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Artículo El fascinante adiós del Sarrismo a Sarri Sports

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El fascinante adiós del Sarrismo a Sarri

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Una de las experiencias más bellas, complejas y combativas de la cultura popular actual acaba con lo más parecido al guión de una de tus series favoritas

Ignacio Pato

23 Mayo 2018 19:35

Es oficial: Maurizio Sarri se va del Napoli. El napolitano que ha sido mucho más que el entrenador de mucho más que un equipo de una ciudad, ya no sigue. Sarri, el hombre de chándal y cigarro que ha hecho del juego de conjunto una oda al apoyo mutuo y que ha conseguido una identificación en torno a su liderazgo consagrada en una palabra: Sarrismo. Bajo su mando el Napoli ha obligado a la Juventus a hacer 95 puntos para ganar un scudetto solo decidido tras una victoria polémica contra el Inter y el infausto domingo de los del Sur en Florencia, hace menos de un mes.

Sarrismo y Barbarie, la plataforma colectiva de aficionados napolitanos surgida este año, le despide con esta carta pública:

"El Napoli y el Comandante Maurizio Sarri se separan y quizá es lo mejor para todos. Lo es para el Napoli, que afronta un nuevo ciclo a cargo de un técnico cargado de estímulos y energía, capaz de atraer jugadores de nivel internacional y deseoso de relanzar su carrera tras la sublevación de los senadores del Bayern. El Napoli seguirá siendo competitivo, y Carletto Ancelotti tiene nuestros mejores deseos, con esperanza de que siga por el sendero trazado por su predecesor, un fútbol bonito, popular, orgulloso y que consiga lo que no consiguió el Comandante: ganar. Esto contentaría incluso a la parte de Nápoles que ha permanecido insensible al reclamo de la revolución. Y también le irá bien a Maurizio Sarri, que evitará el desagradable trago de ver derrumbarse a su criatura más amada.

El Comité Central, compañeras y compañeros, tendría mucho que decir sobre este dolorosísimo divorcio. Si evitaremos entrar en detalles no es porque temamos hacer rabiar a algunos -aunque lo merecieran-, sino por tres razones. La primera es que faltaríamos al respeto a nuestro Comandante, que en estas horas difíciles está conservando un riguroso silencio y respeto por quien le dio confianza cuando pocos estaban dispuestos a hacerlo. En nuestro fútbol sí hay espacio para el reconocimiento. La segunda razón es que no cambiaríamos ni una coma del final de una historia que queremos proteger y contar con alegría hasta el final. La tercera razón es que quien quiera leer entre líneas de esta compleja operación del club ya habrá entendido que nada es improvisado, que un entrenador como Ancelotti no se contrata en 48 horas, que se trata del epílogo forzado de una fractura abierta hace tiempo y que solo la poderosa temporada del Napoli ha mantenido oculta.

Esa fractura tiene incluso una fecha: el 29 de enero de 2017. A San Paolo llegó el Palermo, último de la clasificación. El Napoli llevaba diez jornadas imbatido -siete victorias y tres empates- y había llegado a semifinales de Coppa Italia. Tras la tempestad que siguió a la lesión de Milik en octubre, Sarri había conseguido llevar la nave a buen puerto. Mertens había explotado en el campo y el equipo estaba igual de bien que el año anterior. Parecía todo sereno pero con el Palermo acabamos 1-1 y De Laurentiis tras el partido bajó a los vestuarios. Disparó a bocajarro contra Sarri, culpable de haber fallado la alineación, creando una grieta dentro del grupo, que hace piña en torno a su entrenador ganando los dos siguientes partidos. El presidente espera el primer paso en falso, que llega en Madrid contra el Real, para hacer pública su insatisfacción contra el técnico. El juguete parece roto, se habla de que Sarri estaba a punto de dimitir. Llega sin embargo el fantástico final de temporada pasado y una vuelta de liga con 48 puntos. Y es ahí cuando nace el famoso pacto por el scudetto.

El Sarrismo estaba en su punto más alto, sin Higuaín el equipo había hecho 4 puntos más que la anterior temporada. Sarri tenía poder y pide a De Laurentiis la oportunidad de jugársela por el scudetto con sus chicos, los que ha forjado y puesto en valor en dos años de trabajo. De Laurentiis decide contentarlo, haciendo una política antieconómica, con renovaciones y sin cesiones, inédita con respecto a los trece años de gestión anteriores. El Napoli pone todas sus energías en el campeonato pero al final no lo consigue. Los motivos son varios y los principales son ajenos al control del club, el equipo y el entrenador. Sarri queda devastado, tiene por un lado un amor inmenso por el lugar pero también la certeza de que no tendrá ya la posibilidad de retener nuevamente a todos sus chicos para volver a intentarlo. Pide tiempo, pero De Laurentiis no está dispuesto a concedérselo.

Ha faltado voluntad para coser este roto: por orgullo, por miedo o por visiones diferentes entre sí. Por lo demás esta es una historia profundamente humana y como tal llena de errores. El Napoli ha encontrado su camino. Esperamos que también el Comandante encuentre libremente el suyo. Porque hay algo que no cambia: quien ha sido sarrista, sarrista será para siempre.

La simbiosis entre el Napoli y el Comandante ha sido tal que incluso la llegada de un entrenador que ha ganado tres Champions League ha sido acogido por muchos con una capa de escepticismo. Alguno dirá que los hombres pasan y la camiseta permanece. Veréis a muchos compañeros de estos meses pasados renegar de lo que ha sucedido y abrazar rápidamente lo nuevo que llega. Quizá tienen razón, pero para nosotros no será así. Porque aquello en torno a lo que nos hemos unido no es solo al entrenador de un equipo de fútbol. Nuestro corazón bombea sangre por una idea. Y las ideas, ya se sabe, no mueren nunca".

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