Este es uno de esos vídeos que, además de ser desternillante, por lo cafre que son sus protagonistas, nos va a hacer aprender un par de cosas, de las que seguramente no tenías ni idea.
En primer lugar, ¿sabes cómo funciona un airbag? Sí, ese dispositivo que viene integrado de serie en todos los coches hoy en día de manera obligatoria, que entendemos imprescindible para nuestra seguridad, pero que no hace tanto tiempo aún nos sonaba a una de esas ideas peregrinas de los fabricantes para vender más coches.
Puede que pienses que se trata de un sistema sencillo, donde una bombona hincha un globo, que te zampas en caso de colisión. Pero en realidad la cosa tiene algo más de intríngulis.
Efectivamente todo gira en torno a un globo. Se hincha, cierto. Pero viajar con una bombona con gas en el interior del coche sería casi más peligroso que el percance que se intenta evitar. Además de que habría que cambiarla y revisarla cada poco tiempo, incurriendo en gastos que nadie estaría dispuesto a asumir.
Pues bien, la solución es una fórmula química llamada Azida de Sodio (NaN3). El azida es el grupo funcional resultante de juntar tres átomos de nitrógeno. Este elemento se integra en forma de pastillas dentro del volante, pues además consigue ocupar mucho menos. Además del globo y de las pastillas, se introduce una pequeña cantidad de pólvora. Sí, has oído bien, pólvora. Cuando el ordenador de a bordo del coche da la orden de combustionarla, debido a la colisión, ésta desprende un calor repentino que provoca que el NaN3 genere hasta 30 litros de nitrógeno, que son los que deben salvarte la vida. ¿Sorprendente verdad?
La dificultad del airbag que diseñó por primera vez la marca Daimler-Benz en 1981 radicaba no tanto en este sistema de llenado de la bolsa, sino más bien en encontrar el punto justo de su accionamiento. Hoy en día parece fácil, pero no lo fue para los ingenieros que trabajaron en aquellos primeros modelos. No era fácil evitar que saltara con un simple bache, o un frenazo repentino, y que sí lo hiciera ante un impacto que pudiera poner en peligro a sus ocupantes. A partir de un microsensor que mide la desaceleración del coche, se pudo llegar a ese punto óptimo de equilibrio entre una maniobra brusca y un choque.
Bueno pues llegados a este punto, ya solo queda disfrutar del vídeo en el que tres amigos quisieron medir la potencia de detonación de un airbag. Y para ellos decidieron colocar una rueda encima del dispositivo. Claro que a estos chicos se les fue la mano cuando decidieron poner no uno, ni dos, sino tres airbags. El resultado salta a la vista y sorprende que semejante potencia liberada a escasos centímetros de nuestro pecho no solamente no nos mate, sino que nos salve la vida.
Gracias señores ingenieros por hacernos la vida más sencilla.