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Apocalipsis Italia, lo que nunca esperábamos ver

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El país está en shock. El resto, un poco también. Para un 92% de la población del planeta Tierra, esto es completamente nuevo

Ignacio Pato

14 Noviembre 2017 12:55

Para un 92% de la población del planeta, esto es completamente nuevo.

Si calculamos que nadie puede tener un recuerdo nítido de un mundial con menos de 5 años, y que la última vez que Italia faltó a uno fue en 1958, llegamos a una conclusión que da un poco de vértigo: solo los mayores de 65 años -el 8% de los habitantes de la Tierra- han visto una copa del mundo en la que no suene el himno 'Fratelli d'Italia'.

Anoche hubo un apocalipsis en San Siro.

Una imagen lo resume bien. La respuesta de Daniele De Rossi, fuera de si, cuando le mandaron calentar en el segundo tiempo, con un 0-0 que enfilaba el abismo: "¿Qué coño entro yo? ¡No tenemos que empatar, tenemos que ganar!". Y señalaba a Lorenzo Insigne.

El único con el que parecía no ir la cosa era Giampiero Ventura, el seleccionador. Nadie se explica hoy por qué Insigne, en un estado de forma fabuloso en el Napoli, no ha jugado más que 14 minutos de los 180 en que Italia ha sido incapaz de marcarle un gol a una Suecia que tampoco es nada del otro mundo.

Anoche Ventura dejó automáticamente de ser seleccionador de la nazionale. Alguien debió prever el desastre e introdujo esa cláusula en su contrato. Los recelos se centran en el técnico genovés de 69 años. En su impasibilidad, en palabras de la periodista de Turín Mar Bianchi. "No ha sabido ir más allá del 3-5-2, no ha sabido leer qué necesitaba el equipo con el pasar de los minutos. Tampoco ha sabido transmitir a los jugadores la carga y la energía que sí daba Conte. Italia basa su juego en los centros desde la banda, pero no ha exprimido a sus mejores jugadores para ello. Belotti e Insigne, que habría sido clave para desequilibrar en la banda, fuera del once. Y Bernardeschi que ha salido pero jugando en una posición que no es la realmente la suya".

No funcionó nada en ataque. La generación de juego -a excepción de Jorginho- no existió. Immobile y Gabbiadini ni la olieron y la entrada de El Shaarawy tampoco pareció tener sentido teniendo en cuenta que Italia se limitaba a tirar pelotazos al área de los centrales suecos de 1'90.

No tuvo suerte Italia estando en el mismo grupo de clasificación de una España a día de hoy muy superior, pero la sensación es que el banquillo ha quemado demasiado a Ventura. La Gazzetta dello Sport lanzó anoche -en caliente, es cierto- un sondeo y los tifosi lo tienen claro: un 67% quiere a Carlo Ancelotti, actualmente libre. Otras posibilidades votadas son, por ese orden, Antonio Conte, Massimilliano Allegri y Roberto Mancini. Todos de probada resistencia. De momento, se especula con opciones de perfil mucho más bajo como Francesco Guidolin y el técnico de la sub21, Luigi di Biagio.

Las miradas también se dirigen contra el presidente de la federación, Carlo Tavecchio. "Fuera las momias que gestionan nuestro fútbol y que dejen sitio a los jóvenes también fuera del terreno de juego", explotaba anoche Paolo Cannavaro, hermano del capitán que levantó la ya lejanísima copa del mundo de 2006.

La eliminación de Italia supone además un broche horrible para la carrera internacional, no solo del propio De Rossi, de Giorgio Chiellini y de Andrea Barzagli, sino especialmente de Gianluigi Buffon. Para la mayoría de aficionados ha sido muy desagradable que el portero italiano de casi 40 años tenga que acabar llorando en directo y pidiendo perdón, como capitán, por un papelón que no fue responsabilidad suya.

Ahora preocupa precisamente el cambio generacional. Los viejos senadores juventinos de la defensa desaparecen, pero tampoco se atisban jugadores capaces de soportar el peso de la azzurra, que es mucho, en las malas. "Donnarumma es la gran esperanza, pero compararlo con Buffon ha sido un error", dice Bianchi, que deja abierta la puerta al optimismo ya de cara a la Euro'2020. "Por fortuna, el calcio está creciendo. Además de Insigne, Immobile, Bernardeschi o Verratti, llegan Rugani, Pellegrini o Caldara".

Es muy cierto que el calcio está creciendo. Este año la Serie A es, con un pulso épico entre Napoli, Juve e Inter, la gran liga más interesante de Europa. Vuelve a ser una liga con capacidad adquisitiva y atractiva para jugadores de fuera del país. El desastre de la selección ha vuelto a ser la excusa perfecta para la xenofobia oportunista. Primero fue el técnico de la Ternana de Serie B quien dijo que "llevar a tantos extranjeros a Italia nos ha llevado a esto: ya no hay un italiano bueno, se acabó".

Matteo Salvini, el líder de la Liga Norte, en su línea racista, no pudo dejar pasar la oportunidad para tratar de envenenar con su discurso de odio identitario. "Demasiados extranjeros, desde juveniles a la Serie A, y este es el resultado. Stop invasión", escribió anoche en su Twitter.

Muchas respuestas eran, con cierta justicia poética, insultos.

Quizá le pasó, como apunta Bianchi, que ni vio el partido, "porque el italobrasileño Jorginho fue de los mejores".

Italia es diversa. Y volverá.

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