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Reportaje Cuando te ves empujada a emigrar para poder vivir tu identidad Now

Reportaje

Cuando te ves empujada a emigrar para poder vivir tu identidad

PlayGround

, Imanol Subiela

02 Octubre 2019 22:55

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Luvia Velandia es mujer trans e ilustradora. Llegó a Argentina desde Venezuela hace dos años para poder tener un DNI con el nombre que eligió para sí misma, para poder vivir su identidad plenamente

La crisis social, política y económica que atraviesa Venezuela ha expulsado del país a millones de ciudadanos. Se distribuyeron por distintos países de América Latina y el Caribe. Otros también se fueron a Estados Unidos o Europa. Según datos publicados a finales de 2018 por la ONU el número llegaba a 3 millones. Pero esa cifra aumentó significativamente en el primer semestre de 2019: según datos de la misma organización, ya son más de 4 millones.

Entre los 130 mil que llegaron a Argentina está Luvia Velandia, una ilustradora venezolana que se asentó en Buenos Aires hace dos años. Pero ella no se fue de su país sólo por la crisis, sino para poder ser quién es, para poder vivir como se autopercibía: Luvia es una mujer trans y llegó para poder tener un DNI con su verdadero nombre.

“No estuve mucho tiempo en Venezuela presentándome como una mujer trans, mi relación con la sociedad venezolana no fue muy buena y fueron años muy oscuros antes y durante la transición, me encontraba bastante triste”, cuenta Luvia.

Ella dice que tuvo dos experiencias que la marcaron y que la empujaron a irse: “Cuando empecé a transicionar tenía una pareja con una familia muy conservadora y sus padres nos dijeron que éramos unas enfermas y depravadas sexuales, incluso amenazaron con desaparecerme”. El otro motivo lo recuerda así: “Mientras iba en un colectivo hacia mi universidad escuché en la radio que habían matado a dos chicas trans, pero los periodistas las trataban como hombres y con los nombres que les pusieron al nacer, no el que habían elegido. Sentí que no quería volverme una estadística. No quería que mi muerte fuera la muerte de una persona con otro nombre y otro género que no elegí. Ahí dije: tengo que salir de aquí”.

Luvia Velandia ilustradora
Ilustrar le ha permitido a Luvia canalizar sus emociones en algo positivo. Foto: IG @danielasacafotos

Luvia comenzó su proceso de transición cuando vivía en Mérida, donde acudía a la universidad. Tuvo que esperar a estar lejos de la casa de sus padres. En el hogar familiar no encontró ni comprensión ni apoyo. Tan pronto como blanqueó cuál era la identidad con la que se autopercibía, su madre la mandó a una terapeuta para “curarla”. “Cuando empecé a transicionar decidí dejar la universidad porque no estaba preparada para que me siguieran llamando como varón en la lista de las clases. La verdad es que en ese momento me sentía bastante sola”, recuerda.

Completar su transición en Venezuela no era una opción. Luvia describe el proceso como algo parecido a un laberinto o una prueba de resistencia para la que no tenía ni estómago ni paciencia. “No pude transicionar mucho allá porque te someten a pruebas psiquiátricas, sexológicas y psicológicas durante dos años para tener acceso a las hormonas. Eso acá no pasa”.

Ilustración-luviavelandia
Instagram @luviavelandia.

El acá es Argentina. “Elegí venir aquí porque es el mejor país con Ley de Identidad de Género y quiero quedarme acá hasta tener mi DNI con mi nombre”, explica Luvia. Podrá tener su documento en agosto del año que viene, cuando le den la residencia permanente.

Trasladarse a vivir a otro país casi nunca es un proceso ni cómodo ni sencillo ni tranquilo. En el caso de Luvia, aún menos. “Empecé a ahorrar con lo que ganaba como freelance y por suerte tengo una amiga holandesa que me ayudó económicamente”, explica. Llegó a Buenos Aires y se hospedó con una amiga los primeros meses. Todo parecía encontrar su sitio. Pero pronto experimentó su primera decepción: la persona que les alquilaba se enteró de que Luvia era una chica trans y pidió que se fuera. Los prejuicios de los que huía volvían a llamar a su puerta. “Luego me distancié de la amiga que me había hospedado y me quedé sola, pero igual quise quedarme”.

Conseguir trabajo apenas llegó tampoco fue fácil para Luvia. Durante el primer año que estuvo en Buenos Aires hizo cosas freelance como ilustradora, pero no logró conseguir un trabajo estable. Sentía que la actitud de los empleadores cambiaba cuando notaban el choque entre su documento de identidad y su tono de voz. “Si no hubiese sido por mi amiga holandesa, que siguió ayudándome, y por otras personas que me alojaron, no sé cómo hubiera seguido todo, porque cuando te perciben como una mujer trans en las empresas se echan para atrás”.

Hoy Luvia trabaja en Trans-Ti, una organización que busca la inserción de mujeres trans en áreas digitales. “Me siento muy afortunada de estar en Trans-Ti porque el trato con mis jefes es muy bueno y muy distinto a cómo me tratan las personas cis con las que me encuentro todo el tiempo. El nivel de sensibilidad que tienen es bastante alto y eso lo agradezco bastante”.

En las ilustraciones de Luvia hay mujeres que se besan, que se abrazan, que se acompañan. Animalitos que se paran en dos patas y usan vestidos. Son ilustraciones sensibles, imágenes que flotan con trazos amables y colores pasteles. “La ilustración es para mi una manera para drenar lo que siento, me ayudó mucho a no recurrir a otros mecanismos más oscuros”.

Encuentro.
Instagram @Luviavelandia

La historia de Luvia es una de las tantas que existen en América Latina y que ponen sobre la mesa los desafíos de la inmigración. Su relato nos habla de sobreponerse a los estigmas y a la discriminación, de cómo lograr avanzar en un contexto social y político que muchas veces nos empuja a retroceder.

Hoy Luvia se muestra optimista, y reconoce que otras lo tienen peor.

“A pesar de las dificultades reconozco que tengo privilegios, porque soy una mujer trans blanca y eso ha facilitado, por ejemplo, que no tenga que ejercer el trabajo sexual”, afirma con crudeza. “Después de estos años estoy contenta, vivo con mi pareja y ahora mi ilustración ya no muestra mi tristeza sino que muestra el amor queer y cosas mucho mejores. Además, ya no falta tanto para que tenga mi documento”.

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