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Tom y Jerry: una mutación genética detrás de 80 años de peleas

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Foto: Steve Baker | Flickr
 

La tensa relación entre Tom y Jerry cumple ocho décadas, pero detrás de esta dinámica gato-ratón hay un fenómeno mucho más antiguo: la mutación de los felinos

PlayGround

21 Febrero 2020 20:57

Tom es torpe. Salta a una piscina donde inesperadamente el agua desaparece cuando él ya está en el aire, entonces su cabeza se golpea fuertemente contra el fondo. Es imposible que encuentre la comodidad y tranquilidad deseada. Segundos después intenta abrir una puerta, pero su traje de baño queda atorado y no le permite salir, hace un rebote brusco que provoca risas. El ratón es Jerry, más astuto, más rápido y con su sentido del humor entorpece la vida de Tom, un gato que jamás lo intimidó. Siempre triunfa.

Las interminables peleas de este dúo animado cumplieron 80 años esta semana. La serie fue creada por Joseph Barbera y William Hanna, quienes trabajaban en el departamento de animación del estudio Metro Goldwyn Mayer (MGM) en la década del 50. Ellos fueron quienes la consagraron como el dibujo animado más popular del mundo. Repleto de tropiezos y peleas absurdas sin diálogo de por medio.

Pero ¿de dónde viene la idea de que los gatos odian a los ratones? Tradicionalmente, se cree que tener gatos en casa ayuda a evitar a que las ratas y los ratones se coman la comida de las alacenas. Y la ciencia confirma el origen de este panorama.

Según National Geographic la interacción entre los gatos y los roedores fue causada por los humanos. Los gatos comenzaron a andar por las comunidades agrícolas hace unos 8 mil años, con el tiempo se transformaron en animales que actualmente interactúan más en hogares estando fuera del peligro. Los ratones y las ratas fueron atraídos por los cultivos y otros subproductos agrícolas producidos por las civilizaciones humanas. Entonces los humanos domesticaron a los gatos para salvar las cosechas y atrapar así a estos roedores. He aquí la fórmula de la convivencia.

Actualmente existen 100 razas reconocidas de gatos, que se dividen en cuatro categorías: los persas y exóticos, los de pelo semilargo, los de pelo corto y los siameses y orientales. Mariano Tinti, veterinario e investigador argentino del CONICET( Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) nos contó que “algunas de estas razas fueron mutando bajo alteraciones genéticas, y lo seguirán haciendo.

Los gatos, particularmente, accionan frente a cualquier cosa que sea pequeña y se mueva rápido. Esto activa su mecanismo neurológico que hace que se dilaten sus pupilas, estén más atentos y quieran atrapar lo que se esté moviendo. Lo que pasa específicamente con los ratones es que ya los conocen, hace 8 mil años que los gatos fueron domesticados para cazarlos y así evitar que los roedores de coman la cosecha”.

Instinto indeseable

Sin embargo, el Dr. John Bradshaw, experto en comportamiento felino, afirmó que el instinto de caza ya no es el que era antes. “Con el tiempo los gatos domésticos también podrían ser modificados genéticamente para eliminar su instinto el acecho, ya que los dueños modernos se horrorizan cada vez más por el hábito primitivo. Por otro lado, los gatos se niegan a comer a sus presas porque prefieren el sabor de la comida para gatos provista por su dueño”.

“Durante el siglo XX estuvo bien ver a los felinos cazar animales, ahora, en el siglo XXI vivimos en departamentos, queremos eliminar las conductas más primitivas, sólo nos interesa acariciarlos y nos hagan compañía”, dice Mariano.

Esto nos lleva a una conclusión conjunta: Este supuesto odio del gato hacia el ratón cambiará con el tiempo y ya no habrá más persecuciones y juegos. Si bien la domesticación de estos felinos nos salvó durante siglos, quizás sea el momento de dejarlos descansar y cerrar con un candado nuestras alacenas.

El nuevo dibujo animado de Tom y Jerry hoy sería distinto, se convertirían en amigos, jugarían juntos y dormirían bajo el mismo techo; su mutación genética haría que esta relación cambie, tanto en la ficción como en la realidad; finalmente todos serán felices y como un buen final: comerán perdices.

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