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Virales
El joven agredido, que se metió a mediar cuando acosaban a una amiga, tuvo que ser hospitalizado. Muchos creen que la sentencia al agresor es demasiado benévola
15 Enero 2018 13:57
La violencia gratuita siempre es injustificable desde un punto de vista moral. Pero la realidad es que existe, sucede, y se repite, casi cada día, casi cada fin de semana. El problema es doble cuando luego es la justicia la que hace que esa ‘violencia gratuita’ le salga efectivamente ‘gratis’ al agresor.
En las imágenes del vídeo podemos ver una escena que en principio resulta bastante confusa. Vemos un grupo de personas que parecen moverse con poco equilibrio. Es de noche y se intuye que algo no va demasiado bien. De repente, una de las personas de la imagen golpea a otra, que cae al suelo como un muñeco de trapo.
La escena resulta muy cruda, no solo por la violencia implícita en el golpe, sino por la forma en la que cae el herido, que te deja con gran preocupación.
Basta buscar información sobre el suceso para averiguar que el agredido, de nombre Taliesin Tardrew-O'Meara, y de 19 años de edad, quedó inconsciente durante varios minutos, sangrando por uno de sus oídos, con varios dientes rotos. Tuvo que ser hospitalizado por culpa de un traumatismo craneal serio- También sufrió daños cervicales que le produjeron mareos y vómitos y dolores de cabeza durante varias semanas.
El pecado del agredido fue intentar mediar cuando un grupo de jóvenes ebrios se puso a importunar a una amiga con la que caminaba aquella madrugada por Surfers Paradise, un suburbio de la ciudad australiana de Gold Coast. Su pecado fue hablarle a aquellos ‘thugs’ para que dejaran a la chica tranquila. Y el golpe que recibió por eso pudo haberle costado la vida.
Las imágenes están además envueltas en una gran polémica, porque esta acción solo ha sido castigada con 12 meses de libertad condicional. Ni cárcel, ni multa, ni servicios comunitarios. Para la familia de Tardrew-O'Meara, no parece un castigo muy equilibrado. El agresor salió de la vista en la que se leyó su sentencia sonriendo y haciéndose selfies con los periodistas que le preguntaban —sin él responder en ningún momento— si se arrepentía de su acción.
Menudo tipejo.
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