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Artículo Ortega masacra el bastión de las protestas en Nicaragua Now

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Ortega masacra el bastión de las protestas en Nicaragua

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Cerca de 2.000 militares y policías aplastan el barrio indígena de Monimbó, símbolo de las luchas sociales en contra de las políticas del presidente

astrid otal

18 Julio 2018 12:01

El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, ha aplastado la mayor ciudad donde se venían produciendo protestas que pedían su salida. La represión ha sido brutal. Cerca de 40 camiones, con entre 1.500 y 2.000 miembros de policías, Ejército y paramilitares fuertemente armados, irrumpieron en el simbólico barrio indígena de Monimbó.

Después de ocho horas de asedio, las barricadas fueron aplastadas. La gente tuvo que salir corriendo. "Cayó Masaya [la ciudad]. Todo está en silencio. Los chavales debieron abandonar las trincheras y huir. Las armas eran demasiado pesadas", describió un integrante del Movimiento 19 de Abril Masaya a EFE.

Tres civiles y un policía han muerto.

El violento ataque se produce bajo la intención de Ortega de borrar toda la lucha social antes del jueves, cuando se conmemora el 39 aniversario de la Revolución Sandinista que terminó con la dictadura. Pero Ortega, con puño de hierro, está causando las mayores masacres en tiempos de democracia.

Curiosamente, el barrio de Monimbó es un emblema. Sus calles -que una vez lucharon contra la tiranía de la dictadura- volvieron a ser el epicentro de oposición contra los abusos gubernamentales. Desde hace tres meses, el país viene manifestándose contra las políticas del presidente. La fuerza de los antidisturbios has causado más de 310 muertos, incluidos 17 menores.

Voces de la comunidad internacional están pidiendo el fin de la sangre. El expresidente de Uruguay, Pepe Mujica, lo resumía así: “En la vida hay momentos en los que hay que decir me voy”, refiriéndose a Ortega.

El origen del malestar contra el Gobierno brotó tras el anuncio de un reforma que suponía una reducción del 5% de las pensiones y un aumento de las contribuciones de empresas y trabajadores. A pesar de que finalmente Ortega descartó la medida por la presión social, la indignación va más allá. Los manifestantes gritan contra los fraudes electorales, la subida del precio del petróleo o los abusos policiales. Daniel Ortega no parece dispuesto a abandonar el poder.

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