluta encontraban un espacio para la resistencia, para poder ser ellas mismas. 'Un hombre pierde privilegios si se hace gay, pero es posible que una mujer no tenga nada que perder', apunta una de las frases del libro de Gimeno. Los hombres gays no son solo un grupo oprimido por el sexo que esgrime el poder, también forman parte de él.

Las mujeres lesbianas son un grupo oprimido dentro de un género oprimido. Por eso durante muchos años algunas mujeres encontraban en el lesbianismo un "lugar físico, social o simbólico" para mejorar sus condiciones de existencia. Aunque no fueran lesbianas. En ese espacio estaban más cómodas y probablemente más seguras.

¿Pero el deseo es cambiable? ¿Puedo hacerme lesbiana si me empeño? ¿De afirmar eso estaríamos dando la razón también a esas terapias aberrantes que prometen convertir a los gays en heterosexuales? “No. Muchos estudios sostienen, y yo también, que el deseo de las mujeres es más fluido porque la homofobia no forma parte de él. Tradicionalmente a nadie le importaba lo que sintieran las mujeres. En cambio, sobre la heterosexualidad masculina sí se levanta todo un sistema. Yo parto de la base de que todas somos bisexuales”.

En el libro de Gimeno se apunta a otro aspecto: en los textos feministas de los 70 las mujeres hablaban de “opción sexual”. Pero cuando los hombres empezaron a apropiarse del movimiento gay este concepto pasó a llamarse “orientación sexual”. “Interesaba políticamente venderlo de esta forma, como algo que te viene dado al nacer y no que puedas elegir. Y probablemente tenía sentido que lo vendieran así a nivel político, pero nosotras no nos interesaba”.

Fernández en este punto discrepa: “No creo que sea tan fácil como querer y esforzarse. La constitución del deseo es algo más complejo y uno de los problemas que tenemos es que las mujeres siguen enamorándose y deseando a hombres”.

Alix Dobkin (Nueva York, 1940) es una cantante de folk americana que sí vivió en la ‘época dorada’ del lesbianismo político. Y le dedicó muchas canciones. “Every Woman Can Be A Lesbian”. “Living With Lesbian”. “Talking Lesbian”. Esta mujer se casó, tuvo un hijo y se divorció. Luego, se hizo lesbiana y se dedicó al activismo desde la música durante toda su carrera. Contacto con ella vía Skype. Ahora vive en Nueva York, tiene 77 años y, claro, sigue siendo lesbiana.

"Creo que todas las mujeres pueden ser lesbianas, pero no creo que todas las mujeres lo sean o que deberían serlo. Algunas parecen más felices con los hombres"

Le pregunto, si como dice en su canción, yo puedo ser lesbiana si me esfuerzo un poco. “Yo creo que todas las mujeres pueden serlo, pero no creo que todas las mujeres lo sean o que deberían serlo. Algunas parecen más felices con hombres. A mi me gustaría, eso sí, que toda mujer pusiera siempre a las mujeres por delante”. Dobkin entiende que en su época, en Nueva York en 1972, “la única forma de vivir honestamente y aplicando el feminismo era ser lesbiana. Era una forma de resistencia al patriarcado”. Todas sus amigas de entonces eran lesbianas.

Hay un conocido texto de Adrienne Rich (“Compulsory Heterosexuality and Lesbian Existence”) que habla, incluso, de la existencia de un “continuum lésbico” a lo largo de la historia en la cual la identidad lésbica no está restringida a relaciones sexuales, sino a vínculos emocionales que en el pasado podían ser muy fuertes entre mujeres que vivían atrapadas en una sociedad patriarcal. La amistad y la solidaridad entre amigas, durante los 70, también era una forma de considerar el lesbianismo. Juntas y lesbianas éramos más fuertes.

“Mi madre estaba preocupada de que me fichara el FBI”, explica entre risas Dobkin. La artista reconoce que ahora las cosas han cambiado y también entiende que el fenómeno se entendía más, o podía tener un sentido más subversivo, hace unos cuantos años. “Había más análisis político, empezaba a haber conciencia y se empezaba a hablar por primera vez del patriarcado y las instituciones patriarcales. Ahora las mujeres se sienten más fuertes y más independientes, lo cual también es bueno”, explica.

Le cuento a Gimeno que si es consciente de que esta idea del "lesbianismo político" tiene muy mala prensa. Yo misma, explicando la idea de este artículo, me he visto atrapada entre algunos hombres que atienden entre atónitos y mosqueados a esta idea. Y que no lo entienden de ninguna forma. "Sí, a mí no me gusta hablar de esto. Nos tachan de feminazis, radicales, odia-hombres. Yo no me quiero erigir como la portavoz de nada. Ni digo que todas las mujeres tengan que ser lesbianas. Ni digo que no pueda haber hombres feministas. No estamos diciendo que haya que exterminar a los hombres, en absoluto. Esto es solo es una opción más, como tantas otras, y que puede funcionar a algunas mujeres".

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