El Atleti y el Metropolitano se lían por fin

Por fin. Después de ocho meses de quesí queno, por fin.

Han sido ocho meses de "es que la acústica no es la misma del Calderón", "es que el juego del equipo tampoco acompaña", "es que actitudes como la de Griezmann enrarecen el ambiente"... hasta que la presencia de diez mil nuevos socios que "no están acostumbrados al espíritu del Calderón" se ha llegado a escuchar para argumentar lo que sí, lo que era un hecho: que el Metropolitano no rugía como el Manzanares.

Anoche el Atleti y el Metropolitano se liaron con ganas, como si nadie les viera.

Eran ocho meses de tensión sexual futbolera acumulada. Ocho meses de mamoneo rotos por una nueva clase magistral de defensa —Diego Godín debería ser delegado sindical en cada empresa de este país—, de nueva imaginería cholista —Simeone dando vueltas como un poseso por el palco vip es el libertad presos políticos atlético—, de Diego Costa haciendo de bulldozer, de Gabi dejándose meses de vida y, vaya, de una nueva victoria. Porque el Atleti de Simeone, ya lo hemos explicado, no es un brindis al sol, no es el gesto estético del privilegiado.

Ayer el equipo llegó a la final de la Europa League, que jugará el 16 de mayo en Lyon contra el Marsella. Es la octava final de Simeone desde que cogió al equipo hace seis años y medio. El Atleti ha jugado en este tiempo 20 eliminatorias europeas y solo ha perdido tres de ellas. Con Simeone, ha jugado 374 partidos y ha dejado su portería a cero 198 veces. Un 53% de perfección defensiva. En los once últimos que el Atlético ha jugado en el Metropolitano no ha recibido ningún gol. Y como en el Atleti además también gustan los intangibles: la Europa League puede hacer que Fernando Torres salga del club con un título.

El mejor Atlético de Madrid de la historia, el del cholismo, se merecía una noche como esta. Una más.