Algún día el deporte tenía que tomar partido y ese momento llegó ayer en un campo de baloncesto. Hablamos con los responsables de un momento histórico
Las reacciones en el deporte tras la resolución del caso de "La Manada" ha sido uno de los fenómenos del fin de semana. Si el mismo día que se hacía pública la condena de 9 años de prisión a cada uno de los 5 hombres que "abusaron sexualmente" y "no violaron" -según dice el juez-, varios deportistas denunciaron la sentencia, este puente ha sido el escenario perfecto para varias protestas en los estadios.
Quizá la más multitudinaria la vimos en el mundo del baloncesto gracias a la Demencia, la principal grada de animación del Estudiantes.
El colectivo aprovechó el derbi madrileño contra el Real Madrid para lucir una pancarta en la que se podía leer el lema "Yo si te creo" como muestra de apoyo a la víctima, aparte de realizar cánticos en la misma línea.
Tal y como nos confIrma Íñigo, miembro de la Demencia, los cánticos fueron secundados por gran parte del público asistente al WiZink Center. Hasta el Delfín Ramiro, la mascota del equipo, mostró varios mensajes del estilo "No es no" durante los tiempos muertos del partido que acabó ganando el Madrid.
Hace 6 meses ya predecíamos que la pancarta "Hermana, yo sí te creo" iba a ser el próximo paso en los estadios, pero no creíamos que iba a ser en una pista de basket.
Aunque hayan pasado 40 años desde su fundación, la Demencia sigue siendo uno de los grupos del baloncesto español -sino el único- más activos políticamente. A pesar de que su brazo político no tenga el bíceps de antaño -el colectivo nació en los útlimos coletazos del franquismo con una ideología contraria a la dictadura-, en los últimos años ha vuelto a poner en relieve su fuerza.
El baloncesto lo echaba en falta. Más allá de los gritos de "IN, IN-DE,IN-DE-PEN-DEN-CIA" que se escuchan en el Palau Blaugrana, el resto de aficiones parecen abonadas a la apolítica.
"La politización de las gradas es un reflejo de la sociedad, no creemos que las gradas se hayan politizado porque sí; ha sido un proceso lento, desde el 15M y las mareas en las que se tomaron las calles hasta los independentistas con su cántico en los estadios de fútbol", nos dice Íñigo. "Los ciudadanos hemos aprendido que utilizar un espacio público tiene mas repercusión a la hora de realizar reivindicaciones que no hacerlo. Existe una mayor politización de la sociedad en todos los aspectos y esto, lógicamente, afecta también a las gradas de los estadios".
Entre la resolución de "La Manada" y el caso de Altasu, las reacciones en los estadios se cuentan a decenas.
"Como ya dijo Kate Millet en su obra Política sexual, lo personal es lo político. Pensamos que debemos reinterpretar y desaprender como se entienden las relaciones personales, dotarlas de nuevos significados y denunciar este tipo de comportamientos; la justicia emana del pueblo y si nos quedásemos callados estaríamos diciendo que estamos de acuerdo con la sentencia y no podemos estarlo, es una sentencia a la que le falta algo tan necesario como la perspectiva de género", asegura Íñigo.
Con iniciativas de tanto calado, y pese a quién le pese, la política en el baloncesto ya no hay quién la pare.