Un joven de aspecto desaliñado entró en un bar de Nieuw-Roden, en la provincia holandesa de Drenthe, y se bebió cinco cervezas. 10 días después volvió. Y esta vez decidió pedir ayuda.
Así fue como las autoridades descubrieron a un grupo de seis personas viviendo en el sótano de una remota granja de la localidad de Ruinerwold. Llevaban nueve años encerrados, “esperando el fin del mundo”.
El chico que acudió al bar es el hijo mayor, de 25 años. Según Chris Westerbeek, el propietario del local, les dijo que había escapado corriendo, que tenía hermanos y hermanas menores viviendo en el sótano y que todos "querían dejar de vivir de esa forma”. Fue entonces cuando el propietario llamó a la policía.
"Tenía el cabello largo, una barba sucia, vestía ropas viejas y parecía confundido. Dijo que nunca había ido a la escuela y que no había ido a la barbería en nueve años", explicó Westerbeek.
La policía acudió a la granja y descubrió una escalera oculta detrás de una despensa en la sala, que conducía hacia el sótano donde estaba la familia.
El grupo estaba compuesto por un hombre de 58 años de edad y una familia con hijos adultos, con edades comprendidas entre los 18 y los 25 años. Según medios locales, el padre estaba postrado en la cama después de haber sufrido un derrame cerebral hace algunos años. El paradero de la madre se desconoce. Según el periódico Algemeen Dagblad (AD), la policía estaría considerando la posibilidad de que muriera y fuera enterrada en la propiedad.
El hombre de 58 años, que es el inquilino que alquilaba la granja, fue detenido por negarse a colaborar con las autoridades. Se llama Josef B y según la policía no tiene lazos de sangre con los jóvenes.
Diversos vecinos de la población, que tiene 4.000 habitantes, explicaron a la televisión local que habían visto al hombre conduciendo un viejo Volvo por la propiedad, y habían asumido que vivía ahí solo. Otros vecinos, sin embargo, aseguraron haber visto niños pequeños allí años atrás y escuchado ruidos provenientes de la granja cuando el hombre se ausentaba.
Un vecino declaró al periódico Telegraaf que el hombre hablaba alemán y era conocido en el pueblo como "el austriaco". El hombre, que según los informes se mudó hace nueve años, tenía un carácter muy arisco y rehuía el contacto. “Si te acercabas al lugar te mandaba marcharte. Lo observaba todo con prismáticos”, explicó el vecino.
La policía admite que, por el momento, todavía tiene muchas preguntas sin respuesta. "Nuestra principal preocupación ahora son los miembros de la familia", dijo una portavoz policial. “Lo que sucedió exactamente en la granja aún no está claro. Estamos explorando todos los escenarios posibles ".
El alcalde de la población, Roger de Groot, calificó la situación de “extraordinaria”. "Nunca he visto nada como esto", añadió.
En declaraciones a AD, los dueños de la granja, Klaas y Alida Rooze, dijeron no saber “absolutamente nada” de lo sucedido. “Habíamos alquilado la casa durante años a un individuo y ahora nos enteramos de que un hombre vivía allí con niños. No tenemos idea de quién puede ser”.
Medios holandeses han explicado que el grupo parecía haber tenido poco o ningún contacto con el mundo exterior y que vivía una vida aislada y en gran medida autosuficiente, aparentemente cultivando sus propios vegetales y manteniendo una cabra y gansos.