PlayGround utiliza cookies para que tengas la mejor experiencia de navegación. Si sigues navegando entendemos que aceptas nuestra política de cookies.

C
left
left
Artículo Violencia y comedia: la relación de ETA y el fútbol en cinco apuntes Sports

Sports

Violencia y comedia: la relación de ETA y el fútbol en cinco apuntes

H

 

De la sangre a la sátira, de la oscuridad al mainstream, el fútbol no ha sido ajeno al camino que ha llevado hasta el final de ETA

Ignacio Pato

03 Mayo 2018 15:00

"Hace años en ETA se comía de la hostia" era una de las frases que resumía el espíritu de Fe de etarras, la comedia que el año pasado estrenaba Netflix. En ella, un comando esperaba órdenes de la dirección mientras la selección española ganaba el mundial de Sudáfrica. Cuatro etarras comprando la bandera de España más grande que había en el súper para colgarla del balcón del piso franco y disimular. Para llegar hasta esas bromas, y a la de unos liberadores de la patria vasca comiendo croquetas de cocido de su vecina española entre sonido de vuvuzelas, ha habido que recorrer mucho camino.

No es, claro, la única relación del fútbol con la actividad de ETA, que acaba de anunciar la "disolución de todas sus estructuras" y de dar por terminado "su ciclo histórico y su función". Es una relación que obviamente ha estado marcada de manera profunda por cada momento político.

Violencia

El 19 de enero de 1993 ETA mató a José Antonio Santamaría, exfutbolista profesional de la Real Sociedad. El atentado estaba relacionado con el Informe Navajas, descubierto hacía tres años y en el que se implicaba a Santamaría -empresario y expropietario de la discoteca Ku- como presunto autor de cohecho por sobornos a la Guardia Civil para evitar decomisos de estupefacientes. El asesinato de Santamaría se enmarcaba dentro de la ofensiva de ETA contra el narcotráfico, mantenida desde 1980. Ocurrió la noche de la víspera de la Tamborrada y el entonces alcalde de Donosti, Odón Elorza, reconoció después con amargura carecer de "valor ni apoyos para suspender" la fiesta de la ciudad.

Ese mismo año, en un programa debate de ETB sobre el fenómeno ultra, una llamada en directo preguntaba a miembros de la Peña Mujika de la Real por qué había un anagrama de ETA en el estadio de Atotxa.

Simbolismo

En el Athletic se mantuvo la política de guardar exclusivamente minutos de silencio con motivo de la muerte de personalidades relacionadas con el club hasta 2008. El 9 de marzo de ese año se guardó uno -no íntegramente respetado- en memoria del asesinato de Isaías Carrasco, concejal del PSE de Mondragón y seguidor rojiblanco.

El fútbol jugó un papel más activo en el momento de la construcción del lazo azul. El símbolo, propuesto por organizaciones pacifistas como Gesto por la Paz, Denon Artean y Bakea Orain, saltó a la calle con motivo del secuestro del empresario Julio Iglesias Zamora en 1993. En la masiva manifestación que culminó en el recentísimo estadio de Anoeta estaban presentes el presidente del Athletic José Julián Lertxundi y los jugadores txuriurdin Iñaki Alaba y José Antonio Larrañaga.

Costumbrismo

Vaya Semanita comenzó a emitirse en 2003. Mucho se ha escrito sobre el programa de humor de ETB, sobre si destensó el clima pre-tregua de 2011 a la manera de una punta de lanza cultural o si, como reconocía el guionista Borja Cobeaga, "triunfó porque recogía el humor que había en la calle".

Una de sus secciones de mayor éxito -y posteriormente teleserie independiente-, Euskolegas, utiliza el fútbol para colorear sus gags costumbristas. Sus tres personajes originales son un bilbaíno, un donostiarra y un vitoriano que comparten piso. Patxi no se quita jamás la camiseta del Athletic y sus ídolos son Clemente y Julen Guerrero. Alex, de apellido Ufarte como el jugador de la Real, es el donostiarra que duerme en una cama de colcha blanquiazul y escudo del equipo guipuzcoano. Al alavés Pruden le importan más las patatas y ligar que el fútbol y ejerce de una especie de tercer voto neutral andante.

En el taquillazo Ocho apellidos vascos, que trataba de trasladar ese humor de tópicos para toda España en un clima político favorable a ello -ya sin violencia-, uno de los chistes era precisamente sobre esos apellidos que decía tener el personaje de Dani Rovira. De ocho, dos eran de fútbol: Zubizarreta y Clemente. "Clemente no es vasco ni pa Dios", le contestaba Karra Elejalde.

Ficción ácida

Hace dos años, Ricardo Gómez, una mitad de Ciclos Iturgaiz, publicaba su novela Gooolpe de vista. La trama nos devolvía a los años de plomo con una curiosa teoría conspiranoica: las cuatro ligas de Real y Athletic entre 1981 y 1984 fueron el resultado de un plan tejido por militares golpistas para neutralizar a ETA desatando una fiebre futbolística despolitizadora en Euskadi que hiciera que la organización tuviese más difícil reclutar jóvenes para sus comandos de lo que los clubes nutrir las canteras de Zubieta y Lezama.

Un orgullo nacional basado en una mentira de estado que era literatura de ficción pero que habla también de un momento, cinco años después de la tregua, en que el tabú se desvanecía.

Sátira mainstream

Así hasta llegar a Fe de etarras, donde el fútbol vuelve a ser un protagonista más de la trama. Un desatascador social. Al final, los únicos fuegos que hay en la película son los artificiales por un éxito conseguido sobre el campo. El spoiler no era más que la paz.

share