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¿Por qué Rusia está dando tregua al colectivo LGTB+?

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El coletivo LGTB+ vive un espejismo de paz durante el Mundial. Hablamos con fans y organizaciones, que temen que la represión vuelva a aparecer cuando termine la competición

Rubén Serrano

03 Julio 2018 12:04

Según se acercaba el Mundial de Fútbol en Rusia, la comunidad LGTB+ miraba al evento con preocupación. Aunque la homosexualidad es legal, la homofobia se ha disparado en el país euroasiático desde que en 2013 se aprobara la ley contra la propaganda gay. La caza de brujas de Chechenia, las palizas en medio de las calles y las amenazas por parte de algunos grupos radicales han hecho que los aficionados LGTB+ teman por su seguridad.

Sin embargo, lo que se vaticinaba como una guerra abierta contra el colectivo gay ha derivado en una tregua interesada por parte de las autoridades rusas. Aparte de la agresión a una pareja homosexual durante el primer día del Mundial, de la que no han trascendido muchos datos; varias asociaciones que trabajan para combatir la discriminación en el fútbol, entre ellas Fare Network y Russian LGBT Sport Federation, no han recibido ningún aviso de agresión LGTBfóbica, tal y como ha podido saber PlayGround.

Para apaciguar los ánimos y dar un poco de tranquilidad, la FIFA y la asociación rusa de fútbol acordaron que se podría entrar a los estadios con la bandera arcoíris. Desde entonces, eso es lo que ha hecho Di Cunningham, cofundadora de Three Lions Pride –una organización inglesa de aficionados LGTB+ de fútbol–, en cada partido al que ha acudido. Según cuenta por teléfono desde Moscú, varios fans rusos se acercaron hasta su grada para “chocarle la mano” y hacerse selfis con su bandera. Cunningham ha remarcado que se siente muy “optimista “ tras la reacción de los locales: “Tuvimos una reacción desmesurada sobre cómo sería la aceptación de los rusos. No digo que todo sea así, pero muchos han reaccionado muy bien y eso es algo positivo”.

Di Cunningham levantado la bandera de Three Lions Pride en un partido. / Di Cunningham

Esta fan inglesa cuenta que la homofobia institucionalizada ha hecho que muchos seguidores hayan decidido quedarse en casa porque se sentían “frustrados y no se sentían seguros”. Por eso, cuando viajó hasta Rusia tuvo claro que sacaría la bandera gay con la intención de “dar visibilidad”. “Usamos el privilegio que la organización nos ha dado por solidaridad con toda la gente LGTB+ alrededor del mundo [que no puede hacer lo mismo]. También lo hacemos por la comunidad LGTB+ rusa porque si ellos lo hacen estarían violando la ley de propaganda”, ha apuntado.

Otro seguidor de Three Lions Pride que ha acudido hasta Rusia es Joe White. Al igual que Cunningham, sabe que está de paso y que su posición de turista LGTB+ no es la misma que la de un ciudadano ruso. “Lo que experimentamos aquí es diferente de lo que les sucede a los gais rusos. Nosotros tenemos suerte porque estamos protegidos durante el Mundial y queremos usar esta oportunidad para hacernos visibles y para que se hable sobre la comunidad LGTB+ en Rusia”, ha explicado a través de una entrevista telefónica.

No obstante, la burbuja en la que están metidos los fans LGTB+ es demasiado frágil. Si bien dentro de los estadios del Mundial el colectivo es intocable, en la calle la homofobia sigue estando latente. Cunningham ha afirmado que opta por no “enfatizar” su sexualidad en “la ropa” y en sus “actitudes” porque hay “un riesgo”, mientras que White ha revelado que un hombre que pasó por su lado le gritó faggot (maricón en inglés) mientras hablaba con la prensa británica; dos actos que suponen una pequeña muestra de la dura represión y del miedo que puede llegar a sufrir el colectivo homosexual local.

El Mundial era la ocasión perfecta para que la comunidad internacional hubiera dado una respuesta firme contra la LGTBfobia que fomenta el gobierno de Vladimir Putin. Sin embargo, ha preferido guardar silencio, algo que lamenta Pavel Klymenko, responsable de Desarrollo de Fare Network en Europa del Este. “Nos hubiera gustado haber visto más apoyo por parte de los países participantes. Era el momento de ser visibles pero no tenemos muchas ilusiones de que eso pase”, afirma desde Rusia, mientras que señala que la FIFA debería ser consciente de la situación de los derechos LGTB+ en los países en los que se vaya a celebrar el Mundial para poder garantizar el bienestar de todo sus seguidores.

Joe White y Di Cunningham / Three Lions Pride

Aun así, la esperada lluvia de titulares denunciando crímenes de odio durante el Mundial no ha tenido lugar. Rusia tiene los ojos de todo el mundo clavados en su nuca y la persecución del colectivo LGTB+ durante el evento le habría costado el descrédito internacional, la condena de la FIFA por darle mala reputación al torneo y el enfado de patrocinadores que se habrían marchado del país con toda su inversión económica detrás. Rusia ha creado un espejismo de aceptación de la comunidad LGTB+ porque sabe que era la única forma en la que todos los interesados saldrían contentos: el propio país, el colectivo, la FIFA y el Mundial.

El director de Russian LGBT Sport Federation, Aleksandr Agapov, ha afirmado en una entrevista para la agencia PA que las autoridades rusas se han relajado a la hora de aplicar la ley contra la propaganda homosexual. De ese modo, se entiende que los organizadores le devolvieran la bandera de los Three Lions Pride a Joe White en el estadio de Nizhny Novgorod tras quitársela alegando que “esos colores no están permitidos”, que el activista británico Peter Tatchell fuera liberado a las pocas horas de ser detenido por protestar contra la persecución de gais en Chechenia y que se reabriera una nueva Casa para la Diversidad en menos de 24 horas después de que obligaran a desalojar la primera.

El gran problema radica en que esta tregua tiene fecha de caducidad. “Me gustaría negarlo pero creo que esto es una ilusión. Dudo que la situación del colectivo LGTB+ en Rusia cambie cuando el Mundial termine”, ha apuntado Klymenko. Tal y como ha señalado, hay “grupos vigilantes” que rastrean cualquier acto no tradicional y que, aunque ahora estén escondidos y no hagan ruido, volverán a actuar una vez la FIFA haya hecho las maletas. “Necesitamos que los ojos que ahora están puestos sobre Rusia sigan aquí después del Mundial”, desea Cunningham. No obstante, todo parece indicar que eso no será así puesto que nadie tiene ganas de enfrentarse a la gran Rusia.

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